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domingo, enero 02, 2011

La meditación es un DON




Estar en silencio es el arte más simple del mundo. No es una acción, sino una no acción. ¿Cómo puede resultar dificil?.

Te estoy mostrando el camino de la iluminación a través de la pereza! No hay que hacer nada para alcanzarla, pues está en tu naturaleza. Ya la tienes; sólo que estás tan ocupado con otras actividades que no puedes percibir tu propia naturaleza.


En las profundidades de tu interior es como afuera: la belleza, el silencio, el éxtasis, la dicha. Pero, por favor, a veces ten clemencia contigo: siéntate y no emprendas actividad alguna, ni física ni mental. Relájate, mas no al modo norteamericano... Puesto que he visto tantos libros norteamericanos titulados Cómo relajarse, en los que el título mismo indica que el autor no sabe nada acerca de la relajación: no hay "cómo".


Sí, está bien: Cómo reparar un automóvil: tienes que hacer algo. Pero no hay acciones como tales en lo concerniente a la relajación. Simplemente, no hagas nada. Sé que te resultará algo difícil al comienzo. No se debe a que sea dificil relajarse, sino a que te has vuelto adicto a la necesidad de hacer algo. Llevará un tiempo superar esa adicción.


Sólo sé y contempla. Ser es no hacer y contemplar es también no hacer. Te sientas en silencio sin realizar actividad alguna, siendo testigo de todo lo que suceda. Las ideas darán vueltas en tu mente. Puedes sentir cierta tensión en algunas partes del cuerpo; te puede doler la cabeza. Sólo sé testigo de lo que pase, no te identifiques con eso. Observa, sé como un observador que desde la montaña contempla lo que sucede en el valle. Es un don, no un arte.


La meditación no es una ciencia, no es un arte. Es un don; no más que eso. Todo lo que necesitas es un poco de paciencia.


Los viejos hábitos habrán de perdurar; las ideas seguirán precipitándose. Y tu mente siempre está como si fuera la hora pico, con el tránsito apretado. Tu cuerpo no está acostumbrado a sentarse en silencio: te moverás y te darás vuelta. No hay de qué preocuparse. Simplemente, observa que el cuerpo se está moviendo y se está dando vuelta, que la mente está convulsionada, llena de ideas (consistentes, inconsistentes, fútiles), fantasías, sueños. Quédate en el centro, observando.


Todas las religiones del mundo le han enseñado a la gente a hacer algo: detener el proceso de pensamiento, forzar el cuerpo a asumir una postura inmóvil. En esto consiste el yoga: en una larga práctica para forzar al cuerpo a una postura inmóvil. Pero un cuerpo forzado no está inmóvil. Y las oraciones, las concentraciones, las contemplaciones de todas las religiones hacen lo mismo con la mente: la fuerzan, no permiten que los pensamientos fluyan. Sí, tienes la capacidad de hacerlo. Y, si insistes, puedes detener el proceso de pensamiento. Pero esto no es lo real, es absolutamente fingido.


Cuando la inmovilidad viene por sí misma, cuando el silencio se instala sin que hagas esfuerzo alguno, cuando contemplas los pensamientos y ll¬ga un momento en que empiezan a desaparecer las ideas y comienzan a producirse silencios, es hermoso. Los pensamientos se detienen por sí solos si no te identificas, si continúas en la posición del testigo y no dices: "Éste es mi pensamiento."


No dices: "Esto está bien; esto está mal", "Esto debería estar allí' y "Esto no tendría que estar ahí". Si lo hicieras, ya no serías un observador: tendrías prejuicios, ciertas actitudes. Un observador no tiene prejuicios, no emite juicios de valor; sólo refleja lo que ve, como un espejo.


Cuando pones algo frente a un espejo, éste simplemente refleja lo que está delante. No juzga que el hombre es feo, o que es hermoso, ni dice: "¡Ay! ¡Qué bonita nariz tienes!" El espejo no tiene nada que decir. Su naturaleza es reflejar, y refleja. Ésta es la razón por la cual hablo de meditación: tú sólo reflejas todo lo que sucede por dentro o por fuera.


Yo te lo garantizo... Puedo garantizarlo porque me ha pasado a mí y le ha pasado a mucha de mi gente. Sólo mira con paciencia; tal vez pasen unos pocos días, quizás hasta unos pocos meses, o tal vez unos pocos años. No hay forma de anticiparlo, puesto que cada individuo tiene un ritmo diferente.


Debes haber visto a la gente que junta antiguas estampillas de correo. Cada uno tiene una colección diferente; la cantidad puede ser diversa, por lo tanto el tiempo que le lleve a cada uno será diferente; pero trata de seguir como testigo hasta tanto puedas hacerlo. Y esta meditación no necesita un tiempo especial. Puedes limpiar el piso y permanecer en silencio observándote a ti mismo limpiando el piso.


Puedo mover la mano sin conciencia de ello, sin observarla, o bien puedo moverla con plena conciencia. Y hay una diferencia cualitativa. Cuando la mueves en forma inconsciente, es mecánico. Cuando la mueves en forma consciente, hay gracia. Incluso en la mano, que forma parte de tu cuerpo, sentirás silencio, indiferencia.


¿Y qué decir de la mente? Con tu permanente observación, lentamente comienza a reducirse más y más la precipitación de ideas. Comienzan a aparecer momentos de silencio; aparece un pensamiento y después hay silencio antes de que aparezca otro pensamiento.


Estas lagunas te brindarán la primera vislumbre de meditación y el primer placer de estar llegando a puerto.


Osho.