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martes, marzo 20, 2012

COMO FUNCIONA REIKI


D.- El cuerpo energético: La espiral y los chakras significa el movimiento de la luz.

Hay personas más psíquicas que perciben el cuerpo energético canalizaron los símbolos para aquellas que no lo ven; por ejemplo, el símbolo de Reiki Usui Cho Ko Rey que simboliza una espiral es realmente el chakra o el movimiento de la luz; el símbolo Hart de Reiki Karuna es una aproximación al Merkaba que se activa desde el corazón.

El cuerpo humano se estructura básicamente en chakras, meridianos de luz que comunican los chakras con la columna, la kundalini, el merkaba y el áura. La imagen que representa el cuerpo energético es el cosmos poblado de galaxias/de chakras. "Lo que hay arriba, hay abajo".
E.- Los símbolos activan el hemisferio derecho.

En el hemisferio derecho residen las emociones, la comprensión intuitiva y arquetípica de la vida a través del lenguaje simbólico o no verbal, etc. A través de los símbolos intentamos plasmar lo inefable. Si utilizamos el lenguaje verbal, activamos el hemisferio izquierdo, el racional, en detrimento del hemisferio derecho. Si activamos el hemisferio izquierdo, anclamos a la persona al presente y a sus problemas cotidianos. Los símbolos son un alfabeto emocional que activa y lee el hemisferio derecho. La función de los símbolos, de la respiración o de los mantras es anular el hemisferio izquierdo y activar el hemisferio derecho, la puerta a otras dimensiones. Mente versus emociones.

El hemisferio izquierdo es analítico y centrado en la parte; el hemisferio derecho es intuitivo y centrado en el todo; uno ve el árbol y el otro el bosque; uno ve y otro siente.

Esta dualidad se muestra en la forma de interpretar el mundo los hombres y las mujeres: emocionalmente las mujeres perciben cosas que los hombres no ven.

En occidente, desde la revolución industrial hemos vivido predominantemente desde el hemisferio izquierdo; gracias a ello, disfrutamos de un mundo material pero perdimos la conexión espiritual, con el todo: materialismo versus espiritualidad, individualidad versus colectivo, tiempo lineal versus tiempo cíclico; incluso la física mecánica de Newton reflejaba este paradigma: solo existe la materia y lo visible. Ahora se está produciendo un cambio de paradigma; la física cuántica evidencia que todo está conectado, que existe un campo invisible al ojo humano que unifica las partes, que si alteras una parte, alteras el conjunto; esta forma de pensar refleja el hemisferio derecho: visón y compresión holística.

La historia es una alternancia de hemisferios: lo que el hemisferio derecho intuye después el hemisferio izquierdo lo analiza; es un proceso sano y oportuno porque el hemisferio derecho no filtra ni critica; las sectas o la publicidad para manipular utilizan técnicas que activan sólo el hemisferio derecho. Oriente y occidente reflejan esta dicotomía. Oriente, sobre todo la india, vivía desde el hemisferio derecho: conexión y apertura dimensional desde una desequilibrada espiritualidad basada en el sistema de castas y vivida desde la pobreza por falta del desarrollo del hemisferio izquierdo. En occidente era lo contrario, dominábamos la materia pero vivíamos desconectados emocional y energéticamente.

Es necesaria esta separación y alternancia para evolucionar: el hemisferio derecho crea la ilusión de unidad y el hemisferio izquierdo de separación; si siempre estuviésemos fusionados nunca habría cambio ni evolución.

Ahora se está produciendo un equilibro en todos los planos porque el aprendizaje ha finalizado y asistimos al cambio de era, de piscis a acuario. Podemos observar este equilibrio y uniformismo en la globalización que se está produciendo en la civilización y en la superación de la dualidad hombre y mujer hacia lo unixex.

