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domingo, noviembre 20, 2011

Dos cuentos zen: ‘El Tao’ y ‘El último poema de Hôshín’



 
Tao EL TAO
El discípulo preguntó al maestro:
—¿Qué es el Tao?
El maestro respondió:
—Entra
Entonces, el discípulo dijo:
—No entiendo bien lo que quiere decir
Y el maestro respondió:
—Sal
 
 
 
 
 
 
EL ÚLTIMO POEMA DE HÔSHÍN
 
Hôshín era un maestro zen que, tras vivir muchos años en China, volvió al Japón, donde se dedicó a la enseñanza. A una edad avanzada contó a sus discípulos la siguiente historia que había oído en China:
 
"Tokufú era un maestro zen muy anciano. En uno de sus últimos días de diciembre, se dirigió a sus discípulos y les dijo:
—El año próximo no estaré entre vosotros, de manera que debéis de tratarme bien en lo que queda de este año
 
Los discípulos no le tomaron en serio, pero no obstante, en los sucesivos días antes del fin de año, cada uno le ofreció un convite.
La víspera de año nuevo, Tokufú dijo:
—Os habéis portado muy bien conmigo. Mañana al atardecer os dejaré, cuando cese de nevar
 
Los discípulos rieron y no le creyeron. Además la noche era clara y no parecía que fuese a nevar. Pero a medianoche empezó a nevar.
A la mañana siguiente los discípulos echaron de menos a su maestro y fueron a buscarlo a la sala de meditación, donde lo encontraron muerto".
 
El maestro Hôshín terminó diciendo:
—No es necesario para un maestro zen predecir su final, pero si quiere puede hacerlo
 
Uno de sus discípulos le dijo:
¿Y tú puedes?, maestro
 
El maestro respondió:
—Sí. En siete días te mostraré cómo
 
Tampoco a Hôshín le creyeron sus discípulos. Pero a los siete días los reunió y les dijo:
—Hoy se cumplen los siete días desde que os dije que os iba a dejar. Como es costumbre escribir un poema de despedida y yo no soy un poeta, ni un escritor, que uno de vosotros tome nota de mis últimas palabras
 
Los discípulos seguían pensando que se trataba de una broma, pero uno de ellos se mostró dispuesto a escribir. Al verlo Hôshín le dijo:
—¿Ya estás listo?
 
Y el discípulo le respondió:
—Sí, maestro
 
Entonces Hôshín dictó lo siguiente:
 
Vine de una luz
Y a la luz retorno
¿Qué es esto?
 
El poema resultaba incompleto, ya que debía tener al menos cuatro versos, con lo cual el discípulo que lo escribía dijo:
—Maestro, falta un verso
 
El maestro Hôshín, con el estruendo del alarido de un león victorioso gritó:
—Kíay…
y se fue.
 
 
(Del libro Historias Zen, seleccionadas por Norberto Tucci.
Ed. Librería Argentina, Madrid, 2004)