Qué es una novena? Por qué hacerlas en Navidad? Cuál es la diferencia entre Jesús y Cristo? Qué ocurre en cada una de las nueve iniciaciones?
Las novenas son un ejercicio de devoción que se practica durante nueve días para obtener alguna gracia o con una intención. Jesucristo enseñó a orar con insistencia y pidió a los Apóstoles que se prepararan en oración para la venida del Espíritu Santo, después de su Ascensión a los Cielos. De esta experiencia eclesial surge la novena de Pentecostés. La novena de aguinaldos por su parte se inspiró en los nueve meses de embarazo de María.
El nueve denota imperfección y se refiere a los hombres. El diez es el más alto y perfecto y por eso se refiere a Dios. La Novena simboliza la imperfección humana que busca a Dios.
LOS SACRAMENTOS Y LA TRADICION
El fin que se busca con los sacramentos es imprimir en la mente de los asistentes al ritual alguna verdad presentándola como una alegoría. Se dirige a aquellos que sin tales imágenes dejarían de aprender verdades sutiles, por lo que se les muestran en forma vívida y gráfica, dado que de otro modo se les escaparían. Tradicionalmente se realizan novenas previo al nacimiento, del niño Jesús en particular, o posterior a la muerte de cualquier cristiano en general.
Las novenas nos preparan para obtener algún don, en tal sentido se relacionan con los sacramentos. Pero mientras que los sacramentos nos preparaban para la concepción del Ser espiritual (siendo el último el Matrimonio), los Misterios nos preparan para la creación: fusión de dos polaridades. El reto cristiano es convertirse en un ser creativo dento de su cultura, fundamentando todas las costumbres en Cristo. La antigua historia del nacimiento se ha universalizado y considerado como la historia de todo discípulo que se convierte en un portador de luz, así se forma la masa crítica de Servidores planteada por James Redfield en Sus Nueve revelaciones.
LA RESTAURACION DE LOS MISTERIOS
En realidad, los Misterios son la verdadera fuente de la revelación, y sólo cuando la mente y la voluntad al bien estén estrechamente fusionadas y condicionen la conducta humana, así, en esa medida, se podrá captar la futura revelación, pues sólo entonces podrán confiarse tales secretos a la humanidad. Conciernen a esas facultades que permiten a los Miembros de la Jerarquía trabajar conscientemente con las energías del planeta y del sistema solar y controlar las fuerzas, dentro del planeta, que pondrán en su lugar a los poderes síquicos comunes (hoy tan estúpidamente encarados y tan poco comprendidos) y guiarán al hombre para ser utilizados útilmente.
Los Misterios contienen la clave del proceso evolutivo, oculta en números y palabras; velan el secreto del origen y destino del hombre, representando, por medio del rito y del ritual, el largo y largo sendero que debe recorrer. Proporcionan también, cuando están correctamente interpretados y debidamente presentados, la enseñanza que necesita la humanidad para progresar de la oscuridad a la Luz, de lo irreal a lo Real y de la muerte a la Inmortalidad.
Una restauración de los Misterios se orienta a hacerlos vivir con renovado interés en la espiritualidad cristiana, como verdadera introducción a la profundidad del Corazón de Cristo. Esta fue la intención de Juan Pablo II al proponer los Misterios Luminosos.
Dos importantes episodios están relacionados con la restauración de los Misterios por Jesucristo. El conocido como la Ultima Cena y el día de Pentecostés, realizados ambos en un aposento alto. Anticipó las maravillas de la Era de Acuario.
Cada una de las siete iniciaciones principales, pongamos por caso, es una ejemplificación o revelación de una de las cualidades o tendencias de los siete rayos, que está siempre regida y condicionada por cierto rayo, siendo esto uno de los factores que los discípulos deben aprender y comprender mientras se preparan para una iniciación, porque involucra un éxito en el manejo y la manipulación de ciertos tipos de energía divina. Esto atañe a los centros en el cuerpo etérico del discípulo, evidenciando también la misma actividad dual, una vez que se ha hollado el sendero del discipulado y se ha entrado en el sendero de la iniciación.
