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viernes, marzo 11, 2011

Historias Zen

 

 

Un hombre santo

La voz se propagó a través de la campiña, sobre el sabio hombre santo que vivía en una casa pequeña encima de la montaña. Un hombre de la aldea decidió hacer el largo y difícil viaje para visitarlo. Cuando llegó a la casa, vio a un viejo criado al interior, que lo saludó en la puerta. “Quisiera ver al sabio hombre santo”, le dijo al criado. El sirviente sonrió y lo condujo adentro.
Mientras caminaban a través de la casa, el hombre de la aldea miró con impaciencia por todos lados en la casa, anticipando su encuentro con el hombre santo. Antes de saberlo, había sido conducido a la puerta trasera y escoltado afuera. Se detuvo y giró hacia el criado, “¡Pero quiero ver al hombre santo!”
“Usted ya lo ha visto”, dijo el viejo. “A todos a los que usted pueda conocer en la vida, aunque parezcan simples e insignificantes… véalos a cada uno como un sabio hombre santo. Si hace esto, entonces cualquier problema que usted haya traído hoy aquí, estará resuelto”.

El cantero

Había una vez un cantero que estaba insatisfecho consigo mismo y con su posición en la vida. Un día pasó por la casa de un rico comerciante. A través de la entrada abierta, vio muchas finas posesiones e importantes visitantes. “¡Cuán poderoso debe ser el comerciante!”, pensó el cortador de piedra. Se puso muy envidioso y deseó que pudiera ser como el comerciante. Para su gran sorpresa, se convirtió repentinamente en el comerciante, gozando de más lujos y poder de lo que siempre había imaginado, pero envidiado y detestado por aquellos menos ricos que él.Pronto un alto funcionario pasó cerca, llevado en una silla de manos, acompañado por asistentes y escoltado por soldados batiendo gongos. Todos, sin importar cuan rico, tenían que hacer una reverencia ante la procesión. “¡Cuán poderoso es ese funcionario!”, pensó. “¡Deseo que pudiera ser un alto funcionario!”.Entonces se convirtió en el alto funcionario, llevado por todas partes en su bordada silla de manos, temido y odiado por la gente de todo alrededor. Era un día caluroso de verano, por eso el funcionario se sentía muy incómodo en la pegajosa silla. Levantó la mirada al sol. Brillaba orgulloso en el cielo, no afectado por su presencia. “¡Cuán poderoso es el sol!” pensó. “¡Deseo que pudiera ser el sol!”.Entonces se convirtió en el sol, brillando ferozmente sobre todos, abrasando los campos, maldecido por los granjeros y los trabajadores. Pero una enorme nube negra se interpuso entre él y la tierra, de modo que su luz no pudo brillar más sobre todo allá abajo. “¡Cuán poderosa es esa nube de tormenta!”, pensó. “¡Deseo que pudiera ser una nube!”.
Entonces se convirtió en la nube, inundando los campos y las aldeas, increpado por todos. Pero pronto descubrió que estaba siendo empujado lejos por cierta gran fuerza, y se dio cuenta de que era el viento. “¡Cuán poderoso es!”, pensó. “¡Deseo que pudiera ser el viento!”Entonces se convirtió en el viento, llevándose tejas de los techos de las casas, arrancando árboles, temido y odiado por todos debajo de él. Pero después de un rato, se izó en contra de algo que no movería, no importa cuan fuertemente soplara en contra de ella, una enorme y altísima roca. “¡Cuán poderosa es esa roca!”, pensó. “¡Deseo que pudiera ser una roca!”.
Entonces se convirtió en la roca, más poderosa que nada más en la tierra. Pero mientras estaba parado allí, oyó el sonido de un martillo golpeando un cincel en la dura superficie, y sintió que estaba siendo cambiado. “¿Qué podría ser más poderoso que yo, la roca?”, pensó. Bajó la mirada y vio lejos debajo de él, la figura de un cantero.

Luz y oscuridad

La oscuridad pensó que la luz cada día le estaba robando mayor terreno y entonces decidió ponerle un pleito. Así lo hizo y llegó el día fijado para el juicio. La luz llegó a la sala antes de que llegara la oscuridad. Allí estaba el juez y los respectivos abogados.Esperaron y esperaron. La oscuridad estaba fuera de la sala, pero no se atrevió a entrar. Simplemente, no podía. Así que, pasado el tiempo, el juez falló a favor de la luz.
La luz es la Consciencia y la Sabiduría oscuridad; inconsciencia y error son ausencia de las otras; eso es todo. No tienen luz propia. Si desarrollas la consciencia, ¿cómo puede compartir el mismo espacio la incosnciencia? No puede, como no pudo la oscuridad entrar donde estaba la luz.