Un guerrero de la luz siempre hace algo fuera de lo común.
Puede bailar en la calle mientras se dirige al trabajo,
mirar los ojos de un desconocido y hablar de amor a primera vista,
defender una idea que puede parecer ridícula.
Los guerreros de la luz se permiten tales días.
No tiene miedo de llorar algunas penas,
ni de alegrarse de nuevos descubrimientos.
Cuando siente que llego el momento, lo abandona todo
y parte hacia su aventura soñada.
Cuando entiende que está en el limite de su resistencia,
sale del combate, sin culparse por haber hecho alguna locura inesperada.
Un guerrero de la luz no pasa sus días
intentando representar el papel que los otros escogieron para él.
Paulo Cohelo