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lunes, mayo 09, 2011

Daily Tao



Contemporáneo

¿Por qué los yogis mueren hoy en día?
¿Por qué ya no hay inmortales?
¿Qué ha pasado con todos los hechiceros?
¿Por qué los ángeles no vienen a la tierra?


Un libro escrito por un yogi contemporáneo indicaba que el autor había fallecido en una cierta fecha. Qué contraste con las escrituras que indican que la muerte de una persona santa es desconocida, o que la persona había sido vista por sucesivas generaciones, o incluso que la persona había resucitado!

Hoy en día, todos las personas sagradas mueren. Nadie es reconocido como un santo, y lo sobrenatural ya no es una consideración. ¿Por qué? Porque la gente ya no cree que esas cosas sean ciertas.

Si aceptamos que esta es una época en que lo místico ya no predomina, ¿podemos aún ser espirituales? Es posible que seamos incluso más espirituales que nunca. Liberados de la idea de que la espiritualidad es algo extraordinario, algo posible sólo para yogis espectaculares e inmortales, podemos finalmente considerar que nosotros mismos podemos alargar la mano para alcanzarla y ser tan espirituales como ellos. Los máximos niveles de comprensión no están inherentemente impedidos a ningún ser humano. Si somos buscadores, habremos de encontrar. Puede que no vivamos para siempre, puede que no escapemos de la muerte, pero seremos capaces de comprender lo que las personas santas en el pasado. 


Amistad

Aquellos verdaderamente conectados no necesitan correspondencia.
Cuando se reunen nuevamente después de muchos años,
Su amistad es tan verdadera como siempre.

En un pasado remoto, había una vez un hombre de estado joven y rico en una misión diplomática. Acompasado por el río nocturno, escuchó el fascinante sonido de un laúd. Siendo él mismo un músico apasionado, tomó su propio laúd y eventualmente encontró a un pastor de cabras sentado en unas viejas ruinas. En aquellos días, un aristócrata no se relacionaría con un plebeyo, pero los dos hombres entablaron amistad a través de su música. Su interpretación musical era tan suave y natural como el agua que fluye.

Una vez al año, el embajador y el pastor de cabras renovarían su amistad. Aunque tenían la oportunidad de tocar su música con otros durante el resto del año, cada uno de los dos hombres declaraba que había encontrado su verdadera contraparte.

Por muchos años el embajador intentó sacar al pastor de cabras de su pobreza, pero su amigo lo rechazó firmemente. No quería contaminar su amistad con dinero.

Años más tarde, cuando embajador ya tenía el pelo cano, fue al punto de encuentro pero su amigo no estuvo allí. Intentó tocar solo, pero su melodía era desoladora. Finalmente alguien vino a decirle que su amigo había muerto de hambre durante una reciente hambruna. Esta noticia dejó al embajador abatido. Quedó atrapado en la ironía de saber que él tenía el dinero para haber salvado a su amigo, y sin embargo también entendía los valores del hombre. En su dolor, el embajador rompió su laúd. “Con mi amigo ido de este mundo, ¿para quién interpretaría mi música?”

La verdadera amistad es una rara armonía.