Cualesquiera que sean mis acciones virtuosas,
La devoción a los Budas, la generosidad y demás,
Acumuladas a través de miles de eones,
Todas son destruidas en el momento de furia.
No hay pecado tan dañino como el odio,
Ni penitencia tan efectiva como la tolerancia,
Así que, por todos los medios posibles deberé
Cultivar con intensidad la tolerancia.
Manteniendo la mente herida por el odio,
Nunca experimentaré paz,
No tendré goce ni felicidad,
Perderé el sueño y me retorceré en descontento.
Incluso un señor cuya magnanimidad sea vital
Para aquellos a los que les da riquezas y estatus,
No menos está en peligro de ser matado,
Si tiene odio por ellos.
El odio nos separa de nuestros amigos y parientes;
Aunque estén atraídos por lo que se les da, nunca confiarán en nosotros.
En síntesis, no hay forma de vivir juntos
Felizmente con el fuego de la rabia.
La cólera es mi verdadero enemigo,
Crea tales sufrimientos como estos.
Pero quien la controla y conquista
Encuentra felicidad en el presente y en el futuro.
El odio encuentra su alimento en la incomodidad mental
Que siento, cuando me enfrento con los sucesos no deseados
Y con el bloqueo de lo que quiero que pase;
Entonces explota y me agobia.
Al ver eso, debo cuidadosamente eliminar
Ese alimento que le da vida al enemigo;
Porque ese enemigo no tiene actividad de ninguna clase
Que no sea la de causarme daños.
Cualquier cosa que pase, no debo permitir
Que mi contento sea perturbado.
El ser infeliz no hará cumplir mi deseo
Y perderé todas mis virtudes.
¿Por qué ser infeliz acerca de algo
Si no puede ser solucionado?
¿Y si no puede ser solucionado,
Cómo puede ayudar ser infeliz?