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jueves, marzo 08, 2012

Nasrudin



 
 
Un hombre invitó a Nasrudín a salir de caza con él, pero le dio por montura un caballo demasiado lento. El Mulá no dijo palabra. Muy pronto los demás se distanciaron, perdiéndose de vista. Poco después comenzó a llover fuertemente. No había refugio alguno en esa zona y todos los participantes de la cacería terminaron empapados. 
Nasrudín, sin embargo, en cuanto comenzó a llover se quitó todas sus ropas, las dobló y se sentó encima de ellas. Cuando cesó la lluvia, se vistió nuevamente y regresó a la casa de su anfitrión para almorzar. Nadie podía comprender por qué estaba seco. No obstante sus veloces caballos, ellos no habían podido hallar refugio en esa llanura.

-Fue el caballo que me dio, dijo Nasrudín.

Al día siguiente le dieron un caballo rápido y su anfitrión reservó para sí el lento. Llovió nuevamente. El caballo iba tan despacio que el anfitrión se mojó más que nunca, mientras regresaba a su casa a paso de tortuga.

Nasrudín repitió la misma operación que la vez anterior y regresó a la casa seco.

-Usted es el culpable -gritó el anfitrión-, porque me hizo montar ese maldito caballo.

-Quizá -dijo el Mulá- usted no puso nada de sí mismo para resolver el problema de mantenerse seco.


FUENTE: SHAH, IDRIES: `Las Ocurrencias del Increíble Mulá Nasrudín'. Recopilación. Digitalizado por Hernán, Biblioteca Nueva Era, Rosario - Argentina.