Kundalini Shakti, la energía "femenina", es el vasto potencial de energía psíquica presente en todos nosotros. Normalmente se simboliza como una serpiente enrollada (kundalini significa enrollada) tres veces y media, con su cola en la boca y girando en el axis central (sacro o hueso sagrado) en la base de la columna vertebral. Esta serpiente que duerme enroscada en el adepto, es la serpiente que el Tantra busca despertar.
Este poder (shakti), que permanece adormecido en la base de la columna vertebral, hasta que la despertamos, tanto de forma espontánea como a través de técnicas yóguicas. Cuando se despierta se eleva como un rayo a través del nadi central Sushumna. En el interior de sushumna nadi se sitúa el vajrini nadi, y en el interior de este se sitúa el citrini. Al final del citrini se encuentra la puerta conocida como brahma-dvara, que da paso a kundalini en su ascenso hacia el sahasrara chakra. Este ascenso dota al individuo de una conciencia más allá de la percepción ordinaria, y poderes (siddhis) más allá de las habilidades normales.
El Kundalini Yoga consiste de ejercicios o posturas (asanas) con ejercicios especiales de respiración (pranayama), gestos de dedos y manos (mudras), contracciones corporales (bhandas), entonación de mantras y meditación. El despertar de Kundalini y la manifestación de sus poderes es el objetivo primordial de la práctica de Kundalini Yoga.
Se Sabe que las técnicas básicas del Kundalini Yoga evolucionaron en los monasterios de la India y el Tíbet a lo largo de un periodo de miles de años. Allí los rishis (sabios videntes) probaron y perfeccionaron sistemáticamente los movimientos precisos, las posturas, sonidos y respiración que activan distintas partes del cuerpo y el cerebro para producir resultados específicos.
Cuando está lista para desenrollarse, Kundalini asciende a través del nadi Sushuma atravesando los chakras para unirse por encima de la corona de la cabeza con Shiva, la Pura Consciencia que impregna todo el Universo.
Este despertar o desenrollamiento del poder serpentino, como también se conoce a Kundalini, puede producirse de forma espontánea en algunos casos. El más conocido de ellos, convertido en un clásico a nivel mundial es el del hindú Gopi Krishna que nos dejo sus experiencias escritas en un libro (hay una edición en castellano, «Kundalni, el yoga de la energía», publicado por Kairós). En los siguientes apartados transcribo algunos párrafos de esa experiencia y de sus efectos, que cuando no son adecuadamente controlados pueden producir daños importantes en la persona, tanto físicos como psíquicos.
El despertar repentino de Kundalini en alguien cuyo sistema nervioso haya alcanzado la fase madura de desarrollo como resultado de una herencia favorable, un modo de vida correcto y una aplicación mental adecuada es capaz, a menudo, de crear un efecto muy desconcertante en la mente. Su causa, aunque extremadamente simple, puede que no sea fácilmente aceptable por el intelecto actual, que trata la mente humana como un producto en definitiva cerrado, que según algunos depende exclusivamente de la actividad de las células cerebrales, comenzando y terminando por el cuerpo; y según otros, todavía, depende de la existencia de un alma individual e inmortal en el cuerpo. Sin entrar en discusión sobre la exactitud de estas hipótesis planteadas para explicar la existencia de la mente, basta con decir que, según las autoridades del Yoga, la actividad del cerebro y del sistema nervioso, sin tomar en consideración si proviene de una fuente espiritual existente por sí misma y eterna o de un alma encarnada, depende de la existencia en el cuerpo de un elemento vital sutil llamado prana, que penetra en cada célula de cada tejido y líquido del organismo, del mismo modo que la electricidad penetra en cada átomo de una batería.