1ª. Iniciación. Nacimiento: Centro sacro 7º rayo
Comienzos Relación Magia Sexual
2ª. Iniciación. Bautismo Centro plexo solar 6º rayo
Dedicación Espejismo Devoción
3ª. Iniciación. Transfiguración Centro ajna 5º rayo
Integración Dirección Ciencia
4ª. Iniciación. Renunciación Centro cardíaco 4º rayo
Crucifixión Sacrificio Armonía
5ª. Iniciación. Revelación Base de la columna 1º rayo
Surgimiento Voluntad Propósito
6ª. Iniciación. Decisión Centro laríngeo 3º rayo
Fijación Cooperación Intel Creatividad
7ª. Iniciación. Resurrección Centro coronario 2º rayo
El eterno Peregrino Amor?Sabiduría Atracción
8ª. Iniciación. Transición Jerarquía Cuatro rayos menores
Elección Conciencia Sensibilidad
9ª. Iniciación. Negación Shamballa Siete rayos
Siete Senderos Ser Existencia
PRIMERA
La primera iniciación debería considerarse como instituyendo una nueva actitud en las relaciones, lo cual todavía no sucede.
Todas estas relaciones comienzan en su más veraz significado y con un objetivo correctamente entendido, en el nacimiento del “nuevo hombre”. Cristo Se refirió a ello cuando dijo: “Salvo que un hombre nazca de nuevo, no podrá ver el Reino de Dios”. Empleo aquí la terminología cristiana, pero prefiero hablar del “nuevo hombre” en vez de la frase estrictamente cristiana “el nacimiento del Cristo?Niño en el corazón”.
Las personas que no han pasado por la primera revelación se centran sobre la relación dual de los sexos, dando testimonio de ello las novelas, las obras de teatro, las películas y los asuntos de los hombres. La creatividad se expresa principalmente en la propagación de la raza, efectuada por la relación masculina y femenina, o por los polos positivo y negativo de la familia humana. Esto es correcto y bueno y forma parte del Plan divino. Aunque los hombres hayan prostituido sus facultades y envilecido sus relaciones, el plan básico es divino e ideal. Después de la primera iniciación, toda la relación sexual se transfiere gradual y constantemente al lugar que corresponde, como una mera fase natural de la existencia en los tres mundos y como uno de los apetitos normales y correctos, pero el énfasis cambia. La experiencia y la analogía superiores y aquello de lo cual el sexo físico es sólo el símbolo, se hace evidente. En lugar de masculino y femenino, surge la relación magnética entre la ahora negativa personalidad y el alma positiva, con la creatividad consiguiente en los planos superiores. El centro coronario y el centro entre las cejas (ajna) son los agentes de esta relación y eventualmente -por medio del cuerpo pituitario y la glándula pineal- condicionan la personalidad, permitiendo su fusión con el alma.
La energía del centro sacro (el centro más involucrado y activo en el momento de la primera iniciación) debe ser transmutada y elevada al centro laríngeo, transformando así el acto creador físico en el proceso creador que produce lo bueno, lo bello y lo verdadero.
SEGUNDA
Entre la primera iniciación del Nacimiento de Cristo y el comienzo del consciente desenvolvimiento de percepción y vida crísticas, la vida del iniciado ha tenido una pronunciada reorientación. Ahora es capaz de adherirse en forma igualmente pronunciada y a menudo fanática, al programa de aspiración y dedicación al bien (tal como lo ve en esta etapa). Está simbolizado en el relato sobre Jesús, donde a los doce años era tan consciente de que “debía ocuparse de los asuntos de su Padre”, que desafió y causó angustia a Sus progenitores, asombró a quienes eran mayores que Él, por Su aplomo y conocimiento espirituales, lo cual contrarrestó yendo a Galilea y “subordinándose” a Sus progenitores.
