Para asegurarnos que el paciente quiere sanarse y que ha entendido que es necesario que ponga de su parte en el proceso de curación, los primeros maestros de Reiki idearon estas dos sencillas reglas:
1ª Regla: La terapia Reiki debe ser pedida por el paciente.
2ª Regla: Siempre debe existir una contraprestación.
La primera regla nos habla de un aspecto muy importante en Reiki, es que no podemos obligar a nadie a recibir un tratamiento. Cada persona posee su propia libertad de decisión y acción, y éste es un principio universal y sagrado.
Violarlo nos acarrearía consecuencias negativas para nosotros a nivel kármico. Aunque, de todas formas, es muy difícil ayudar a una persona que no quiera dejarse ayudar. Así pues, tenemos que contar con el consentimiento de la persona a la que queramos hacer Reiki.
La segunda regla nos dice que es necesario que como practicantes de Reiki recibamos alguna cosa a cambio de nuestro trabajo.
No le cobraremos las sesiones a nuestra madre, pero tenemos que intentar que haya algún tipo de intercambio entre los participantes. La energía es gratis, nuestro tiempo no.
Las personas, por norma general, valoramos más aquello que nos ha costado algún esfuerzo de obtener más que aquello que se nos ha dado sin ningún esfuerzo de nuestra parte. Así pues, si pedimos alguna cosa a cambio por una sesión, y teniendo en cuenta que la moneda de cambio actual es el dinero, estaremos provocando que la persona que reciba el tratamiento se lo tome de otra manera.
Conseguiremos que el paciente esté más atento, más receptivo y que quiera aprovechar más la sesión que le dedicamos y la energía que le transmitimos.
Ante estas dos reglas tenemos que utlizar el sentido común. Si te ganas la vida haciendo Reiki y otras terapias a todo el mundo le parecerá normal que cobres por ello. En cambio si practicas Reiki de un modo no profesional puede ser que el simple hecho de practicar Reiki con alguien ya sea para ti una gran contraprestación.
