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viernes, septiembre 30, 2011

Jiang Guo Fang


Sin lugar a dudas Jiang Guo Fang es el artista chino más conocido en Occidente, o sea casi nada para sus merecimientos que son muchos, y es uno de los dos grandes pintores de pintura histórica de su pais, junto a Zhiwei Tu, ambos siguiendo los postulados teóricos de Xu Beihong.

Jiang nació en 1951 en Shang Jiang, provincia de Jiangxi, en la familia de un carpintero. En 1968 durante la Revolución Cultural, se unió al ejército cuando sus padres fueron enviados a campos de trabajo. Su familia se reunió más tarde y entre 1969-1972 comenzó sus estudios de pintura. En 1973 después de la reapertura de la Academia Central de Bellas Artes de Beijing, fue seleccionado como uno de los ocho estudiantes para entrar en el Departamento de Pintura al Óleo. Cuando se graduó con honores en 1978, fue nombrado miembro del cuerpo docente de la Academia Central. En 1979, pasó a enseñar en el Instituto Central de Drama. En fin, siempre ha sido uno de los principales pintores en las mejores selecciones y ya vemos por qué.

A comienzos del siglo XX la importancia de las pinturas históricas ha disminuido en Occidente. Sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, la pintura histórica ya no se considera como la forma dominante de la creación artística, debido en parte al fuerte impulso al desarrollo de la pintura moderna y a los movimientos emergentes de los nuevos medios fotográficos y cinematográficos. En China, sin embargo, la pintura histórica realista, sin duda, estaba llegando a su culmen. Durante la primera mitad del siglo XX las pinturas históricas de Xu Beihong inspiraron a otros el espíritu de lucha y la confianza en el pueblo chino. Sus cuadros históricos de la Nueva China fueron los que caracterizaron principalmente los temas que reflejaban la historia revolucionaria y la política del momento.

Poco a poco, la función histórica de las pinturas se redujo a la de un instrumento político, e incluso fue degenerando por completo en auténticos “engranajes y tornillos†de las máquinas políticas. La autenticidad de las historias contadas en ellas fue distorsionada y en última instancia, este tipo de pintura perdió su independencia y su importancia como una escuela independiente de arte. A pesar de ello, la pintura histórica nunca llegó a morir pues siempre ha logrado ser resucitada, aunque en ocasiones “in extremis†. Pero si analizamos cuidadosamente la historia del mundo a través del arte del siglo XX, incluso podemos ver que algunos cuadros históricos realistas se han convertido en la espina dorsal del arte contemporáneo y son un hito en la historia del arte.

En el contexto del post-modernismo, en los últimos tiempos ha ido ganando fuerza, en los círculos culturales europeos y americanos, una profunda re-evaluación de la pintura histórica del siglo XX y existe un consenso unánime en que el abandono de la pintura histórica en un país significa el abandono en cierta medida de su propia historia, y una grave dejación de sus propias tradiciones culturales.

De hecho, sólo mediante la plena percepción de las lineas de pensamiento en el desarrollo histórico, y la comprensión plena de las tendencias del desarrollo cultural actual, podemos hacer comentarios objetivos y racionales de las pinturas históricas de Jiang Guofang y llegar a comprender bien y a clasificar su arte.

Ya hemos dicho que Jiang fue uno de los ocho primeros artistas que recibieron una educación artística formal a finales de 1970, cuando China adoptó las políticas de reforma y apertura. Mientras estudiaba en la Academia desarrolló un profundo deseo de retratar temas históricos con las técnicas del realismo europeo puro, así que se formó basándose en las enseñanzas de los primeros pintores, como Van Eyck. Durante el curso de su enseñanza Jiang desarrolló gradualmente un conjunto de técnicas adecuadas para pinturas históricas con características específicamente chinas, pero también bajo otra perspectiva formal, pues Jang no pinta para contar, sino que toma partido en sus obras y juzga a los personajes, a quienes delata mediante sus retratos.

También viajó con frecuencia al extranjero, lo que hizo posible que tomase el pulso al desarrollo del arte contemporáneo en el mundo, mientras extraía la quintaesencia de la sublime tradición de las artes chinas. A finales de la década de 1980, poco a poco cambió su enfoque en la exploración de una mera preocupación por el lenguaje artístico, hacia un nuevo establecimiento y perfeccionamiento de su sistema teórico, lo que dió un nuevo impulso a sus temas en nuevas pinturas.

De hecho, Jiang reflexionó seriamente sobre la forma de presentar la historia del pueblo chino en relación con los actuales cambios sociales a través del lenguaje de pinturas al óleo y pinturas históricas. El nacimiento de la monumental serie de pinturas “La Ciudad Prohibida†fue una de sus conclusiones preliminares. En ella retrata a todos los personajes de la Corte Imperial de la última dinastía, pero con especial atención a bellas damas de la aristocracia:

“Estas mujeres en la pintura representan una especie de estética clásica. Hay una nostalgia de ellas, que no es inmediatamente abrumadora, pero sí recurrente y volverá a perseguirte. Me gusta la calma suave y dulce que exudan. Ellas son así educadas y muy refinadas. Las mujeres que me gustan son los aristócratas, más que las señoras comunes. “

En la serie de la Ciudad Prohibida de Jiang, las salas de los palacios se muestran espléndidas, los altos muros, las torres de la ciudad y las calles presentan un trasfondo histórico grandioso. Pero el pintor no las pinta para restaurar una autenticidad histórica, o para duplicar escenas históricas. Si cabe, lo hace exhibir las contradicciones, los enfrentamientos y las evoluciones de la historia. Además, trata de poner en las pinturas sus propias experiencias, su comprensión contemporánea y su marca personal sobre las conclusiones culturales que se desprenden de cada escena pintada. Es en estas pinturas, que tanto influyeron en obras como “El último Emperador†, donde por primera vez podemos apreciar la soledad del niño rey, el hastío de su madre junto a él, la servidumbre sumisa de los chabelanes y de todo el personal que les rodeaba.

El mundo interior de estos personajes históricos se comunica a través del uso sensible que hace el maestro de la luz y de la sombra. Diferentes áreas tonales se funden sin problemas. La figura central emerge de la oscuridad al mismo tiempo que retira los fondos con una disminución gradual de la luz. Para conseguir el efecto, Jiang se convierte en un artesano de la pintura al modo que lo fueron los pintores holandeses.

“El clasicismo -y por tal término me refiero al estilo de Jan van Eyck y otros maestros que vivieron en la época en que la pintura al óleo occidental nació- requiere un proceso muy sofisticado.
Más tarde, cuando surgió el romanticismo, las pinturas al óleo en gran medida fueron sometidas al estado de ánimo que el pintor tenía en ese momento en particular.
Yo artísticamente, quiero volver a la época de Van Eyck. Mi pintura está destinada al “arte final†, cerca de la perfección. Es deliberada y repetidamente trabajada, no queda lugar para la improvisación†.

Jiang Guo Fang y su estudio