Nuestro sentido de identidad y nuestro sentido del «otro» residen en los dos lóbulos temporales, pero principalmente en el hemisferio izquierdo, donde están localizados los centros del lenguaje. Para funcionar normalmente, los lóbulos temporales izquierdo y derecho deben trabajar en armonía. Si algo rompe este equilibrio, el cerebro percibirá otro «yo» y creará una alucinación. Como Persinger descubrió en sus experimentos, la estimulación del lóbulo temporal derecho genera la percepción de las visiones espirituales, tanto buenas como malas. El hecho de dirigir simultáneamente campos magnéticos hacia la amígdala del cerebro produce intensas emociones, al igual que sucede en una experiencia espiritual. Al estimular primero un lado de la amígdala y luego el otro, Persinger descubrió que podía realzar el contenido emocional de la experiencia.

Se cree que por un proceso adaptativo ante las dos grandes realidades que no podemos modificar como son el tiempo y el espacio, el hemisferio derecho se ha especializado en el espacio, mientras que el izquierdo se apoya más en el análisis temporal del sonido que configura las secuencias simbólicas que conocemos como lenguaje, ya sea oral o escrito. Por este mismo motivo el hemisferio izquierdo es focal, una idea tras otra, en tanto que el derecho es global, todo al mismo tiempo.

El derecho es no verbal porque requiere analizar a un tiempo, gesto, mímica, postura, mirada y entonación.

Con estas mismas bases, el izquierdo es racional, lógico y objetivo, el derecho es emocional, intuitivo y subjetivo.

El izquierdo analiza, propone y piensa de manera lineal, mientras que el derecho sintetiza, imagina y piensa de forma simultánea. El izquierdo es lógico, convergente y simbólico, el derecho es analógico, divergente y concreto.

Si queremos simplificar esta larga lista, podríamos resumir diciendo que el izquierdo razona y el derecho motiva; el izquierdo analiza y el derecho impulsa; el izquierdo reflexiona y el derecho intuye.

Otra habilidad del hemisferio derecho es la de reconocer caras; para eso es un experto. La expresión emocional de las caras es sutil y compleja pero la interpretamos de manera holística e intuitiva para descubrir el mensaje o la intención y también el trasfondo de la personalidad del otro.

El lenguaje no verbal del hemisferio derecho está motivado por la emoción y es de valor comparable al lenguaje verbal y lógico del hemisferio izquierdo, que más bien está motivado por la reflexión.

Lo cierto es que gracias al hemisferio derecho que la realidad puede transformarse en algo bello y creativo como puede serlo la música, la poesía, la pintura y el arte en general.

El ser humano, a lo largo de toda la Historia, ha empleado la simbología como el gran 'medio de comunicación' con las fuerzas abstractas primigenias. Los arquetipos y los símbolos, entre ellos los polígonos geométricos, actúan realmente como un puente entre dos realidades. Este puente, el lenguaje simbólico o arquetípico, posibilita la comunicación entre lo que llamamos divinidad y nosotros. Con cada signo o arquetipo accedemos a un diálogo que revela otra realidad mucho más sutil que nuestra racionalidad.

Los arquetipos de hecho contienen una esencia intemporal. Cada uno de los arquetipos simbólicos, no son una 'abreviatura' de la Realidad, sino que son un medio para instalarnos en esa Realidad. Cada arquetipo existente es portador de cierto conocimiento determinado. Los polígonos de la geometría, por ejemplo, son un lenguaje arquetípico que reconstruyen la conexión perdida entre el hombre y el cosmos.

"...Lo peor que podía hacer el observador remoto era interpretar o analizar lo que veía, utilizar el hemisferio izquierdo ( las cursivas son mías ). Esto tendía a colorear sus impresiones cuando la información aún estaba siendo filtrada, por lo que invariablemente se equivocaba. Basándose en esta primera interpretación errónea, empezaba a interpretar otros elementos de la escena en el contexto de la imagen principal. Si un observador remoto pensaba haber visto un castillo, empezaba a buscar un foso. Sus expectativas o su imaginación ocupaban el extremo receptor del canal. No cabía duda de que la información llegaba espacial y holísticamente en ráfagas de imágenes. Al igual que en el fenómeno estudiado por el PEAR y Braud, este canal sensorial parece hacer uso de la parte inconsciente y no analítica del cerebro. Como Dunne y Jahn habían descubierto con sus máquinas ERG, el cerebro izquierdo es el enemigo del Campo..."
El Campo de Lynne Mctaggsrt.

