Con movimientos suaves, respiración lenta y mirada puesta en las manos, esta disciplina milenaria busca el equilibrio entre el cuerpo y la mente. De efectos terapéuticos comprobados, culvia la serenidad, la buena salud y la alegría de vivir.
En la práctica del Taichi el cuerpo y la mente trabajan unidos para lograr dos bienes preciados en estos tiempos: paz y armonía. En china –su país de origen- es una disciplina popular que se practica con el objetivo de alcanzar una longevidad saludable. Sobran las razones: el Taichi tiene una finalidad terapéutica y meditativa. Permite, a sus practicantes, “danzar” equilibradamente por el mundo.
En la literatura china el término Taichi es traducido de varias maneras. “Gran pilar que sostiene el techo de la casa” y “ley o combate supremo” son las dos más comunes. Ambos significados están muy en sintonía con el Taoísmo –base filosófica del Taichi-, donde el Yin (femenino), negro, suavidad) y el Yang (masculino, blanco, fortaleza), son dos energías complementarias que favorecen el movimiento, la armonía con la naturaleza y la no violencia.
Su origen proviene de un combate animal presenciado –en el siglo XIII- por el mnonje taoísta Chang San FENA, quien observó, mientras descansaba debajo de un árbol, la lucha entre una grulla (un ave) y una serpiente. El equilibrio instintivo y la defensa del reptil –esquivando la agresión- lo inspiraron a crear una serie de movimientos encadenados que fluían sin rupturas. Así nacieron los principios y los ejercicios del Taichi.
La disciplina es considerada un arte marcial interno, porque, a diferencia de los externos (como el Shaolin o el Mantis), el enemigo no está afuera sino dentro del ser (el practicante “bosea” imaginariamente con su sombra). “El Taichi tiene como objetivo la defensa interna: se combate contra el ego, el miedo, la agresividad y la desarmonía con el entorno”, ilustra José Kutos, Presidente de la Asociación Venezolana de Taichi. En Oriente su práctica diaria es un ritual. Buena parte de los chinos, los japoneses y los tailandeses, por ejemplo, acuden cada mañana a plazas y parques para danzar unidos con movimientos donde simulan estar en cámara lenta (así se describe su ejecución). Su popularidad también se ha extendido en el mundo occidental. La Asociación Latinoamericana de Taichi registra a más de 30 millones de practicantes.
Iniciar la experiencia
Solemnidad y elegancia definen la atmósfera de una sesión. Quien practica la disciplina por primera vez se sorprende al realizar ejercicios –sublimes y suaves- que generan una profunda vibración inte3rior. Si bi9en se puede ejecutar en espacios cerrados, resulta realmente gratificante al aire libre y en contacto con la naturaleza.
La clase consta de dos partes –una de calentamiento y estiramiento y otra de ejercicios coreográficos- y tiene una duración aproximada de hora y media. Eduardo González –practicante desde hace más de quince años- explica cómo se inicia: “cada participante se coloca donde desee, siempre y cuando sus brazos no toquen al compañero. Generalmente los más avanzados se sitúan delante para que los principiantes los sigan. Luego, todo el grupo se saluda con una breve reverencia, en señal de respeto por el compartir la clase.”.
El calentamiento inicial busca acondicionar el cuerpo con movimientos ligeros de articulaciones, estiramientos de músculos y tendones, respiración consciente y coordinación corporal. Luego, se ejecutan movimientos encadenados donde se unen –en una suerte de coreografía secuencial- los ejercicios practicados en la primera fase.
¿ Cómo es el vestuario ¿? Depende de la academia. A tono con el principio armónico de la disciplina, muchas escuelas –sobre todo las de orientación más espiritual- previeren que los practicantes porten monos holgados de un mismo color, para equilibrar la energía durante la sesión. Algunos instructores eligen el blanco (simboliza transparencia y luz) o el negro (representa la preservación de la energía producida). Aunque se puede practicar descalzo (especialmente frente al mar), la mayoría lo hace con zapatos deportivos.
Aprendizaje progresivo
En el Taichi cada movimiento forma parte de un esquema (se cuentan más de 50), series de ejercicios establecidos según el nivel del practicante (suelen dividirse en principiantes, intermedios o avanzados). Los esquemas más utilizados son:
- Yang Taichi Corto: Compuesto por 36 series de movimientos, está orientado a quienes se inician. Cada una de las series tiene de tres hasta más de cinco movimientos. La ejecución completa puede durar unos 5 minutos.
