Tarde o temprano todos los seres humanos enfermamos y el dolor reduce nuestra capacidad para el trabajo y el placer, llegando incluso a arrebatarnos la vida.
Sin embargo pocas son las personas conscientes de que la enfermedad aparece cuando malgastamos nuestra energía. Permitimos que nos la roben o la encarrilamos hacia objetivos erróneos.
Comprenderlo así nos abre el camino del auto- curación, un milagro posible si interpretamos las dolencias del cuerpo como lo que lo de verdad son: expresiones de un malestar espiritual que SI tiene curación. Los miedos, las fobias, la falta de autoestima o el afán excesivo de control pueden tener repercusiones físicas insólitas y de difícil diagnóstico, que solo podemos resolver aprendiendo a mantenernos en contacto con nuestro YO más profundo.
Aprender el leguaje del sistema energético humano es un medio para comprendernos a nosotros mismos, un medio para salir airosos de estos retos Espirituales. Al comprender la anatomía de la energía identificara las pautas o modalidades de nuestra vida, y la profunda interrelación que existen en el funcionamiento de mente, cuerpo y espíritu. Este conocimiento propio nos proporcionara placer y paz mental, y al mismo tiempo lo conducirá a la curación emocional y psíquica.
Nos rodea una energía emocional generada por experiencias interiores y exteriores, tanto las positivas como las negativas. Esta fuerza influye en el tejido físico interno del cuerpo. De esta manera, la biografía de una persona, es decir, las experiencias que conforman su vida, se convierte en su biología.
LA BIOGRAFIA SE CONVIERTE EN BIOLOGIA.
Nuestro cuerpo contiene nuestra historia, todos los capítulos, párrafos, y versos, línea a línea, de todos los acontecimientos y relaciones de nuestra vida. Un miedo, por ejemplo, activa todos los sistemas corporales, el estomago se tensa, el ritmo cardíaco se acelera y tal vez el cuerpo comienza a sudar. Un pensamiento amoroso puede relajar todo el cuerpo
Todos tenemos sentimientos negativos, pero no toda aptitud negativa produce enfermedad. Para crear enfermedad, las emociones negativas tienen que ser dominantes, por ejemplo, una persona puede saber que debe de perdonar a alguien, pero decide que continuar enfadada le da más poder. Continuar obsesivamente enfadada la hace más propensa a desarrollar una enfermedad porque la consecuencia energética de una obsesión negativa es la impotencia. La energía es poder, y transmitir energía al pasado pensando insistentemente en acontecimientos penosos resta poder al cuerpo, (o sea lo debilita) y puede conducir a la enfermedad.
El poder (que nos da la energía) es esencial para sanar y para conservar la salud. Las aptitudes que generan sensación de impotencia no solo conducen a una falta de estima propia, sino que también agotan la energía del cuerpo físico y debilitan la salud en general.