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miércoles, agosto 17, 2011

Meditaciones Diarias

Deberíamos estar preparados por si sobreviene la avidez extrema u otras emociones negativas.
Si optamos por una actitud clemente cuando aparece una actitud negativa,
ésta se hará más fuerte aún.
Por eso vale más rechazarla o expulsarla desde su aparición.
(Dalai Lama)

Si alguien utiliza un arma para herirnos, la verdadera culpable es el arma. Lo que nos hiere indirectamente es la cólera de la persona.
Entonces, si hay que enfadarse con alguien debe ser con el arma o la cólera que está en el origen de la utilización del arma. Retirad el arma a la persona y su cólera, y no quedará nada contra lo cual mostrarse disgustado.
 
Cuando las personas a las que no amamos son alabadas o abiertamente apreciadas nos ponemos celosos, lógicamente. Es un error.
Cuando se dicen cosas agradables a los demás, deberíamos intentar asociarnos a ellos, para sacar también nosotros un poco de felicidad.
Si podemos experimentar algo de satisfacción, aunque sea poco, cuando adulan a aquellos que detestamos, la felicidad que encontramos es realmente positiva y aprobada por los budas.
 
 
La mayor parte de la gente no quiere oir nada acerca de la muerte.
Pero si hemos formado nuestro espíritu, si podemos afrontar la muerte con confianza y de forma totalmente positiva, no hay nada que temer.
Entre tanto, en todo momento de nuestra vida, esas cualidades nos ayudarán a realizar grandes cosas.
Por tanto, mientras todavía seamos capaces de aprovecharnos de esta preciosa vida humana, con la cual podemos conseguir tantas cosas, no debemos dejarnos vencer por la pereza de sentimientos poco inclinados a las acciones positivas.

Cuando mezclamos dos sustancias químicas se produce una reacción y aparece una nueva sustancia.
Del mismo modo, si una persona muy irritable pone en práctica su amabilidad durante un largo período, su carácter poco a poco irá evolucionando. Desde luego, no podrá desembarazarse por completo de su tendencia a encolerizarse, pero será menos proclive a hacerlo.
Esa transformación de carácter es posible gracias a la interdependencia de dos tipos de conciencia, la una agresiva y la otra afectuosa.

Antes de hacer cualquier cosa, deberíamos preguntarnos siempre si estaremos en condiciones de cumplirla correctamente y llevarla a término.
Si la respuesta es no, sería preferible no emprender nada. Dejar las tareas incumplidas puede convertirse en una costumbre.
Por tanto, una vez que hayamos empezado una cosa, deberíamos estar bien seguros de no echarnos atrás en nuestra decisión.

La confianza en uno mismo no debe confundirse con el orgullo.
El orgullo consiste en tener una elevada opinión de si mismo sin motivo alguno.
La confianza en uno mismo es reconocer el hecho de que uno tiene la capacidad de realizar alguna cosa correctamente y estar decidido a no abandonar.
 
La práctica espiritual es difícil, al principio.
Nos preguntamos cómo podremos conseguirla en la tierra. Pero a medida que nos vayamos acostumbrando, se irá haciendo cada vez más fácil.
No hay que ser demasiado testarudo, ni empeñarse con excesiva dureza.
Si practicamos en pleno acuerdo con nuestra capacidad individual, encontraremos poco a poco más placer y alegría.
Mientras ganamos en fuerza interior, nuestras acciones positivas progresarán en profundidad y calidad.