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domingo, enero 16, 2011

El samurái todo lo que hacía lo convertía en un arte



Esta historia lleva pasando de generación en generación de maestro a discípulo, desde hace ya mucho siglos, es de una época en la que la vida de una persona valía muy poco. Una época en la que los samurái la clase noble en el Japón imperial probaban la calidad de sus espadas con prisioneros, o retaban a cualquier persona para comprobar la destreza que tenían con la espada.

Un joven monje tenía que llevar una carta que solo podía entregar el en persona a alguien de algún lejano pueblo del Japón medieval.

Para llegar al pueblo tenía que cruzar por un viejo puente en el que estaba un samurái, el cual para comprobar su fuerza y su valentía se había prometido desafiar a un duelo a muerte  a los cien primeros que se atrevieran a cruzar el puente, con tan mala suerte para el moje que llevaba noventa y nueve, y él iba a ser el número cien.

-Detente te desafío a un duelo a muerte, no intentes huir por que pienso matarte. (Grita el samurái)
-Lo siento pero tengo que entregar en mano esta carta urgente al pueblo de aquí al lado y he dado mi palabra de que la llevaría. Si dejas que me vaya a llevarla te prometo que en cuanto la entregue volveré para aceptar el duelo.

El samurái como también era un hombre de palabra acepto y dejo marchar al moje, y se quedo esperando pensando que cuando el moje entregara la carta volvería.

Cuando el moje entrego la carta se acordó de que no tenia espada para enfrentarse en un duelo, a si decidió ir a casa de su maestro que vivía cerca de allí para que le dejara una espada, ya que dicho maestro antes de ser moje había pertenecido al linaje de los samuráis.

Al llegar a casa del maestro le conto todo lo que había sucedido, y le dijo:
-Maestro nunca he cogido una espada, ya que voy a morir en el duelo, quiero morir con honor, y sin defraudar a mi oponente.
- En efecto vas a morir, no tienes ninguna posibilidad de ganar. Por lo tanto no tienes por qué tener miedo a la muerte, pero te voy a enseñar la mejor forma de morir.

El maestro le enseña a cómo tiene que colocar el sable, que es la forma en la que empieza cualquier duelo de espadas, y le dice que cierre los ojos y se concentre en su cabeza.
- En el momento que sientas un frio cortante en el cuello bajas la espada y todo habrá acabado.
El monje se dirige al puente y cuando llega pone el sable en la posición que le había enseñado su maestro cogiendo la espada como si fuera un pajarillo ni muy fuerte ni muy flojo, con la punta de la espada apuntando la cabeza de su adversario y cierra los ojos.

El samurái al verlo tan tranquilo y cogiendo a la vez firme el sable desconfía, y espera un rato, para ver si el monje decide dar el primer paso, al ver que el monje no se mueve decide dar unos paso. Pero el monje sigue sin inmutarse, y eso le pone cada vez más nervioso.

Habían pasado ya dos horas, y el samurái ya no podía aguantar más la espada. al ver que el monje estaba con los ojos cerrados, pensaba que era por que guardaba un as en la manga.

El monje seguía tranquilo, meditando a la espera de sentir el corte.
Al samurái en cambio le temblaban las manos.

Así que finalmente el samurái agacho la cabeza, bajo el arma y dijo:
-Perdóname la vida, lo siento maestro no lo había reconocido.

 

La vía del guerrero se basaba en un continuo perfeccionamiento. El samurái todo lo que hacía lo convertía en un arte, desde el simple hecho de tomarse un té, a la escritura, pasando por la propia creación de haikus(es un tipo de poesía japonesa).

Reconocer la vida en cada sorbo de aire,
en cada taza de té

En un mundo en el que la muerte día a día te acompañas a cada paso que das, para ellos era verdaderamente importante la meditación, de esa manera, el samurái adquiría una gran disciplina, combinada con una mente clara y una presencia absoluta en todo lo que hacían a cada instante de su vida.

El código del Samurái es un Viaje hacia el interior. Un acercamiento a esta Vieja filosofía, La cual se formo a través de la mezcla de tres antiguas religiones, el budismo, el sintonismo y el confucionismo. Creando a si unas normas que hoy en día viven inspirando a mucha gente.

Esta filosofía Hoy en día no ha muerto todavía es seguida en muchas artes marciales, el aikido, el kiudo(tiro con arco), el kendo(arte de la espada), jiujitsu etc… En la que el estudiante descubre el funcionamiento de su cuerpo, a través de la meditación y el espíritu del bushido.

En la guerra el samurái tenía una gran disciplina que le permitía tanto lanzar flechas con arco a caballo sin detener el caballo, como una gran habilidad con la espada, el bo(palo largo japonés) ect…

Para el samurái era muy importante, tanto su familia, como el honor eran tan importantes que para que no cayera el honor de su familia y el de su daimyō (señor) en desgracia llegaban incluso a quitarse la vida, provocándose el sepuku. Un corte por debajo del estomago



EL CODIGO DEL BUSHIDO



Como todos sabemos los samuráis eran unos guerreros del Japón feudal (Una especie de caballeros medievales como el rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda solo que estos eran una leyenda y los samuráis existieron de verdad en la otra parte del mundo).

Su nombre Samurái en japonés tiene el significado de servir (Algo así como proteger y servir).

Su cometido era servir al Shogun (Emperador) como si fueran soldados era una casta de guerreros pero que solían ocupar su tiempo entre guerras en otros oficios.

Su práctica regular era el entrenamiento en las diferentes artes de la guerra, además de la práctica regular de la meditación para alcanzar el Satori (Iluminación).Su más importante credo era el budismo zen. Y su código de comportamiento y estilo de vida era el “Código del Bushido“ (Se escribieron muchas versiones del código demasiadas para nombrarlos aquí y ahora.

El código del bushido eran unas normas sociales, culturales y técnicas de comportamiento tanto en sociedad como en el campo de batalla. Los samuráis tenían siete principios básicos.

1. GI – Honradez y Justicia
Sé honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la Justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia.
Para un auténtico samurái no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia.
Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.

2. YU – Valor Heroico
Álzate sobre las masas de gente que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir.
Un samurái debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte.
Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.

3. JIN – Compasión
Mediante el entrenamiento intenso el samurái se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los hombres. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos.
Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.

4. REI – Cortesía
Los samurái no tienen motivos para ser crueles. No necesitan demostrar su fuerza. Un samurái es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los animales.
Un samurái recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurái se vuelve evidente en tiempos de apuros.

5. MEYO – Honor
El Auténtico samurái solo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quien eres en realidad.
No puedes ocultarte de ti mismo.

6. MAKOTO – Sinceridad Absoluta
Cuando un samurái dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará.
No ha de “dar su palabra.” No ha de “prometer.” El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer.
Hablar y Hacer son la misma acción.

7. CHUGO – Deber y Lealtad
Para el samurái, haber hecho o dicho “algo”, significa que ese “algo” le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan.
Un samurái es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel.
Las palabras de un hombre son como sus huellas; puedes seguirlas donde quiera que él vaya.