La forma puramente atlante del proceso iniciático, nos da un concepto del descenso en el agua y el ascenso fuera del agua, en respuesta a una Palabra de Poder desde lo alto. El acercamiento ario a esta misma iniciación no ha sido todavía plenamente comprendido.
La segunda iniciación -tal como se lleva a cabo ahora- es hasta cierto punto una de las más difíciles. Involucra la purificación, pero la purificación por el fuego, simbólicamente comprendido. La oculta “aplicación del fuego al agua” produce resultados muy serios.
El agua, bajo la acción del fuego, “es reducida a vapor, siendo el iniciado sumergido en las nieblas y las miasmas, los espejismos y las brumas”. El iniciado debe salir de esta niebla y espejismos, y de las actuales brumas de los asuntos humanos saldrá también eventualmente la humanidad.
En la segunda iniciación es concedida una visión de un enfoque superior y su lugar en el todo mayor empieza lentamente a revelarse. Una nueva creatividad y un nuevo enfoque son las metas inmediatas, y la vida para el discípulo ya no puede volver a ser la misma. Las antiguas actitudes y deseos físicos pueden a veces asumir control; el egoísmo puede seguir desempeñando una parte importante en su expresión de la vida, pero -subyacente en ellos y subordinándolos- habrá un profundo descontento acerca de las cosas tal como son, y angustiosos sufrimientos de fracaso. En este punto el discípulo aprende a utilizar el fracaso y a reconocer ciertas diferencias fundamentales entre lo natural y objetivo y lo sobrenatural y subjetivo. La segunda iniciación involucra siempre como antecedente, una vida útil y consagrada, y una manifiesta determinación de entrar en el campo del servicio mundial. También debe haber humildad y expresar el conocimiento de la divinidad que existe en todos los hombres.
TERCERA
El punto culminante del desenvolvimiento estrictamente humano-, los tres tipos de energía expresados por medio de la Tríada espiritual,pueden empezar -únicamente empezar- a afluir por intermedio del reflejo de sí misma en los tres mundos. Expondré esto de la manera siguiente:
1. La energía directriz de la mente superior -como resultado de la Iniciación de la Transfiguración y vía el antakarana- es lanzada al cerebro; por lo tanto, el hombre en el plano físico es guiado, dirigido y controlado por el propósito grupal y por el plan jerárquico.
2. La energía iluminadora de la razón pura, que emana del plano búdico, desciende al cuerpo clarificado y organizado, de respuesta sensible, todo lo que queda del denominado cuerpo astral. Esto produce la total liberación del espejismo y la creación de “un límpido depósito de tan razonable respuesta al amor de la relación divina”, que el iniciado se convierte en revelador sensible de ese amor.
3. La energía dinámica del plano átmico (el aspecto más elevado de la Tríada espiritual) afluye a la mente, y empieza lentamente a revelar la voluntad al bien, que es esencialmente la voluntad de Dios.
Detrás de estas tres diferenciaciones que son todas expresiones o aspectos de la mente divina o universal, el iniciado siente tenuemente o llega a darse cuenta conscientemente, de lo que se ha denominado Mónada, Espíritu o Vida. Ello es sutilmente revelado en la Iniciación de la Transfiguración recibida por el Maestro Jesús, que, en bien de la humanidad, volvió a pasar por las cinco iniciaciones humanas. En esta representación dramática de la tercera iniciación, los tres discípulos (o los tres vehículos de la personalidad) se prosternaron, y el Maestro Mismo (la personalidad glorificada) se transfiguró ante ellos. En este punto culminante oyeron lo que se llama “la voz del Padre” hablándole a Jesús transfigurado.
La nota clave es correcta dirección, resultado de la correcta reacción a la intención jerárquica y a los mandatos de la propia alma. Se descubre que ambas, integración y dirección, requieren comprensión del conocimiento oculto y científico. Entonces trabaja como científico y, por esta razón, las tres notas clave de su vida como iniciado -antes e inmediatamente después de la tercera iniciación- están condicionadas y dirigidas por la mente; entonces el plano mental se convierte en el campo de su principal esfuerzo como servidor.
