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jueves, septiembre 16, 2010
HISTORIAS ZEN El corazon que resiste
La historia habla de un gran comandante llamado Kanshin, quien vivió en China en la dinastía Han.
Kanshin era un chico de una familia humilde y desde pequeño se vio obligado a abandonar el nido familiar para trabajar como empleado doméstico y así poder alimentarse. Trabajaba desde que salía el sol hasta que se ponía, casi sin descanso. Pero Kanshin tenía un sueño, convertirse en un gran guerrero, así que con el duro trabajo que desempeñaba, ahorró y se compró una espada.
Debido a su sueño, renunció a su empleo y vivió de lo que él recogía de la naturaleza, frutas del bosque, peces del río…pero siempre con su espada. Un día un grupo muy numeroso de gente malvada increpó a Kanshin.
El líder de la banda de forma muy altiva le dijo: ¡ Oye ¡ Siempre estás caminando, como si fueras un hombre muy fuerte con tu espada amarrada a la cintura, pero seguro que eres un cobarde. Demuestra que no lo eres y atácame a mí.
Kanshin le contestó:
“ Tengo un sueño, deseo hacer algo con mi vida, así que no tengo intención de matar a nadie por algo tan estúpido”
El líder furioso gritó:
“ ¿ Estúpido ? ¡ Te voy a mostrar quién es estúpido!, los cobardes como tú sólo hablan. Si no vas a actuar, ¡ tendrás que gatear entre mis piernas!
Kanshin era un joven fuerte con mucha confianza pero tenía claro que no se iba a involucrar en un asesinato y tirar por la borda sus ilusiones sólo para satisfacer los deseos de una pandilla. Había aprendido a tener paciencia y a resistir.
Con humildad, se arrastró entre las piernas del pandillero mientras sus acompañantes le gritaban ¡Cobarde, cobarde!. Cuentos y fábulas budistas.
Kanshin, ni se entristeció, ni sintió ira, se sintió contento porque gracias a su sabia decisión podía seguir luchando por cumplir su sueño. A partir de ese día se dio cuenta que su mente empezó a cambiar.
Más tarde Kanshin se mudo a la capital e ingresó en la armada de la dinastía Han convirtiéndose en un gran comandante gracias a su habilidad con su afilada espada, llevando a los Han a la victoria. Como recompensa se le regaló un gran castillo.
Un día Kanshin como gratitud convocó a la gente para darles las gracias y también llamó al pandillero de la villa que lo obligó a pasar entre sus piernas. El pandillero fue convencido que le esperaba la pena de muerte como castigo.
Delante de los invitados kanshin dijo:
“Hace mucho tiempo, este hombre me causó una gran vergüenza forzándome a que me arrastrara de manos y pies entre sus piernas. Estuve tentado de matarlo, pero gracias a mis sueños no lo hice, soporté sus insultos. Lo cierto es que hoy en día soy el resultado de lo que mi corazón pudo resistir entonces. Por lo cual, ni guardo rencor, ni desprecio a este hombre. Todo lo contrario, le estoy agradecido. Ahora deseo que ustedes detengan sus tontas venganzas y capaciten sus corazones para que puedan vivir sus más preciadas ambiciones”.
Lo que nos enseña esta historia es que a veces aprendemos más de nuestros enemigos que de nuestros amigos.