Ocio
Gorjeo de pájaros, vanguardia de la lluvia que viene,
Ladridos que atraviesan raudos la aldea en penumbras.
El humo eleva una columna a través de los pinos,
Familias contentas cenan tras ventanas doradas.
El pulso de la vida se mide en los huecos, los intervalos entre los eventos. Si quieres ver el Tao, debes discernir esos espacios. Eso requiere de ocio, de la posibilidad de sentarse y contemplar, de la oportunidad de responder a los impulsos internos.
Si puedes encontrar un lugar al que retirarte, puedes hacer una vida en que el Tao te inundará. Afuera en el bosque o en las montañas, o incluso en pequeños pueblos donde el tiempo anda a paso lento y la gente es sensible a la naturaleza, existe la posibilidad de conocer lo hondo y lo profundo.
Sólo cuando tienes el tiempo para acumular una fe y una creencia inquebrantables puedes atisbar el Tao en el que hay descanso y un sentido natural de lo que está bien.