CUARTA
Prefiero la palabra “renunciación” a la palabra “crucifixión”, porque ésta última destaca simplemente el sufrimiento soportado por el iniciado cuando renuncia a todo aquello que es de naturaleza material y se convierte en un miembro permanente, que no fluctúa (si puedo usar tal término) y es inmutable en el quinto reino de la naturaleza, el reino de Dios, que esotéricamente se le denomina Jerarquía.
La crucifixión encierra el concepto de sufrimiento físico extremo, en forma prolongada; sus últimas “tres horas”, de acuerdo con el relato bíblico, tipifican los tres planos de nuestra evolución. El discípulo renuncia a los tres planos, por lo tanto es crucificado en los tres planos. Esto significa el fin de una vida, y desde el ángulo cósmico, el fin de la vida de la personalidad del alma, durante muchas encarnaciones
Una enorme experiencia es concedida al iniciado en este momento; comprende (porque ve y sabe) que el puente ha sido exitosamente completado y que allí hay una línea directa de energía desde la Triada espiritual hasta su mente y cerebro, vía la abstracción. Esto pone en el primer plano de su conciencia, el reconocimiento repentino y asombroso de que el alma misma, el cuerpo egoico en su propio nivel, y lo que durante edades ha sido la supuesta fuente de su existencia, su guía y. mentor, ya no es necesario; como personalidad fusionada con el alma tiene ahora relación directa con el espíritu. Se siente despojado e inclinado a exclamar -como lo hizo el Maestro Jesús- ¿”Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?”Pero hace la renunciación necesaria y el cuerpo causal, el cuerpo del alma, es abandonado y desaparece. Ésta es la renunciación culminante y el máximo gesto de edades de pequeñas renunciaciones; la renunciación marca la carrera de todos los aspirantes y discípulos -la renunciación, conscientemente enfrentada, comprendida y realizada.
Todo iniciado que hace esta renunciación y soporta la consiguiente crucifixión, está en situación de decir, como lo dijo el primero de nuestra humanidad “Yo, si fuera elevado, atraeré a todos los hombres hacia Mí”. Así habló Cristo. El iniciado es ascendido, por su renunciamiento -hecho por medio de la “sangre del corazón”- al mundo de los fenómenos materiales, pues se ha liberado de todo deseo e interés por los mismos, y de cualquier aferramiento que aún pudieran tener sobre él. Ha logrado desapegarse totalmente. Es interesante observar que el Maestro Jesús pasó por la iniciación de la renunciación, mientras que al mismo tiempo Cristo era elevado a la séptima o Iniciación de la Resurrección. Así, los dos relatos de estos dos grandes discípulos son paralelos -uno sirviendo tan obedientemente a lo Mayor, y Cristo sometiendo Su voluntad a la de Su Padre, en los Cielos.
El concepto del sacrificio ha compenetrado toda la enseñanza acerca de la Crucifixión o la Iniciación de la Renunciación, tanto en Oriente como en Occidente. Ésta es una idea del sacrificio, asociada a los conceptos dolor, agonía, sufrimiento, paciencia, prolongación y muerte. Sin embargo, la verdadera raíz de la palabra sigue siendo la misma y contiene el verdadero significado: “Sacro”, sagrado, eso es lo que en verdad sucede al iniciado; es “hecho sacro”; es “apartado” para el desarrollo espiritual y el servicio. Es apartado de lo natural, material, trasmitido, destructivo, obstaculizador, y de lo que traba y disminuye la debida actividad para lograr lo nuevo. Aprende a definir la Plenitud, que es su derecho y prerrogativa divinos.