E.- Transcender el ego.

Los símbolos, igual que la meditación, son la llave a conseguir ondas alfas, conectarnos con el otro y trabajar desde la unidad:

Eugene d'Aquili, de la Universidad de Pensilvania, y Andrew Newberg, médico del programa de medicina nuclear del hospital de la universidad, comprobaron esto en un estudio realizado con monjes tibetanos. Los momentos de experiencia meditativa mostraban una mayor actividad en los lóbulos frontales del cerebro y una menor actividad en los lóbulos parietales. La meditación y otros estados alterados de conciencia también pueden afectar a los lóbulos temporales, los cuales albergan la amígdala, un conjunto de células responsable de nuestro sentido de identidad y de nuestra respuesta emocional ante el mundo: si nos gusta o no lo que percibimos. La estimulación de los lóbulos temporales o un trastorno en ellos puede crear familiaridad o extrañeza -rasgos característicos de una experiencia trascendente-. La intensa concentración intencional en otro ser parece «desactivar» la amígdala y eliminar el sentido neuronal de identidad.

El especialista en cáncer y psicólogo doctor Lawrence LeShan, que ha estudiado a varios curanderos exitosos, descubrió que tienen en común dos importantes prácticas, además de acceder a un estado alterado de conciencia: visualizan que están unidos a la persona que deben curar e imaginan que ambos se hallan unidos por algo que ellos describen como el Absoluto.

Los curanderos de Cooperstein también afirmaban haber desactivado el ego y eliminado su sentido de identidad y de separación. Tenían la sensación de estar asumiendo el cuerpo y el punto de vista de la persona que tenían que curar.

Un curandero incluso sentía cómo cambiaba su propio cuerpo, con distintos patrones y distribuciones de energía. Aunque los curanderos no asumían la enfermedad o el dolor, lo sentían cuando visualizaban su unidad con la persona enferma. En este momento de unión, su percepción se alteraba significativamente y sus capacidades motoras disminuían. Tenían una percepción expandida del presente y perdían la conciencia del paso del tiempo. Perdían también la conciencia de los límites de sus propios cuerpos, y tenían una experiencia alterada de su imagen corporal. Se sentían más altos y ligeros -como si estuvieran fuera del cuerpo físico- sumergidos en un sentimiento de amor incondicional. Comenzaban a verse a sí mismos -según comentó un curandero- como «una especie de núcleo que permanece»:

Otros curanderos experimentaban una pérdida más profunda de la identidad; para llevar a cabo su trabajo, tenían que formar una unidad con la persona a la que intentaban curar: convertirse en ese individuo, con toda su historia física y emocional. Su propia identidad personal y su memoria se desvanecían y entraban en un espacio de conciencia compartida, donde una entidad impersonal realizaba la curación. Algunos de los curanderos experimentaban una identificación mística con espíritus guardianes o guías, y el álter ego espiritual tomaba el control.

Según Krippner, ciertas personalidades son más susceptibles de fusionar su identidad que otras: aquellas que, de acuerdo con un test psicológico, poseen «fronteras delgadas». Según el cuestionario Hartmann obre fronteras, desarrollado por el psiquiatra de la Universidad Ernest Hartmann para medir las defensas psicológicas de una persona, la gente con fronteras gruesas es bien organizada, responsable y, como decía el propio Hartmann, está «bien defendida», con un firme sentido de identidad con una barrera a su alrededor. La gente con fronteras «delgadas» tiende ser abierta, confiada y desprotegida. Sensibles, vulnerables y creativas, estas personas suelen involucrarse rápidamente en las relaciones sentimentales, experimentar estados alterados de conciencia y pasar con facilidad de la fantasía a la realidad. A veces, no saben en qué estado se encuentran. No reprimen los pensamientos desagradables ni separan los sentimientos de los pensamientos. Suelen servirse más cómodas que la gente de fronteras gruesas con el uso de la intención para controlar o cambiar las cosas que las rodean. En un estudio realizado por Marilyn Schlitz con músicos y artistas, por ejemplo, los individuos creativos con fronteras delgadas también obtuvieron mejores resultados en la influencia remota.

