A un hombre se le puede arrebatar todo salvo la última de las libertades humanas: la de elegir su actitud frente al destino y trazar su camino.
“Cultiva tu actitud asiduamente”, dijo Patanjali. A menudo no vemos que los valores y actitudes pueden elegirse y dejamos que sean ellos los que nos elijan a nosotros. Pero la actitud no es algo que suceda; se puede cultivar y potenciar.
El primer paso para hacerlo es tomar consciencia de los aspectos negativos o que no deseamos mantener en el presente. Cabe preguntarse: “Qué valoro?, Soy coherente con esos valores? Por qué no?”.
Uno tiene que saber que actitud quiere cultivar y poner los medios no las excusas.
Cada uno tiene derecho a elegir su actitud y a decidir qué implicará adoptarla.
INTENCIÓN SINCERA
Todo logro obedece a una intención. Esta es la semilla de la creatividad, que se riega con esfuerzo. Sin una intención clara, firme y sincera las cosas no suceden, pero con ella se produce hasta milagros.
Los seres humanos, tan insignificantes como somos, poseemos una capacidad inconmensurable. Nuestros sueños se cumplen en la medida en que nos empeñamos en ellos.. Nada puede llevarnos más lejos si tenemos una intención sincera.
El Universo como comenta Soraya Sarawati siempre nos dice SI. Queremos conseguir aprobar unas oposiciones este nos responderá SI. No me apetece estudiar hoy, mejor me voy al cine, este nos responderá SI. Mañana tampoco estudio que tengo una cena con los amigos, pues también tendremos la bendición del Universo. Pero conforme va pasando el tiempo y nos alejamos de la primera intención para dedicarnos a las otras 5000 que nos surgieron, nuestra intención sincera se esfumó por otras 5000 intenciones sinceras que aparecieron. Así que cuando desees algo ya sabes que la respuesta será sí, pero hasta donde perdurará tu intención sincera?
COMPASIÓN
El reto que supone ser una persona buena y coherente, y darse cuenta de que la generosidad auténtica- la que dedica tiempo, energía, recursos y amor a los demás – es la excepción a la norma. La mayoría de las personas intentan ser buenas y amables – y lo logran en mayor o menor grado -, pero la compasión es algo mucho más profundo y se descubre aprendiendo a amar el mundo y a los demás más que a uno mismo.
La compasión se labra con la práctica, la experiencia y la devoción, amando y sufriendo. Cuando se sufre, por las pruebas que va poniendo la vida, se abre el corazón a otros y se entiende mejor su sufrimiento. Quienes se muestran mezquinos o hirientes suele hacerlo porque ellos mismos sufren y no saben cómo digerir el dolor.
El amor y la comprensión que el Dalai Lama muestra hacia los soldados chinos es compasión. Mahatma Gandhi se mostró compasivo al rezar por su asesino tras recibir el impacto de bala que lo mató. Quien perdona de verdad a quien le ha herido o traicionado profundamente sabe que es la compasión. Todos la experimentamos cuando nos sentimos en comunión con el mundo, o al ayudar desinteresadamente a un extraño.
LA RELAJACIÓN INTERIOR
La transformación personal exige un delicado equilibrio entre esfuerzo y relajación. La relajación es una disposición interna: se puede estar relajado haciendo un montón de cosas y muy tenso sentado en el sofá.
Surge cuando uno aprende a confiarse a la vida y al mismo tiempo mide bien sus fuerzas para no llenar su día de tensiones innecesarias.
La respiración profunda, la meditación, el yoga, las artes marciales y otros ejercicios, dormir suficientemente y alimentarse bien son algunas de las actividades que ayudan a relajarse. Relajarse es, saber soltar el control y aprender a cooperar con los ritmos naturales de la vida. Paradójicamente, no es uno el que puede relajarse sino que es la relajación la que sobreviene cuando dejamos que todo fluya en nuestro interior.