Recuerden siempre en su vida diaria, que este proceso de renunciación, que implica la crucifixión del yo inferior, es sólo posible si se practica el desapego todos los días. La palabra “desapego” es sólo un término oriental para nuestra palabra “renunciación”. También quisiera que se acostumbren a la crucifixión, a sufrir con desapego, sabiendo que el alma no sufre en absoluto, y que no habrá dolor ni agonía para el Maestro que haya alcanzado la liberación.
QUINTA
El Maestro, por estar dotado de una plena comprensión del pasado, de una sólida apreciación de lo que tiene que ofrecer en servicio a la humanidad y de un sentido de expectativa, permanece simbólicamente en el Monte de la Ascensión. Durante el precedente ciclo de vidas de servicio iniciático para la humanidad, Él ha oído varias veces “la Voz del Padre”. Ésta es una frase simbólica que indica el contacto con ese aspecto de sí mismo responsable de la aparición de su alma y de su largo ciclo de encarnaciones: la Mónada, el Espíritu, el Uno, la Vida, el Padre. Cada vez que esa Voz habló, impartió reconocimiento. En realidad es la voz del Iniciador en el Cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Todas las visiones anteriores del Maestro lo han conducido a este elevado punto de expectativa; ya sabe donde está Su campo de servicio -dentro de la Jerarquía, trabajando para bien de todos los seres vivientes. También sabe que aún debe progresar, avanzar y que Lo enfrenta la gran Iniciación de la Decisión (la sexta) para la cual debe prepararse.
Puede trabajar a través de un cuerpo físico (con sus envolturas sutiles) o no, como lo juzgue conveniente. Comprende, como individuo, que no necesita ya un cuerpo físico o una conciencia astral y que la mente es sólo un instrumento de servicio. Funciona ahora en un cuerpo de luz que posee su propio tipo de sustancia. Sin embargo, el Maestro puede construir un cuerpo que le permitirá acercarse a Sus discípulos que entran y también a los que han recibido las iniciaciones superiores; cuando es necesario construirá normalmente Su cuerpo a semejanza de la forma humana, haciéndolo instantáneamente y por un acto de la voluntad.
Las siguientes tres frases caracterizan a las crisis de decisión enfrentadas por el Maestro después de la cuarta iniciación y que ocupan el lugar de las crisis de discriminación, que preceden esa etapa:
Percepción del Plan.
Participación en el Propósito.
Prevención del mal.
Estas decisiones están basadas, primero, en la buena voluntad hacia todas las formas en los tres mundos y, segundo, en la voluntad al bien que impulsa y complementa los tres aspectos creadores y manifestantes de la divinidad.
Estamos hablando de cosas muy profundas; es conveniente recordar que todas las crisis en el mundo material -las individuales y las relacionadas con la entera humanidad- están regidas por el Principio de Conflicto, mientras que las crisis en el mundo espiritual están controladas por el esotérico Principio de la Decisión.
SEXTA
En la sexta iniciación el Maestro llega a comprender la naturaleza de la creación, a percibir la razón de por qué se manifiesta la inteligencia en las formas sustanciales y su creación, a fin de proporcionar formas para el Ser y la Vida, y conocer la cualidad de lo que Él, en el futuro, debe crear y creará.
Los Maestros, en la sexta Iniciación de la Decisión, enfrentan campos de servicio donde tendrán que “impartir, fortalecer e iluminar aquello que está ya fusionado, fortalecido y pleno de luz, pero que necesita lo que Ellos traen, a fin de expresar al Todo omniabarcante”.
En la sexta iniciación tiene lugar un gran momento de interés básicamente histórico. Todos los Maestros iniciados de sexto grado, se reúnen en cónclave, y antes de tomar su decisión final (que Los sacará probablemente del Sendero del Servicio en la Tierra) proponen la medidas que la Jerarquía deberá tomar, las cuales afectarán drástica y permanentemente al planeta en el que han vivido y para el cual han trabajado.
