Tu corazón y tú llevan juntos toda la vida, pero ¿lo conoces bien? Aunque pienses que la pregunta sobra, va en serio. Los mitos y las falsas creencias abundan, como el pensar que los problemas cardíacos son más bien cosa de los hombres cuando en realidad son la principal causa de muerte entre las mujeres. Y ésa es sólo una muestra. Te invito a despejar unos cuantos mitos sobre el corazón y las enfermedades cardíacas para que armada/o con el conocimiento adecuado, puedas protegerlo mucho mejor.
Muchas veces nos acostumbramos a aceptar ideas de forma absoluta, sin ponernos a pensar si son ciertas o no. Y las que se relacionan con el corazón no son una excepción. Con seguridad, te asombrarán muchas de las verdades que despejan los mitos de los que hablaremos a continuación. Comprueba ahora cuánto sabes en realidad sobre ese incansable motor que impulsa tu sangre por todo el cuerpo.
1. Los problemas del corazón son un asunto de personas mayores. No lo creas. Aunque los riesgos aumentan con la edad, las condiciones que se van sumando y llegan a causar un problema cardíaco con la edad, pueden surgir desde la infancia. La acumulación de la placa en las arterias, por ejemplo, toma años en desarrollarse hasta que se presenta el dolor o la obstrucción en la etapa adulta. Los jóvenes que crecen a base de comida chatarra y llevan una vida sedentaria ante la computadora o la televisión, tienen mucho más riesgo de tener problemas cardíacos a una edad más temprana que nunca antes. Los buenos hábitos de salud son un proceso y deben comenzar temprano, especialmente el llevar una vida activa y una dieta equilibrada y sana, ambos básicos para la salud del corazón.
2. Las enfermedades cardíacas no afectan a los niños. Muchos creen esto y están equivocados también. Las enfermedades cardíacas afectan a las personas de cualquier edad. El corazón de un niño puede verse afectado por condiciones congénitas, infecciones que dañan el corazón o factores relacionados con el estilo de vida, como comer en exceso y no hacer ejercicio. Es más, con la mayor incidencia de obesidad en los niños, las enfermedades cardíacas están afectando a un mayor número de jóvenes adultos que antes, debido a factores agravados por el exceso de peso, como la hipertensión y el colesterol elevado. Además, el paro cardíaco (cuando el corazón deja de latir repentinamente), afecta a miles de niños y jóvenes en los Estados Unidos. Las enfermedades cardíacas son la causa subyacente de la muerte de jóvenes atletas por paro cardíaco (1 entre cada 100,000 estudiantes en la escuela secundaria en el país).
3. Las enfermedades cardíacas no afectan a los más fuertes y a los que están en forma. No hay duda que cuando la persona se mantiene activa y cuida de su salud, está ayudando a su corazón. Cuando se hace ejercicio de forma regular se obtienen beneficios enormes. Sin embargo, aunque el estar en buena forma física reduce el peso de los factores de riesgo, no los elimina. Así que aunque corras maratones, tienes que seguir revisando tu colesterol, debes evitar el cigarrillo y el exceso del alcohol.
4. Si tengo el colesterol alto y la presión arterial alta, me sentiría enfermo(a). Definitivamente, otro error. Ninguna de esas condiciones necesariamente da síntomas de aviso y ambas pueden conducir al infarto (ataque al corazón) y al derrame cerebral. El colesterol se puede adherir a las paredes de las arterias y bloquear el flujo sanguíneo al corazón o al cerebro. Se puede estar delgado y tener colesterol alto debido a otros factores de riesgo, así que hay que revisar los niveles del mismo independientemente del peso. La presión arterial, por su parte, es la medida de la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias a medida que circula. También hay que revisarla con frecuencia ya que aproximadamente 1 de cada 3 adultos tiene hipertensión y no lo sabe. Idealmente, el nivel total del colesterol en la sangre debe estar por debajo de los 200 mientras que la presión arterial normal debe estar en los 120/80. Ambas condiciones pueden mejorarse y controlarse mediante la dieta, el ejercicio y, si es necesario, los medicamentos.
5. Los síntomas del infarto son iguales en los hombres que en las mujeres. Tanto los hombres como las mujeres pueden experimentar el clásico infarto repentino que aparece con un intenso dolor en el pecho y sudor frío. Sin embargo, las mujeres, con más frecuencia que los hombres, pueden presentar síntomas más sutiles y menos reconocibles, como dolor en el abdomen, dolor en la mandíbula o en la espalda, náusea y respiración entrecortada. En muchas ocasiones las mujeres no experimentan dolor en el pecho, pero sí mucho cansancio que achacan al exceso de responsabilidades: la casa, el trabajo, los niños, no al aviso de un problema del corazón. Consulta este artículo de VidaySalud sobre los avisos de un infarto para que puedas identificar los síntomas sin perder tiempo.
6. Las enfermedades cardíacas son genéticas. Si mis padres no lo padecieron, entonces, yo tampoco. Cuidado con esta creencia. Hay factores de riesgo que puedes controlar, como la dieta, fumar o no, hacer ejercicio y otros que definitivamente quedan fuera de tu control, como tu edad y tu historia familiar. Si los padres tuvieron un accidente cerebral vascular o un infarto antes de los 55 años, entonces la persona tiene un riesgo mucho mayor de sufrirlo también. Como no podemos cambiar los genes, hay que esforzarse más por controlar los factores de riesgo que sí están a nuestro alcance. Si hay una historia familiar de infarto, lo mejor es no fumar, mantener el colesterol bajo control, hacer ejercicios, llevar una dieta balanceada y visitar al médico regularmente para los chequeos necesarios del corazón.
7. Las mujeres tienen más probabilidades de morir por cáncer del seno que por infarto. Las enfermedades cardíacas son la causa principal de muerte entre las mujeres, muy por encima de cualquier tipo de cáncer, y en todas las edades. El mensaje es claro: las mujeres deben empezar a cuidar su corazón desde jóvenes para evitar complicaciones posteriormente.
8. La diabetes no es un factor de riesgo si los niveles de glucosa están bajo control. Es un gran logro para un diabético mantener sus niveles de glucosa (azúcar) lo más cercano a los límites normales. Pero no debe dormirse en los laureles. La diabetes de por sí causa inflamación que puede dañar los vasos sanguíneos, aumentando así el riesgo de enfermedades cardíacas y otros problemas de salud. Lo ideal es que además de la glucosa, se mantenga un peso saludable, la presión arterial controlada y el colesterol dentro de los límites normales.