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lunes, agosto 01, 2011

Meditaciones Diarias


 
 
Todos los seres humanos tienen deseos extraordinarios...
Hay momentos en que las cosas nos alegran, otros en los que nos entristecen. Los altibajos forman parte del destino de todos nosotros.
Lo más importante en esta existencia es hacer algo que pueda representar un beneficio para los demás. Debemos tener una actitud auténticamente altruista, eso es lo que da sentido a la vida.
[El Pequeño Libro de Sabiduría del Dalai Lama]

Si comprendemos que todos los fenómenos, externos e internos, son sueños o ilusiones, habremos desvelado el punto débil de nuestras emociones negativas.
Por tanto, para acabar con ellas, no necesitamos un arsenal de métodos. Nos basta con reconocer su naturaleza y darnos cuenta de que no tienen ninguna base real.


Cuando nos examinamos con cuidado, no encontramos más que "emociones negativas". En realidad no hay nada.
Cuando nos observamos más de cerca aún, nos damos cuenta de que a través de la emergencia conjunta de causas y condiciones las emociones adquieren todo ese poder, porque de hecho no tienen ninguno que les sea propio.
No se trata más que de un conjunto de factores que identificamos y etiquetamos.
En realidad, las emociones son enteramente dependientes de otras cosas. El mal que nos hacen resulta de la ilusión.
Si llegamos a comprender esto, las emociones negativas no podrán herirnos nunca más. 
 
Habría que aplicar la mayor atención a todo lo que hacemos. En cada momento deberíamos ser conscientes de nuestro comportamiento físico, ya sea mientras realizamos actos benéficos o cuando evitamos aquellos que no lo son.
Siguiendo ese camino, el espíritu, como un elefante borracho, exasperado por los tres venenos, quedará atado al poste de las acciones positivas con la cuerda de la atención, y será domesticado con el gancho de la vigilancia.
 
La alegría que podemos experimentar a raíz de las acciones positivas de los demás es inestimable.
No tenemos nada que perder en la vida presente, y es la causa de una gran felicidad en las vidas futuras.
 
La vida humana es única, y resulta ser una oportunidad favorable difícil de ganar.
Si no la utilizamos en beneficio de los demás, cuándo tendremos de nuevo tal oportunidad?
Demos, pues, valor a esa ocasión y desarrollemos la alegría amando  a los otros más que a nosotros mismos. Nuestra decisión en ese sentido debería ser tan inquebrantable como una montaña.
  
Intentemos evitar todas las acciones negativas, tanto aquellas que lo son por naturaleza como las proscritas por el Buda en relación con los votos que hemos tomado.
Al mismo tiempo, conservemos en el espíritu la intención de obrar en beneficio de los demás