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lunes, noviembre 14, 2011

Historias Zen


El país de la risa
"El maestro estaba de un talante comunicativo, y por eso sus discípulos trataron de que les hiciera saber las fases por las que había pasado en su búsqueda de la divinidad.
Primero, les dijo, Dios me condujo de la mano al País de la Acción, donde permanecí una serie de años. Luego volvió y me condujo al País de la Aflicción, y allí viví hasta que mi corazón quedó purificado de toda afección desordenada.
Entonces fue cuando me vi en el País del Amor, cuyas ardientes llamas consumieron cuanto quedaba en mi de egoismo.
Tras de lo cual, accedí al País del Silencio, donde se desvelaron ante mis asombrados ojos los misterios de la vida y de la muerte.
¿Y fue ésta la fase final de tu busqueda? le preguntaron.
No respondio, el Maestro,... Un día dijo Dios: Hoy voy a llevarte al santuario más escondido del Templo, al corazón del propio Dios...
Y fui conducido al País de la Risa."
(Relato de la tradición oral Zen, publicado en la recopilación Historias Zen, de Taisen Deshimaru, Edit. Sirio)
La rueda del tiempo
"En la India dos hombres caminaban por el campo. El más anciano dijo: Estoy cansado. Por favor, ve a buscar un poco de agua en los pozos que se ven al otro lado del arrozal. Te espero a la sombra de estos árboles.
El joven cruzó el campo y en el pozo se encontró con una muchacha que estaba sacando agua. Se sintió atraido por ella y suavemente le preguntó su nombre. Ella le contestó con una sonrisa. Algo más tarde él le propuso llevarle la varija hasta el pueblo. Ella aceptó. Ya en la aldea fue invitado a comer en casa de la joven. Conoció a otda la familia y acabó pidiendo la mano de la chica. Se la concedieron.
Tras la boda trabajó como campesino, tuvo hijos y los educó. Uno murió de enfermedad. Sus suegros también fallecieron y se convirtió en el cabeza de familia. Su hijo mayor se casó y partió. Su mujer, con el pelo ya cano, murió algo después. El la lloró, porque la había amado mucho. Días más tarde una inundación devastó el valle. Fue arrastrado como sus vecinos por un torbellino de agua fangosa. Luchó para sujetar a su hijo menor, que se ahogaba ante sus ojos.
De repente, sin saber por qué, se acordó de su amigo, el anciano que le había pedido agua. Al instante se encontró en tierra seca, cruzando un campo, con una jarra en la mano. Regresó junto al anciano, que estaba adormecido bajo un árbol. Algo en el aire, que se había vuelto puro y ligero, parecía indicarle al joven que se hallaba en el mismísimo umbral del gran misterio de Vishnú, el dios que mantiene los mundos en su sitio.
El anciano se despertó y le dijo: -El sol ya está bajo. Tardaste mucho. Estaba a punto de ir a buscarte."
Este cuento aparece en el libro de Jean-Claude Carrière "El Círculo de los Mentirosos" (Edit. Lumen).

El trabajo sobre uno mismo
"Evasión:
Un visitante refería la historia de un santo que quería ir a visitar a un amigo suyo que estaba agonizando; pero, como le daba miedo viajar de noche, le dijo al sol: En nombre de Dios te ordeno que permanezcas en el cielo hasta que llegue yo a la aldea donde mi amigo agoniza. Y el sol se detuvo en el cielo hasta que el santo llegó a la aldea. El maestro sonrió y dijo: ¿No habría sido mejor que el santo hubiera vencido su miedo a viajar de noche?.
Transformación:
A un discípulo que siempre estaba quejándose de los demás le dijo el Maestro: Si es paz lo que buscas, trata de cambiarte a ti mismo, no a los demás. Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra.
Desarrollo:
A un discípulo que se lamentaba de sus limitaciones le dijo el maestro: Naturalmente que eres limitado. Pero ¿no has caído en la cuenta de que hoy puedes hacer cosas que hace quince años te habrían sido imposibles? ¿Qué es lo que ha cambiado?. Han cambiado mis talentos. No. Has cambiado tú. ¿Y no es lo mismo? No. Tú eres lo que tú piensas que eres. Cuando cambia tu forma de pensar, cambias tú.
(Relato del libro "¿Quién puede hacer que amanezca?", de Anthony de Mello)