En la sexta iniciación los Maestros que participan en ella, no están ya bajo la jurisdicción de la Jerarquía. No pertenecen a Ella. Su prolongada vinculación en la Jerarquía es trasladada a un centro superior y transferida a Shamballa, a no ser (como en el caso de Cristo) que elijan el Sendero de Servicio en la Tierra y retornen para trabajar con las evoluciones de nuestro planeta; hay muchas de esas evoluciones y varios reinos en la naturaleza fuera del humano, incluyendo la evolución dévica o angélica.
Entre la sexta y séptima iniciaciones tiene lugar “un intervalo de divina fusión”; una imagen elemental y algo distorsionada de esta crítica fusión la da El Nuevo Testamento, donde se relata la experiencia pasada por Cristo en el Huerto de Getsemaní.
Cuando se dice en El Nuevo Testamento que “los ángeles vinieron y sirvieron a Cristo”, la correcta implicación es que quienes moran y trabajan en Shamballa emplean este período para instruir al iniciado que ha tomado su decisión por haber expresado su naturaleza divina y la significación del propósito divino.
En las tres iniciaciones finales, al Maestro le son sucesivamente reveladas las significaciones de la creación, de la cualidad y del propósito, y lo que hace posible la revelación no sólo es la acción del Iniciador Uno y del grupo iniciador (cuando es requerido tal grupo), sino que el factor principal lo constituye la desarrollada sensibilidad del iniciado mismo -desarrollada a través de muchos eones de vidas y de experiencia vital.
SEPTIMA
La palabra “resurrección” tiene un profundo significado latente en su derivación, y pocas veces se ha puesto el énfasis sobre él. Su interpretación común es que la palabra deriva de “re”, nuevamente y “surgere”, elevar, por lo tanto significa elevarse nuevamente. Sin embargo, al consultar el diccionario vemos que el prefijo significa levantarse “volver a un estado original”. Este retorno está descripto en El Nuevo Testamento en el relato del Hijo Pródigo y dice: “Me levantaré e iré a mi Padre”, y en el relato de la resurrección, donde el Maestro Jesús se levantó de la tumba, y no pudieron retenerlo las cadenas de la muerte. En el momento de Su “elevación”, tuvo lugar un acontecimiento mucho más importante, y el Cristo pasó por la séptima Iniciación de la Resurrección, volviendo a Su estado original del Ser -para permanecer allí a través de todas las eternidades. Ésta es la resurrección verdadera y final. El Hijo de Dios ha encontrado Su camino de retorno al Padre y a Su fuente de origen, ese estado de Existencia denominado Shamballa. La conciencia de la Vida universal le pertenece, la cual es algo más que simple conciencia de la inmortalidad, porque la idea o concepto de mortalidad no está en absoluto contenida en ella. Muchas muertes tuvieron lugar dentro del ciclo milenario de vidas del iniciado:
En esa importante resurrección ya no prestan servicio; el Maestro no necesita centros de energía, y Su conciencia es trascendida y se trasforma en un tipo de percepción, desconocida por quienes no han experimentado esas iniciaciones. Si elige tomar un vehículo físico (como muchos lo harán cuando Cristo reaparezca y la Jerarquía se exteriorice en la Tierra), el Maestro “actuará de lo superior a lo inferior”.
Al igual que su gran Maestro, el Cristo, cuando trata de servir a la humanidad, “desciende al infierno”, el infierno del materialismo y de la vida del plano físico, y allí trabaja para la continuación del Plan. Leemos en la enseñanza cristiana que “Cristo descendió al infierno y enseñó durante tres días a los espíritus prisioneros”. Esto significa que Cristo trabajó con la humanidad en los tres mundos durante un breve período de tiempo, pero fue llamado (teniendo en cuenta Su excepcional tarea de personificar el principio amor de la divinidad por primera vez en la historia del mundo), a ser el Guía de la Jerarquía.