ACEPTA LA VULNERABILIDAD
La vulnerabilidad es buena. A menudo muchas personas, sobre todo al hombre, le echa para atrás oír esta palabra porque la asocian a alguien débil, indefenso o que se expone demasiado. Pero la vulnerabilidad indica una gran fuerza interior. De hecho, abrirse es una forma de estar mejor protegido, porque uno ya no necesita defenderse constantemente por miedo a lo que pueda sentir o al daño que le pueda hacer a los demás. Ponerse una coraza no ayuda a nadie, ni insistir en seguir protegiéndose cuando deja de ser necesario. Abriéndose a la vida, en cambio, se van ablandando las durezas de nuestro interior.
“Lo duro se rompe, lo blando prevalece”, dice Tao Te Ching. A veces tememos que, si nos volvemos demasiado blandos, alguien pueda hacernos daño, por lo que nos anticipamos volviéndonos duros. Cuesta creer que la blandura pueda ser más poderosa que la dureza. Pero cuando se aprende a ser más dúctil por dentro, sin renunciar a poner algunos límites
necesarios, se está dejando la puerta abierta para la vida entre toda la belleza y dolor, para ser transparente y no receloso, para que los demás puedan entrar mejor y disfrutar así de mayor intimidad.
De hecho, son la vulnerabilidad y la sensación de autenticidad que la acompaña lo que permite experimentar una intimidad genuina con los demás y con la vida.
Estar abierto es ser vulnerable a la vida, mirar constantemente hacia dentro y hacia fuera. El dolor forma parte de la vida, y para amar profundamente también hay que saber que significa sufrir profundamente.
El amor combina apertura y calidez. Y al abrirse el corazón muestra su vulnerabilidad. Está presente y disponible. Quien busca la transformación personal no avanza hasta que no decide hacerlo. Una vez tomada la decisión, la transformación está asegurada.
CONTENTAMIENTO
“Buenos días, señor”, le dice un alumno a su maestro. Este le responde ¿estas seguro de que existen días no buenos?. El alumno replica, para muchos de nosotros, ¡por supuesto que existen!.
A menudo se hace depender la felicidad de las circunstancias. Si todo va como quiero, la gente me trata bien y me he comprado ropa, me siento bien. Si las cosas se tuercen, mi hijo no me escucha, mi pareja no quiere sexo o descubro que tengo cáncer, me siento mal. Esta reacción es comprensible. Buscamos el placer y rehuimos el dolor, y en la medida en que lo logramos nos consideramos felices. Pero este tipo de felicidad es muy frágil.
Sin embargo, el contentamiento – santosha, en sánscrito – no depende de las circunstancias o emociones. Es un estado interior que aflora cuando uno se muestra receptivo, flexible y abierto ante lo que ofrece la vida. Es aceptar de buen grado lo que nos brinda en vez de exigir lo que sea diferente. Es sentirse agradecido, aun cuando no nos da lo que creemos querer.
PASIÓN
“La pasión ata al mundo pero también lo libera”. Muchos textos sagrados conminan a apaciguar las pasiones. Por eso se suele pensar que las personas espirituales son calladas y dulces, y no les gusta el vino, el sexo, la música ni la belleza. Se cree que ser espiritual equivale a ser impasibles o aburrido.
Sin embargo, a muchos grandes religiosos – como Thomas Merton, Swami Vivekananda, Teresa de Ávila o Thich Nhat Hahn – los movió una gran pasión. Y los mejores maestros espirituales que he estudiado o conocido, y también quienes les han seguido, poseen una enrome capacidad de vivir a fondo y avanzar con pie firme y mucho amor por el laberinto de la vida. Para cultivar la pasión hay que asumir riesgos, liberarse de la represión psicológica y abrirse más al mundo.
