Dentro de la filosofía tradicional de la India existen cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire y éter. En la relación macrocosmos-microcosmos que establece en el ser humano un reflejo del Universo, encontramos estos cinco elementos:
Fuego en el ombligo, donde el calor gástrico cuece los alimentos, en India considerado plexo solar. También en el corazón que distribuye el fuego en el cuerpo.
Aire en la región de los pulmones y garganta que inspiran, y distribuyen y exhalan el aire en el cuerpo.
Y éter en la cabeza.
De nuevo en las manos encontramos la misma distribución.
El meñique corresponde a la tierra.
El anular al agua.
El corazón al fuego.
El índice al aire.
El pulgar al éter.
Las manos, como hemos dicho, presentan una simbología y un significado propio y universal. El dedo corazón se llama así porque en él comienza o concluye el meridiano que lo une con el corazón. El dedo índice representa al yo. Por eso es el dedo que levantamos para simbolizarnos. Es el dedo que corresponde al elemento aire o a la respiración en nuestro cuerpo, y la respiración ha dado nombre en griego (“psique”, “neuma”) o en sánscrito (“atman”) al alma. El dedo anular es el del anillo de compromiso y corresponde al bajo vientre, a la zona reproductora del cuerpo. El dedo pulgar corresponde al éter, en nuestro cuerpo la cabeza, en el universo lo más elevado: Dios.
A la luz de estos significados, podemos interpretar los gestos o “mudras” de las manos. El pulgar en alto significa afirmación, lo positivo, el acuerdo. Igual el índice con el pulgar: el ego en su unión con el Todo.
También las manos como conjunto presentan sus significados universales: la mano abierta hacia arriba significa amistad y saludo, transmite confianza. Abierta hacia abajo significa don o regalo. Ambas palmas juntas ante el pecho significa concordia.