La base de la MTC es el concepto de Chi, o energía, aliento vital.
El Chi es considerado como la fuerza que anima y forma todas las cosas. Todo es energía, desde los alimentos, las emociones, los factores climáticos, el organismo, etc. En el cuerpo humano, el chi circula por canales o vías de energía, también llamados meridianos. Éstos conforman una red que nutre, da función y conecta todo el organismo.
Cada órgano forma su propia energía lo que le permite ejercer sus funciones tanto a nivel físico como energético.
Las funciones de los órganos incluyen todas las funciones conocidas por la medicina occidental pero también las funciones energéticas de cada órgano, que son más amplias y abarcativas.
El chi y los canales en el cuerpo pueden ser vistos como agua que circula por cursos de mayor o menor caudal.
Si el agua se estanca, se pudre y afecta al ecosistema; si circula demasiado rápido arrastra y destruye.
Lo mismo sucede con la energía en el cuerpo. Su circulación debe ser suave y continua. De ésta manera el cuerpo se mantiene en armonía.
El chi y la sangre son inseparables.
La sangre es la “madre” del chi, ya que transporta energía y nutre a los órganos para que la generen; a la vez la energía es el “comandante” de la sangre, la impulsa y dirige dentro del cuerpo.
Es por esto que sangre y chi se influencian mutuamente.