“El acto de alimentarse debe contemplar la posibilidad de ofrecer sustento y salida evolutiva
al universo del que formamos parte, así como a cada una de las partículas que lo constituyen”.
“El alimento físico no se limita solamente a las partículas materiales que lo conforman;
si es preparado con espíritu de ofrenda, se torna vehículo de armonización y cura de quienes lo ingieren.
Esta actitud despojada de intereses egoístas consigue procesar una química sutil
y el alimento adquiere propiedades incalculables