En mis propias investigaciones sobre los curanderos, he encontrado dos tipos distintos. Algunos se ven a sí mismos como el agua (la fuente de la curación); otros, como la manguera (el canal a través del cual viaja la energía curativa). El primer grupo creía que su poder era un don personal. Sin embargo, el grupo más grande estaba compuesto por los canalizadores -los que actuaban como vehículos de una fuerza mayor que estaba más allá de sí mismos.

Targ había entrevistado a los curanderos sobre su trabajo, y tuve la oportunidad de hablar con ella antes de su muerte sobre los puntos en común que había descubierto entre los distintos enfoques. Hall que una actitud de compasión o bondad era esencial para poder enviar una intención curativa. Pero sea cual fuere el enfoque utilizado, la mayoría de ellos estaba de acuerdo en una sola cosa: la necesidad de quitarse de en medio. La necesidad de rendirse a una fuerza curativa. Los curanderos habían presentado su intención esencialmente como una petición -por favor, haz que esta persona se cure- y luego se habían quitado de en medio. Cuando Targ examinó a los pacientes que mejor habían mejorado, comprobó que los curanderos que más éxito habían tenido fueron los «canalizadores» -los que se habían apartado para dejar paso a una fuerza mayor-. Ninguno de los curanderos exitosos creía ser el poseedor del poder curativo.

El psiquiatra Daniel Benor, que ha reunido y clasificado prácticamente todos los estudios sobre la curación en sus cuatro volúmenes sobre el tema así como en su sitio web, ha examinado las afirmaciones y los escritos de los curanderos más famosos para descubrir su forma de trabajar.

[Mientras realiza la curación] el curandero puede estar sólo vagamente consciente de los movimientos, conversaciones, etc., que tienen lugar a su alrededor. Si alguien le hace una pregunta sobre la condición del paciente, comprobará que puede responder con extraordinaria facilidad y sin el menor esfuerzo mental -en otras palabras, la sabia personalidad del Guía le proporciona la respuesta. Así es como el curandero «entra en sintonía» -es la subordinación de su ser físico a la parte espiritual de sí mismo, con ésta convirtiéndose transitoriamente en el yo superior bajo el control del director.

Para Edwards, lo más importante era apartarse, abandonar el ego personal, hacer un esfuerzo consciente por quitarse de en medio.

Los curanderos de Cooperstein describieron su experiencia como una sensación de entrega total a un ser superior o incluso al propio proceso de la curación. Todos creían formar parte de un todo mayor. Para acceder a la entidad cósmica y no local de la verdadera conciencia, tenían que trascender los estrechos límites del yo y de la identidad personal, y fusionarse con la entidad superior. Con esta expansión de la conciencia, los curanderos sentían que entraban en comunicación directa con este gran campo de información que les proporcionaba chispazos de información, símbolos e imágenes. Las palabras aparecían de la nada y les daban un diagnóstico. Algo que estaba más allá de su pensamiento consciente se encargaba de llevar a cabo la curación.

Aunque el camino que lleva a la curación implicaba un pensamiento conscientemente dirigido, no sucede así con la curación propiamente dicha. Por ejemplo, en un tratamiento de dos minutos, puede haber un minuto y medio de pensamiento racional y luego «unos cinco segundos de algo irracional, un espacio que puede constituir la clave de toda la experiencia». El aspecto más importante del proceso curativo era sin duda la entrega del curandero, su disposición a abandonar el control cognitivo del proceso y a convertirse en pura energía.

F.- Para el budismo esotérico y la física cuantica, el universo es un holograma ("el universo es mente").

El concepto "Maya" ( "todo es ilusión y mente") expresa esta idea. Vivimos en un mundo mental porque la mente crea la realidad. Y si la mente crea la realidad, a través de los símbolos, creamos esa realidad. Cada persona está condicionada por su cultura; el doctor Usui era un monje budista y utilizó esta tradición budista de utilizar símbolos para cambiar la realidad. Los símbolos de Reiki eran utilizados antes de que el doctor Usui los universalizara como técnica de meditación y para potenciar la intención.