Un guerrero es simple como las palomas y prudente como las serpientes.
Cuando se reúne para conversar, no juzga el comportamiento de los otros;
él sabe que las sombras utilizan una red invisible para propagar su mal.
Esta red captura cualquier información suelta en el aire
y la transforma en la intriga y la envidia que parasitan el alma humana.
Así, todo lo que se dice respecto de alguien
siempre termina llegando a los oídos de los enemigos de esa persona,
aumentado por la carga tenebrosa de veneno y maldad.
Por eso, cuando el guerrero habla de las actitudes de su hermano,
imagina que él está presente, escuchando lo que dice.
Coelho