Este elemento vital tiene un complemento biológico al igual que el pensamiento lo tiene en el cerebro, en forma de una esencia bioquímica fina de naturaleza muy delicada y volátil, extraída por los nervios de la masa orgánica circundante. Después de su extracción, esta esencia vital reside en el cerebro y en el sistema nervioso, y es capaz de generar una radiación sutil que es imposible aislar en los análisis de laboratorio. Circula por el organismo como flujo motor y sensación, dirigiendo todas las funciones orgánicas del
cuerpo, penetrando y accionada por la supra-inteligente energía vital cósmica, o prana, por la que se ve afectada continuamente, al igual que la capa química de una placa fotográfica se ve afectada por la luz.
Con el despertar de Kundalini, esta estructura sufre una transformación radical que afecta a todo el sistema nervioso, y como consecuencia otros y más amplios grupos de nervios se ven incitados a la actividad, lo cual lleva a la transmisión de un suministro enormemente incrementado de una forma más concentrada de radiación pránica al cerebro extraída de una zona muy amplia del cuerpo. Los efectos transcendentales de este flujo enormemente incrementado de una nueva forma de corriente vital a la cavidad encefálica a través de la médula espinal, antes de que el sistema se acostumbre completamente a él, cabe imaginarlos considerando los efectos de un incremento repentino del flujo de sangre al cerebro, como son por ejemplo la debilidad, la insensibilidad total, la excitación, la irritabilidad o, en casos extremos, el delirio, la parálisis o la muerte.
El despertar puede ser gradual o repentino, variando en intensidad y efecto según el desarrollo, la constitución y el temperamento de cada individuo; pero en la mayoría de casos provoca una mayor inestabilidad de tipo emocional y una mayor tendencia a las condiciones mentales anormales en el sujeto, debido principalmente a una herencia corrompida, a formas erróneas de conducta, o a una falta de moderación de cualquier tipo. Dejando aparte los casos extremos, que terminan en la locura, esta generalización se aplica a todas las categorías de hombres en que Kundalini está más o menos activo congénitamente, y que abarca a los místicos, los médiums, los genios, y los individuos de un desarrollo intelectual o artístico excepcionalmente alto que distan muy poco de ser genios. En el caso de que el despertar ocurra de repente como resultado del Yoga o de otras prácticas espirituales, el impacto repentino de fuertes corrientes vitales en el cerebro y otros órganos van a menudo acompañado de un grave riesgo y estados mentales extraños, y varían en cada momento, mostrando al principio las peculiaridades anormales de un médium, a la vez místico, genio y loco.
Se declaró que Kundalini representa la energía vital cósmica que se encuentra inactiva en el cuerpo humano y que está enroscada alrededor de la base de la columna vertebral, un poco más abajo del órgano sexual, como una serpiente, profundamente dormida y cerrando con su boca la abertura de Shushumna, el conducto delgado como un pelo que sube a través de la médula espinal hasta el centro consciente en la coronilla. Cuando despierta Kundalini, según ellos, sube por Shushumna como un relámpago, llevándose con ella la energía vital del cuerpo, que por el momento se vuelve fría y muerta, con una interrupción completa o parcial de las funciones vitales, para unirse con su cónyuge divino, Shiva, en el último o séptimo centro, en el cerebro. En el transcurso de este proceso, el yo encarnado, liberado de la esclavitud de la carne, pasa a un estado de éxtasis conocido como Samadhi, dándose cuenta de que es inmortal, de que está lleno de beatitud, y que forma un conjunto con la conciencia suprema que todo lo penetra. Sólo en uno o dos escritos hay indicaciones vagas sobre los peligros que se encuentran en el camino. La naturaleza del peligro y los métodos para evitarlo o vencerlo no lo explican los autores.
Con mi mente dando vueltas y los sentidos embotados de dolor, pero con toda la fuerza de voluntad de que disponía, dirigí mi atención hacia el lado izquierdo de la base de Kundalini e intenté provocar que una fría corriente imaginaria subiese a través del centro de la médula espinal. En aquel estado de conciencia extraordinariamente ampliado, atormentado y fatigado, sentí con claridad la situación del nervio y me esforcé mentalmente por desviar su flujo al conducto central. Entonces, como si hubiese estado esperando el momento definitivo, ocurrió un milagro.