OCTAVA
En la octava Iniciación de la Transición es revelado al Maestro el propósito de toda nuestra actividad planetaria, y todos los Maestros o Iniciados de la octava iniciación (actuando por medio de la Jerarquía o en Shamballa) son necesarios para estimular el punto de tensión del nuevo iniciado, a fin de ser posible la revelación.
El Maestro, cuando toma Su decisión y elige uno de los siete senderos, que forman conjuntamente el antakarana planetario, está obligado a hacerlo por la acumulación del karma pasado. Todo mal karma ha sido necesariamente agotado, pero Su buen karma acumulado, hace inevitable Su decisión final; desde el instante de la decisión, queda totalmente libre y liberado de todos los aspectos y las formas de karma planetario, más grande y más vasto que Su pequeño karma individual, sea bueno o malo. Entonces, resume en Sí mismo toda experiencia pasada. A no ser que elija deliberadamente el Sendero del Servicio en la Tierra y decida permanecer dentro del campo, alcance o influencia de la Vida planetaria.
Ni Él mismo conoce las condiciones a las cuales Su “decisión” Lo compromete, o en la que tendrá que penetrar; sin embargo conoce y “se apropia del hecho y de las facultades” (según un Maestro lo ha expresado) que otorgan completa revelación y futura oportunidad.
NOVENA
En la novena Iniciación de la Negación, la revelación presentada al Maestro concierne a la naturaleza del Ser y de la existencia.
La novena iniciación (la de la Negación) no tiene en sí ningún elemento de renunciación. No es negación a la posesión, porque el iniciado se halla en una etapa en que no pide ni retiene nada para el yo separado. En esta iniciación planetaria final, el Maestro es enfrentado con lo que podría llamarse mal cósmico, con ese depósito de mal que cíclicamente inunda al mundo, y también con el grupo masivo de Maestros de la Logia Negra, negándose a reconocerlo. De esto me ocuparé más adelante cuando trate de esa iniciación particular.
LAS INICIACIONES Y LA REVELACION
Sería conveniente observar que una iniciación es, en realidad, una crisis, un acontecimiento culminante, que sólo se produce realmente cuando el discípulo ha aprendido a ser paciente, resistente y sagaz, al surgir de las numerosas y menos importantes crisis precedentes. La iniciación es un episodio culminante, debido a la disciplina autoinspirada, a la que el discípulo se ha obligado a ajustarse.
La iniciación es “una secuencia progresiva de impactos de energía dirigidos”, los cuales están caracterizados por puntos de tensión que conducen inevitablemente a puntos de crisis; todo el proceso está regido por la Ley de Causalidad.
Son necesarias tres energías para ser empleadas por el iniciado que busca la revelación; cualquiera sea la revelación o la categoría del discípulo, o la iniciación que enfrenta, estas tres energías entrarán en actividad, y son
La energía generada por el discípulo.
La energía proveniente de la Tríada espiritual.
La energía del ashrama al cual está afiliado.
Tres energías principales comienzan a hacer impacto en la mente inferior del que busca la revelación y son:
La energía que impulsa las ideas.
La energía de la intuición.
La energía dinámica de la voluntad.
El conocimiento de la naturaleza de la voluntad, en su verdadero sentido, sólo llega después de la tercera iniciación. A partir de ese momento, el iniciado expresa acrecentada y firmemente el primer aspecto divino, la Voluntad, y el empleo correcto del Poder, La voluntad desarrolla siempre el propósito. El propósito es revelado lenta, muy lentamente, al iniciado durante las cinco iniciaciones finales, y esto es posible sólo después de la Iniciación de la Renunciación. En ese momento el iniciado dice, al unísono con el gran guía de la Jerarquía, el Cristo: “Padre, no mi voluntad sino la Tuya sea hecha”. Por lo tanto les pediría a todos reflexionar sobre la diferencia que existe entre: Autovoluntad. Determinación. Firmeza de propósito. Voluntad. Voluntad espiritual. Voluntad divina.
