Dicen que el Espíritu de la Navidad del 21 de diciembre entre las 10 y 12 de la noche nos envía una energía cósmica cargada de alegría, amor, paz y armonía.
La tradición recomienda toda una preparación que comienza la víspera por limpiar muy bien la casa para sacar las energias negativas. Pasar un pañito con aceite de mandarina o limón sobre los muebles y el cuerpo, pedir deseos en una lista de prioridades.
El maravilloso y Mágico Espíritu de la Navidad solo llega aquellos lugares donde hay espacio para entrar, no importa que sobre o falte en tu mesa, en tu casa, cuanta esencia tengas para limpiarla o cuantas velas prendas para invocarlo, el llega con un solo mensaje llenar de amor nuestros espacios internos para sacar esa basura dañada que pesa y bloquea nuestra verdadera riqueza: la capacidad que tenemos para actuar y alcanzar siempre nuestros objetivos materiales, espirituales, y profesionales y convertirnos en seres realmente prósperos y dichosos por eso en este momento vamos a conectarnos con el perdón.
El perdón es una expresión de amor y se basa en la aceptación, aceptación implica dejar ir el dolor y continuar la vida. La falta de perdón inhibe el progreso personal pues nos mantiene estancados, atados a una persona o a la situación no perdonada.Lo primordial es perdonarnos primero a nosotros mismos por no haber respondido al ideal de cómo deberíamos ser. Cuando nos perdonamos por nuestros errores, nuestro auto aceptación y nuestro auto perdón se extiende a otros. Perdonar implica desprenderse del dolor, el resentimiento, la ira y el deseo de venganza o represalia. El acto de perdonar es una de las partes más importantes de la celebración del Espíritu de Navidad, pues significa un compromiso personal, la profunda certeza de que hacemos y pensamos lo correcto.
Esta tarea tiene un carácter individual y debe realizarse en la tranquilidad del hogar, sin nada que nos interrumpa.Nos sentaremos con lápiz y papel, prendemos un incienso de suave aroma, como rosa, jazmín o sándalo. En ese instante hacemos una revisión del año que está por terminar, damos gracias por todo lo bueno que recibimos y observamos todo lo aprendido a través del error y el dolor.
Comienzo a escribir todas las metas materiales o espirituales alcanzadas, y las no logradas, esto lo hago con mucha humildad, sin sentimientos de culpa o reproche.
Luego haremos una lista de cada una de las personas haciendo una breve visualización de ella y de la situación que hemos compartido y según sea el caso, perdonamos o pedimos perdón, sintiendo que somos guiados por una fuerza interior, que estamos acompañados por nuestro ángel de compañía y bajo el influjo de Zadquiel, quien dirige nuestro proceso de limpieza a través del perdón y la llama violeta
Esta lista puede ser hecha de una vez o en el transcurso de varios días para no dejar afuera ninguna situación, de cualquier manera, una vez terminada la carta es el momento de hacer una meditación, invocando al arcángel Zadquiel.
Relajo el cuerpo, sentado, dejo reposar los pies sobre el suelo, coloco las manos sobre las rodillas. Cierro los ojos y me concentro en mi respiración, cuando no siento peso alguno visualizo el Rayo Violeta que desciende sobre mi y me envuelve irradiando energía de perdón, liberación, compasión, misericordia, amor y paz.
Comienzas sintiendo que te perdonas, antes que a nadie, a ti mismo, admitimos la responsabilidad de corregir las equivocaciones del pasado como un primer paso hacia un sendero de luz; que cada error fue una lección de vida para crecer como ser humano, y nos aceptamos tal como somos
Envía la Llama Violeta a los que hayas ofendido y a los que te hayan ofendido a ti, luego concéntrate en inhalar perdón y exhalar todas las heridas y angustias en la llama violeta y déjalas ir, entrégalas, no las atraigas de nuevo, no las vuelvas a revisar otra vez
Al terminar quemaremos con fuego Liberador la lista, soltaremos las cenizas al viento y estaremos internamente listos para hacer nuestras peticiones al Espíritu de Navidad.
Al perdonar nos desprendemos de las ataduras del pasado; nos liberamos de preocupaciones, problemas y creencias negativas sobre el propio yo.
Para volar con los ángeles debemos ir ligeros de equipaje y con actitud positiva pues: “Todo lo que se mantenga en la mente de manera persistente, como una creencia o un concepto arraigado, es lo que se manifiesta en nuestra vida”.