Hubo un ruido como el de un nervio cuando se rompe e instantáneamente un rayo plateado pasó zigzagueando por la médula espinal, parecido al movimiento sinuoso de una serpiente blanca en su fuga, derramando una lluvia refulgente de energía vital que caía en forma de cascada en mi cerebro llenando mi cabeza con un resplandor maravilloso en lugar de la llama que había estado atormentándome durante las últimas tres horas. Tomado completamente por sorpresa por esta transformación repentino de la corriente abrasadora que había estado fluyendo a través de la red de mis nervios momentos antes, y lleno de alegría por el cese del dolor, me quedé, totalmente callado e inmóvil durante un tiempo, saboreando la felicidad del alivio con la mente inundada de emoción, incapaz de creer que realmente me había liberado de aquel horror. Me sentía torturado y agotado casi hasta el punto del colapso por la agonía que había sufrido durante el terrible intervalo. Me quedé dormido de inmediato, bañado en luz y, por primera vez después de semanas de angustia, sentí el dulce abrazo del sueño.
Como si me hubiesen sacudido repentinamente de mi sueño, desperté después de una hora aproximadamente. La corriente brillante aún fluía por mi cabeza, mi cerebro estaba despejado, mi corazón y mi pulso habían dejado de latir con aquel ritmo tan acelerado, las sensaciones ardientes y el miedo casi habían desaparecido; pero mi garganta todavía estaba seca y mi boca abrasada. Me encontré en un estado de agotamiento extremo, como si me hubiesen vaciado hasta la última gota de mi energía. Precisamente en aquel instante se me ocurrió otra idea; como silo hubiese sugerido una inteligencia invisible, y con una fuerza irresistible, me llegaron instrucciones de que debía comer algo inmediatamente. Hice señas a mi esposa, que como de costumbre estaba despierta, tendida en su cama, observando ansiosamente cada movimiento mío, de que me sirviese una taza de leche y un poco de pan. Sorprendida por esta petición inusual e inesperada, vacilo un momento, y después obedeció sin decir palabra. Comí el pan, tragándolo con dificultad con la ayuda de la leche, y seguidamente volví a quedarme dormido.
Desperté de nuevo después de unas dos horas aproximadamente, bastante refrescado después de haber dormido. Mi cabeza estaba llena del resplandor incandescente, y con gran asombro, en este estado de conciencia elevado y brillante, pude percibir claramente como una lengua de la llama dorada buscaba comida en mi estomago y como se movía a lo largo de los nervios de éste. Comí algunos bocados de pan y tomé otra taza de leche, y en cuanto lo hice descubrí que el halo de mi cabeza se contraía y que había una llama más grande en mi estomago, como si una parte de la energía que corría por mi cerebro fuese desviada a la región gástrica para acelerar el proceso de la digestión. Me quedé tendido y despierto, mudo de asombro, observando ese resplandor vivo que se movía de un lugar a otro a través del aparato digestivo, acariciando los intestinos y el hígado, mientras otra corriente fluía hacia los riñones y el corazón. Me pellizqué para asegurarme de que no estaba soñando o durmiendo, y me quedé sin habla por lo que estaba observando en mi propio cuerpo, totalmente incapaz de regular o guiar la corriente. A diferencia del horror que había experimentado antes, ahora no sentía ningún malestar; lo único que podía sentir era un calor suave y tranquilizador que se movía a través de mi cuerpo mientras la corriente viajaba de un extremo a otro. Observando en silencio ese juego maravilloso, mi ser entero se llenó de gratitud ilimitada a lo Invisible por esta liberación tan oportuna de un destino espantoso; y una seguridad nueva empezó a tomar forma en mi mente porque el fuego de la serpiente ahora estaba, en realidad, funcionando en mi cuerpo agotado y atormentado; y porque estaba a salvo.