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lunes, mayo 23, 2011

Historias Zen

 
 
En una vieja leyenda japonesa se cuenta de dos niños que aguardaban en el camino a que el señor Paja llegara porque dicen que su nombre atraía a la suerte.

-Faltará mucho. Me duelen los pies

-Paciencia Hiroshi. Estará aquí en cualquier momento. Todos los dias viene por aquí.

-Buenos dias, señor Paja. Gusto de verlo el dia de hoy.

El señor Paja los saluda amablemente y sigue su camino, mientras Hiroshi dice:

-Vaya Mary. Es el hombre más delgado del Japón.

-No tiene casa ni familia y siempre ha sido muy pobre. Casi no come, por eso es tan delgado. Buena suerte, señor Paja, buena suerte. Espero que la Diosa de la Fortuna le sonría el dia de hoy.

El señor señor Paja llegó hasta donde la Diosa, entró en su palacio y le dijo:

-Buenos dias soy yo otra vez pidiendo por una pequeña mejora en mi vida el dia de hoy. Hoy sería un buen dia para que cambiara mi suerte.

-Sí un buen dia señor Paja. La primera cosa que tu mano toque cuando salgas del templo, te traerá suerte.

-En verdad? Gracias Diosa, gracias. Al fin, mi suerte.

El señor Paja al salir del templo tropezó y su mano agarró un pedazo de paja.

-No!, No! Una vara no tiene valor pero si la Diosa de la fortuna quería que la recogiera, no la arrojaré a la basura. Dónde estará mi fortuna?

Caminando su camino se encuentra a una madre, cuyo hijo llora y ella le dice:

-Por favor Toshi, debo llevar estas flores al mercado antes de que se estropeen.

El niño ve al señor Paja y le dice, sonriendo:

-Me puedes dar esa pequeña libélula? Por favor!

-Oh, lo siento pero la Diosa de la Fortuna me dijo... que la vara me traería buena suerte, pero me parece que tú la necesitas más que yo.

-Gracias amable señor –le dice la madre-. Por favor, permítame darle algo a cambio: esta rosa.

Luego se encuentra y un joven que llora en una banca del camino:

-Y dime, tú por qué llorar en este dia tan hermoso?

-Quiero pedirle a mi novia que se case conmigo.

-Ah, el amor! Es suficiente razón para no llorar. Eres muy afortunado.

-Muy afortunado? Y también muy pobre. No tengo un regalo para darle.

-Aquí lo tienes. Toma mi rosa.

-Gracias señor. Por favor –le dijo mientras le daba una naranja- tome esto a cambio de su rosa.

Al poco tiempo lo alcanzó un hombre que tiraba de una carreta:

-He arrastrado esta carreta toda la mañana y toda la tarde y ahora estoy tan sediento que me voy a desmayar.

-Me temo que no hay pozos por aquí. Tengo. Tome de mi naranbja y beba el jugo.

-Gracias. Por su amabilidad, por favor tome esta seda.

Y el señor Paja se quedó con la seda en sus manos hasta que oyó la voz de una joven que bajó de una carreta y le preguntó:

-Dónde podré encontrar una seda como esa? Es exactamente lo que estaba buscando.
Hoy mi padre, el Rey, celebra su cumpleaños y yo quiero hacerle un nuevo traje real.

-Ah, su Alteza! Si es el cumpleaños del Rey, con todo gusto le regalaré esta seda.

-Es usted muy generoso.
Por favor, tome esto –le dijo la princesa mientras le daba una joya-.

-Comencé con una vara de paja sin valor y sin darme cuenta ahora tengo una joya!

Y con esa joya, el señor Paja compró una gran parcela y después de mucho trabajo el señor Paja se convirtió en un hombre rico y aunque muy rico,
el señor Paja nunca cambió.
No sólo compartía su arroz con los hambrientos sino que construyó una escuela para los niños del pueblo.
Todos pensaban que la buena suerte del señor Paja provenía de una vara de paja
pero él sabía que la suerte venía de su generosidad y bondad hacia el prójimo.

FUENTE: `El Libro de las Virtudes'