Konstantin Vasiliev nació el 3 de Septiembre de 1942 (Virgo), en plena II Guerra Mundial, en Maykop, una población del extremo sur de Rusia, al lado del Cáucaso, poco después de ser tomada por los alemanes. Tuvo talento pictórico desde muy temprana edad, y sus padres hicieron lo que pudieron para que su potencial no sufriese trabas. Lo mandaron a estudiar a la Academia de Arte de Moscú, pero eran los años 50, el régimen imponía sus directrices en el arte y Vasiliev no lo aceptaba, por lo cual prefirió estudiar en la Escuela de Arte de Kazán. Allí se especializó en decoración de escenarios teatrales, lo cual bien puede ser la causa de sus obvias afinidades wagnerianas. Acabó como maestro de arte en Vasilievo y después como diseñador de una fábrica, trabajando ocasionalmente para la Fundación de Arte de Kazán y participando en diversas exposiciones artísticas.
Su obra, que abarca más de 400 piezas, como un canto a Rusia, sus batallas y su historia, a la mitología eslava y germánica, a las tierras del Este, a la Naturaleza y a la humanidad nórdica.
Vasiliev murió trágicamente en 1976, atropellado por un tren. Tenía tan sólo 34 años, y por desgracia, como pasó con Mozart, el mundo jamás sabrá a qué cotas de creación artística hubiera podido llegar si hubiese continuado vivo hasta nuestros días.
Sin duda, la mayor polémica girará en torno a la filiación ideológica del artista. Tenemos escenas ambiguas representantes de la II Guerra Mundial, glorificación de los héroes rusos tanto antiguas como modernos, sospechosos tributos a Napoleón y a Federico Barbarroja, glorificación de la mitología germánica, de las runas y de las facciones nórdicas, y un sorprendente autorretrato del pintor. El artista era sencillamente un buen europeo y un patriota ruso, e inevitablemente sentía admiración por los grandes hombres de la Historia de Europa.
Realmente es un tributo a Europa y la humanidad nórdica, este hombre tenía un enorme conocimiento en mitologías y simbolismos, ya que de otra forma no podría haber logrado semejante obra que hay que saber interpretarlos un poco.