ECUANIMIDAD
En un hermoso cuento zen, el maestro Ryokan del siglo XVIII, después de que le entraran a robar en casa, escribió: “El ladrón se dejó la luna en la ventana”. Aceptaba lo sucedido, sin alterarse.
Es fácil dejarse llevar por las circunstancias sin encontrar un punto de equilibrio en el que apoyarse. Pero entonces la vida se convierte en una montaña rusa que sube o baja según cómo se esté emocionalmente. Hay quien lo exterioriza y lo vive como un drama, y quien se lo guarda y se llena de rencor, se deprime o enferma.
Cultivar la ecuanimidad es aprender a permanecer sereno en cualquier situación, aunque sea adversa.
No hay que tomarse a pecho lo que sucede: ni las cosas que salen bien son una recompensa ni las que se tuercen, un castigo. La ecuanimidad se aprende practicando la quietud interior. Como otras actitudes, se cultiva a través de la respiración consciente, la meditación, el yoga, las artes marciales y otras formas de relajación mental.
SENTIDO DEL HUMOR
Yo no creo que Dios nunca se ría. Personalmente a veces peco en exceso de esta actitud. Cuando doy clase de Yoga o Budo me cuesta mucho no hacer alguna tontería. La escritora Ángeles Arríen recuerda como, siendo una joven muy seria y decidida a seguir por la senda de lo espiritual, su maestro le dio un mantra para practicar. Ya en casa empezó a recitar las sagradas sílabas sánscritas que le había asignado. “Sansah humah, sansah humah, sansah humah”, repetía una y otra vez… hasta que de pronto se dio cuenta. “!Sense of humour¡” ¡Sentido del humor¡. Su maestro le decía que se animara y no se tomara tan enserio a sí misma.
Hatsumi Sensei en sus clases en Japón siempre da pinceladas de humor y el Shihan Pedro Fleitas hace que de su movimiento y de su palabra brote una sonrisa de alegría a sus estudiantes.
El sentido del humor no solo ayuda a sobrellevar las tribulaciones de la vida. Es una valiosa herramienta de transformación personal. Al reírse, se baja la guardia y se es receptivo y permeable. La obra divina es bella, difícil y absurda. Reírnos con ella, y de nosotros mismos, nos llena de paz ante la hoguera de la transformación.
ABRIRSE A LA MAGIA
A veces he llegado a creer hasta 6 cosas imposibles incluso antes del desayuno. En todo camino hay que esforzarse por cultivar la capacidad de asombro y de abrirse a lo mágico.
Lo mágico forma parte del mundo, pero la mayoría renunciamos a nuestra capacidad para captarlo. Todos éramos capaces de maravillarnos cuando éramos niños. Y podemos sentir la magia al enamorarnos, ante la naturaleza, en presencia de alguien excepcional, en rituales sagrados….
Ahora bien, la capacidad de asombrarse y de ver lo que de extraordinario tiene el día a día puede cultivarse. Se entrena prestando atención a los detalles, valorando las pequeñas cosas y apreciando ese destello fugaz en el que consiste la vida. No es fácil abrirse a lo inconcebible, pero la apertura precede a la percepción.
Una vez más tengo que decir: El que quiere hacer algo encuentra la forma el que no pone la excusa. Un pequeño truco, se feliz y todo será más fácil. Empieza ha hacerlo y que aparezca la magia.
PACIENCIA
“Señor, concédeme paciencia, pero date prisa”. Je, je no he podido evitarlo al escribir sobre la no-prisa.
No te das cuenta que la impaciencia no sirve para acelerar tu transformación, de igual forma no te sirve de nada mirar el agua mientras se calienta para que hierva antes. Son tantas las cosas que no llegan cuando uno desea que la vida nos termina enseñando a ser pacientes.
“La flor no se abrirá porque yo le grite ¡Ábrete¡”. La trasformación es un camino que dura toda la vida. Para cultivar la paciencia hay que aprender a confiar y a tener fe en que todo llegará…. A su debido tiempo.