Es esencial, que algún conocimiento empiece a llegar al público acerca del centro espiritual más elevado al cual el Cristo Mismo obedecía. Frecuentemente leemos en El Nuevo Testamento que “el Padre le habló”, que “oyó una voz” y que el sello de la afirmación le fue conferido. Existen cinco evidentes crisis de iniciación que conciernen al Maestro Jesús a medida que, paso a paso, repitió las cinco iniciaciones. Detrás de esta evidente y práctica enseñanza, existe una corriente o hilo oculto de la revelación superior. Concierne a las realizaciones del Cristo influyente cuando captó la Voz que se oye en la tercera, quinta, sexta y séptima iniciaciones. El Evangelio nos describe las cinco iniciaciones del Maestro Jesús, comenzando por la primera y terminando por la quinta. También nos da las iniciaciones de Cristo, comenzando por la segunda y terminando por la séptima.
Hay tres grandes energías enfocadas en Shamballa, el sitial del fuego: la purificadora, la destructura y la organizadora. Estas tres energías están simbolizadas tenuemente en la vida de Cristo, cuando ejercían influencia sobre el Maestro Jesús, hace dos mil años.
El aspecto purificador de la fuerza monádica está indicado en el episodio del Bautismo; el aspecto destructor puede observarse expresándose a sí mismo en el momento de la crucifixión, cuando rasgó de arriba abajo el velo del Templo. El episodio que indica la energía organizadora y la relación entre la voluntad espiritual del Cristo y el propósito y la voluntad del Padre, aparece cuando exclamó en el huerto de Getsemaní: “Hágase Tu Voluntad y no la mía”.
Si se estudian las nueve iniciaciones y son consideradas como un proceso de libertades alcanzadas con gran esfuerzo se verá que cada una marca definidamente un punto de realización y, que todo el tema de la iniciación adquiere nueva belleza y es digna del dolor y la lucha para su obtención.
Primera Iniciación. El Nacimiento. Liberación del Control del cuerpo físico y sus apetitos.
Segunda Iniciación. El Bautismo. Liberación del control de la naturaleza emocional y de la sensibilidad egoísta del yo inferior.
Tercera Iniciación. La Transfiguración. Liberación del antiguo autoritarismo de la triple personalidad, marcando un momento culminante en la historia de todos los iniciados.
Cuarta Iniciación. La Renunciación. Liberación del propio interés y renunciamiento de la vida personal en bien del todo mayor. Hasta la conciencia del alma deja de tener importancia y es reemplazada por una percepción más universal, cercana a la Mente divina.
Quinta Iniciación. La Revelación. Liberación de la ceguera- que permite al iniciado ver una nueva visión. Esta visión concierne a la Realidad, que está más allá de cualquier otra, sentida o conocida hasta ahora.
Sexta Iniciación. La Decisión. Libertad de elección. He tratado estas elecciones en otra parte de este libro.
Séptima Iniciación. La Resurrección. Liberación del aferramiento de la vida fenoménica en los siete planos de nuestra Vida planetaria, siendo, en realidad, la “elevación fuera del plano físico cósmico, o sobre él”.
Octava Iniciación. La Transición. Libertad de la reacción de la conciencia y liberación hacia un estado de percepción, una forma de reconocimiento consciente que no tiene relación con la conciencia, según se comprende dicho término. Podría considerarse como la total liberación de la sensibilidad, habiendo sin embargo pleno florecimiento de esa cualidad que denominamos inadecuadamente “compasión”.
Novena Iniciación. La Negación. Liberación de todas las formas posibles de tentación, particularmente en lo referente a los planos superiores.
En realidad, la meta de la liberación es el incentivo principal para hollar el sendero de retorno. Una de las cosas más espiritualmente excitantes que tienen lugar en el mundo actual es el empleo, en cada país, de la palabra LIBERTAD; el gran discípulo, Franklin Delano Roosevelt, “introdujo esta palabra en un sentido nuevo y más universal”, teniendo ahora un significado más pleno y profundo para la humanidad.