Actualmente existe en el sur de España un grupo de -en realidad pocos- artistas de una calidad excepcional cuyas influencias no solo vienen dadas tanto por su entorno como por su buen oficio. Pintores como el cordobés Jose Luis Muñoz, que transcienden las enseñanzas de los grandes maestros españoles y reinterpretan a otros del Renacimiento en unas obras de denso contenido y múltiples significados. ¿Cómo algún crítico puede atreverse a denostar a un srtista de tanta calidad?. Pues creedlo, se han atrevido.
Por ejemplo en esta obra, “La reina de corazones” que os mostramos ahora (más que orgullosos nosotros por vivir a solo unos cientos de kilómetros de este genio) ¿no es fácil recordar a esas vírgenes de Jan Van Eyck y los primitivos holandeses? ¿Y esos fondos dorados no nos transportan a los iconos ortodoxos de la pintura rusa o a los fondos de Gustav Klimt?. Pero por otra parte la cara de hastío y mala leche de la reina de corazones es absolutamente fiel al personaje mítico creado por Lewis Carrol, tal que si la hubiera pintado Alma Tadena, con todo lujio de detalles, un estampado de telas que ya lo quisieran “Gastón y Daniela”, un tatuaje de naipe que nos recuerda que estamos en el siglo XXI, (aún hay otro ¿dónde?), pero también una presencia de sus flamencos mascotas que nos introducen a las antiguas Cleopatras del Alto Nilo.
Jose Luis Muñoz es un pintor de oficio, como gran dibujante su técnica con el grafito es prodigiosa y supone un placer observar el proceso creativo de sus obras, tal como demuestra la ilustración de debajo que estos días ha mostrado en Facebook. En otros tiempos los pintores debían procurarse que sus obras fueran conocidas, incluso muy lejos de sus fronteras, y para ello hacían grabados de ellas que se distribuían como estampitas, algo que los españoles desacostumbraron y por eso la pintura de nuestro pais tardó tanto tiempo en ser conocida y considerada fuera. Hoy es muy frecuente ver grabados a punta seca de grandes maestros, (supuestamente, porque muchas veces encargaban las planchas a talleres con mejores tórculos que los propios) pero de pequeño tamaño. José Luis Muñoz es también grabador, y no lo decimos por volver a identificarlo como un hombre del Renacimiento en cuanto a su versatilidad, sino como dibujante de buen hacer.
(…)”En cuanto a la forma, me gusta cuidar mucho la elaboración de la obra, dando la mayor importancia a la composición. Técnicamente, parto de un dibujo detallado al cual voy añadiendo color poco a poco a base de veladuras, primero de temple y acrílico y posteriormente al óleo con resina alkídica. Aunque me gusta el detalle, no busco el realismo fotográfico, prefiero que la pintura parezca pintura, con lo que suelo colocar mis personajes sobre fondos planos con elementos simbólicos dibujados y escritos o con pan de oro.” (…)
Y es a partir del símbolo como Muñoz construye su universo personal poblado de mitos conocidos de todos, pero adornados con significados de compleja interpretación. Como muchos otros grandes artistas acepta encargos y se somete no solo a la disciplina del trabajo, sino a la del tema impuesto, algo no siempre fácil, que no es lo mismo trabajar en lo que te pide el cuerpo que amoldar tus deseos a lo que debes hacer para satisfacer el encargo, lo que, lejos de restar valor independiente a su obra, le ensalza como autor.
Y es que la época de la bohemia francesa, con la que aún se identifica a determinados artistas, ya acabó. Si quieres llegara ser un buen pintor necesitas someterte a una disciplina espartana: nada de desmadres en tu oficio, licencias sí, pero medidas y que “cuando te visiten las musas que te sorprendan trabajando” . Esto no es una declaración de intenciones de un entrometido: el artista hoy tiene su hipoteca, su familia con sus gastos a los que debe hacer frente y si quiere ser una persona moderna y actual con argumentos que pintar, debe generar riqueza, y por ello debe producir sin parar. ¿Quién dijo que ser artista es sencillo?
Además de su buen hacer pictórico, Muñoz mantiene abierto en Córdoba uno de esos preciosos ‘ateliers’ en los que se enseña pintura en un ambiente relajado y en el que se respira concentración, dicen que no demasiado caro. Como vemos es un dibujante en el más amplio sentido del término y aunque no suele frecuentar círculos artísticos, cada una de sus obras suelen ser motivo de comentarios que divagan entre la sana envidia y la admiración de las personas con cierto peso en el mundo del arte en España. Pero no solo expone aquí, su obra es muy reconocida en Alemania y en Estados Unidos, y últimamente se expone en Bélgica.
Jose Luis Muñoz puede ser quizá uno de los más potentes ilustradores de la España actual, salvo que sus obras las colorea al óleo, lo que no suele ser propio sino de los pintores. Podría decirse de él que es un simbolista si no fuera porque sus series cuentan historias completas. Podría argumentarse que su dibujo no deja lugar a la interpretación por lo acabado y metódico, pero es en el arte final donde luce en todo su esplendor y provoca que los espectadores rebusquemos en su significado. Es por todo ello, y aún por más, uno de esos artistas de muy difícil clasificación, un pintor con un mundo propio plasmado en una pintura que ‘se defiende por sí misma’