El Árbol Bodhi es el Árbol de la Vida. Cuando el Buddha se sentó bajo el Árbol Bodhi por muchas semanas en quieta contemplación, obtuvo la Iluminación. Tú puedes encontrar un Árbol Bodhi en cualquier lugar en Camboya, en la India, hasta en tu jardín.
El Árbol Bodhi es denominado «el Gran Árbol de la Vida» porque todo lo que es necesario para la paz duradera puede ser encontrado en sus raíces, tronco, ramas y fruto.
El Árbol Bodhi es un bello símbolo para el Buddhismo.
Podemos comenzar aprendiendo sobre el Árbol Bodhi en sus raíces, que son conocidas como las raíces de todas las acciones. Tres raíces son saludables y, así, generan naturalmente frutos dulces –generosidad, sabiduría y amor radiante. Las otras tres son no saludables, por eso generan naturalmente frutos amargos –codicia, odio e ilusión.
Las raíces del Árbol Bodhi se extienden hasta el tronco, que está compuesto de cinco partes –forma, sensación, percepción, formación mental y consciencia. Estos son los componentes de todos los fenómenos físicos y mentales, los elementos básicos de toda nuestra experiencia. Estas cinco partes son esclavas de los sentidos. Son como cocineros preparando el alimento para que los sentidos coman a través de los ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente. Podemos meditar sobre las cinco partes haciendo de ellas los objetos de nuestra plena atención. Vivir plenamente alerta es vivir sin apegarse a ninguna de ellas.
El tronco del Árbol Bodhi crece en doce ramas que son los eslabones en la gran cadena de la originación dependiente. El Buddha vio que esta cadena era la causa de nuestro doloroso ciclo de nacimiento y muerte. Las ramas del Árbol Bodhi nos enseñan que todas las cosas en la vida surgen a través de causas y condiciones. La ignorancia condiciona las acciones volitivas, que condicionan la consciencia, que condiciona la mente y el cuerpo, que condicionan las seis puertas de los sentidos –ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente–, que condicionan el contacto entre una puerta de los sentidos y un objeto de los sentidos, que condicionan la sensación. Toda sensación –placentera, no placentera o neutra– es sufrimiento, porque la sensación es impermanente. Cuando no estamos plenamente alertas, la sensación pasa a condicionar el deseo o la aversión, que condiciona el apego, que condiciona las formaciones kámmicas del devenir, que condicionan el renacimiento, que condiciona todo el ciclo de nacimiento y muerte una vez más.
El Árbol Bodhi nos enseña cómo romper esta interminable cadena de sufrimiento. El secreto es la plena atención. Si usamos la plena atención para observar y controlar los sentidos, entonces, el apego no puede surgir. Si el apego no surge, entonces, el sufrimiento no puede surgir. Es realmente muy simple. Podemos aprender la plena atención paso a paso, durante toda nuestra vida.