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sábado, septiembre 24, 2011

Meditaciones Diarias

 


La buena salud se considera uno de los factores necesarios para llevar una vida feliz.
Pero nuestras condiciones materiales o la riqueza que acumulamos son otras.
Lo mismo ocurre con la amistad. Todos admitimos que para tener una vida consumada, necesitamos un círculo de amigos con el cual intercambiar emociones y confianza.
Todos estos factores son, en realidad, fuentes de felicidad. pero para quien quiere utilizarlas plenamente, el estado de espíritu es la clave.
"El Pequeño Libro de Sabiduría del Dalai Lama"
 

Conseguimos la felicidad más elevada cuando alcanzamos el estado de liberación, esa fase en la cual ya no hay sufrimiento alguno. Es la felicidad auténtica y duradera.
La verdadera felicidad está en relación con el espíritu y el corazón. 

No tenemos necesidad de más dinero, no tenemos necesidad de más éxito o de celebridad, no tenemos necesidad de un cuerpo perfecto, ni siquiera del compañero ideal.
Ahora mismo tenemos ya un espíritu que, él solo, representa todo aquello que necesitamos para conseguir una felicidad completa.

En el marco de nuestras experiencias cotidianas, si hay determinados tipos de acontecimientos que no deseamos, podemos verificar que las causas y condiciones que los engendran no suelen perdurar normalmente.
Del mismo modo, si deseamos que se produzcan un acontecimiento o una experiencia en particular, lo más lógico que podemos hacer es buscar y acumular las causas y condiciones que lo engendran.
 

La avidez se debe al hecho de que, aunque el motivo subyacente sea la búsqueda de una satisfacción, la ironía quiere que ni siquiera después de haber obtenido el objeto de nuestro deseo nos sintamos plenamente colmados.
El verdadero antídoto contra la avidez es el contentamiento.
Si tenemos un sentido desarrollado de éste, importa poco que obtengamos el objeto o no. En ambos casos quedaremos igualmente satisfechos

Con el tiempo podremos conseguir cambios positivos.
Cada día, desde que nos despertamos, podemos desarrollar una motivación positiva y sincera pensando: "Voy a utilizar este día en un sentido aún más positivo, no lo voy a despilfarrar".
Y después, por la noche, al acostarnos, pensemos en lo que hemos hecho y preguntémonos: "¿He utilizado esta jornada como había previsto?".
Si corresponde, deberíamos alegrarnos. Si no ha funcionado, entonces lamentemos lo que hemos hecho y critiquemos nuestro día.
Mediante tales métodos podremos ir fortaleciendo progresivamente los aspectos positivos de nuestro espíritu.

Sea cual sea nuestra actividad o la práctica a la que nos obliguemos, todo puede resultar más fácil con una familiarización constante y un entrenamiento regular.
Mediante la práctica podemos cambiar, podemos transformarnos.
A través del entrenamiento repetido de los métodos budistas, podemos llegar a un punto en el que, sea cual sea el trastorno que se produzca, los efectos negativos que surjan de él queden en el exterior, como las olas que pueden ocupar la superficie de un océano, pero que no tienen demasiado efecto en las profundidades.

Es importante reconocer que si los conflictos se crean por una mala utilización de la inteligencia humana, podemos igualmente encontrar los medios para superarlos.
Cuando la inteligencia y la bondad se utilizan juntas, todas las acciones se vuelven constructivas.
Cuando combinamos un corazón caluroso con el conocimiento y la educación, podemos aprender a respetar los puntos de vista y los derechos de los demás

Poco importan la violencia y las cosas malas que debamos sufrir. La solución última a nuestros conflictos ( tanto internos como externos ) reside en el regreso a nuestra naturaleza humana inicial y subyacente que es dulce y compasiva

Mientras dispongamos de este cuerpo, y sobre todo de este increíble cerebro humano, cada minuto es precioso.
Nuestra existencia cotidiana está vivificada por la esperanza, aunque no haya ninguna certeza en cuanto al hecho de que mañana, a esta hora, estemos todavía aquí.
Por eso debemos dar el mejor uso posible a nuestro tiempo.