· Siéntate en la postura que estés más cómodo: postura del sastre, de medio loto, loto, zazen o sentado. La columna vertebral debe estar muy derecha, la barbilla algo recogida para que la nuca esté estirada. No dirijas la respiración, déjala fluir con naturalidad por la nariz, con la boca cerrada. Observa como se produce este proceso sin intervenir en absoluto.
· Observa cuando te llenas y cuando te vacías, cuando entra el aire rozando las aletas de la nariz y cuando sale algo más caliente. Nota si tu respiración es larga o corta, agitada o relajada, profunda o superficial. Intenta percibir ese instante de quietud en el que la inhalación llega a su fin y a la quietud antes de convertirse en exhalación. En ese punto de equilibrio cuando la inhalación concluye para convertirse en exhalación o cuando ésta termina para convertirse en inhalación, es cuando todo se serena y encuentras la vivencia de tu ser.
· Para mantener la mente pendiente de la respiración, deja que todos los pensamientos que te llegan a la mente, salgan de ésta como el aire que respiras. También puedes contar las inhalaciones en ciclos de 1 al 10 con el fin de ir mejorando tu concentración. Al exhalar no cuentes. Te puede ayudar el visualizar el número cada vez que inhalas. Cuando exhalas borras la imagen del número. Si pierdes la cuenta por desconcentración, empieza a contar desde el principio. Alternativamente puedes llevar tu concentración al movimiento del vientre con cada respiración. Siente como el abdomen se hincha y como se contrae.
· Si te distraes o sientes alguna molestia en tu cuerpo, obsérvalo sin emitir ningún juicio ni análisis, sin entrar en el agrado o desagrado de lo que te ocurre. Luego vuelve, dulcemente a la concentración principal en tu respiración.
Lleva la actitud generada con la práctica meditativa al resto del día. Vive el día con intensidad y conciencia. Presta atención a cada cosa que hagas, centrándote en ello como si fuera lo único que existe. Ten consciencia de tu ser en todo momento. Desde ahí, observa tus sensaciones físicas, tus emociones y tus pensamientos. Cuando te distraigas por pensamientos que te proyectan al futuro o al pasado, date cuenta de este hecho y vuelve al presente. Para ello te puede ayudar el centrarte en la percepción de tus sensaciones corporales.