- Yang Taichi Largo. Constituido por 108 series de movimientos, está dirigido a los más avanzados. Al igual que en la Forma Corta, cada serie consta de aproximadamente cinco ejercicios promedio. La realización completa puede llevar unos 15 minutos.
- Chen Taichi. Consta de 81 series –con cierta complejidad- que combina ejercicios rápidos y lentos.
Todos los movimientos del Taichi comparten algunas características (la intensidad varía según el esquema): el desplazamiento del peso de una pierna a otra, el giro de la pelvis y del torso, pasos hacia delante y hacia atrás, y movimientos circulares con los brazos que siguen diferentes direcciones. Si bien algunas series pueden hacerse en pareja, la práctica es individual.
El camino del aprendizaje es progresivo. Como punto de partida se interiorizan los movimientos básicos. Los instructores son claros: se necesita tiempo –alrededor de un año- para manejar con propiedad los ejercicios; por ejemplo, del Taichi Corto, “Lo más importante es lograr el equilibrio fluido entre movimiento, respiración y concentración”, describe González.
Además de paciencia, disciplina y constancia, el Taichi requiere de un sentimiento especial: el disfrute del proceso. Bien lo dice un proverbio taoísta: “lo esencial no es el objetivo, sino el camino que se emprende para llegar a él”.
En foco
Los instructores reconocen dos claves indispensables en la práctica del Taichi:
La Respiración: Durante los movimientos se debe inhalar y exhalar suavemente con una postura corporal adecuada. “Se busca llevar el aire y la atención consciente hacia el punto Tan Tien (ubicado en el vientre), para dejar que esa energía se incorpore al organismo y después retorne al medio ambiente a través de los pulmones”, explica Soledad Yriza, Instructora de la Asociación Pachi Taichi Chuan.
La Mirada: Debe seguir a una de las manos (generalmente la que está más retirada del cuerpo), para potenciar la concentración mediante la observación fija y serena. Ese foco permanente (en un contrincante imaginario) facilita, además, centrarse en el “aquí y el ahora”.
A SABER
- Es común encontrarse con la expresión Taichi Chuan. La sílaba chuan significa “esquema o estilo de trabajo” y recuerda que la disciplina es un arte marcial que deriva del Kung Fu.
- El círculo que contiene el Yin y el Yang es el símbolo que identifica al Taichi.
- Algunas academias utilizan cinturones que cambian de color según el grado de enseñanza. Los principiantes emplean amarillo y naranja, los intermedios, verde y azul, y los avanzados, rojo y negro.
- El Sifu es el nombre que recibe el Instructor Principal. Exige respeto, organización y disciplina. Se forma –durante años- con maestros en artes marciales y tiene conocimientos de filosofía taoísta. Debe ser Cinturón Negro.
- Todos los estilos de Taiochi pueden practicarse con las manos libres –lo más frecuente- o bien con la incorporación de armas (Espadas, Sables, Garrotes, Lanzas o Abanicos), cuya utilización es más común en competencias y exhibiciones.
- Para hacer Taichi no existe límite de edad –hay escuelas que tienen alumnos desde los 4 años hasta 85- ni contraindicaciones médicas. La práctica no requiere de esfuerzos físicos exagerados.
- En China está considerada como una disciplina deportiva y gimnástica, con campeonatos internacionales y exhibiciones públicas llenas de color, magia y trajes espectaculares.
En Taichi
v Todas las partes del cuerpo forman una unidad.
v Los movimientos –lentos, circulares y fluidos- se realizan sin esfuerzo.
v El cuerpo está en equilibrio mediante el cambio constante del peso de una pierna a otra (Posturas Yin y Posturas Yang)
v La energía tiene su origen en los pies, sube por las piernas, se divide en las caderas y fluye por las manos hasta los dedos.
v La mirada, además de seguir los movimientos de las manos, percibe la fuerza que circula alrededor.
v El espíritu está vivo, alegre y atento.
v Se aprende a conocer el funcionamiento mecánico y energético del cuerpo.
v Los ejercicios en pareja forman un círculo Yin/Yang.
De infinitas bondades
El Taichi considera que el ser humano es una unidad compuesta por cuerpo, alma y espíritu, un principio que deriva de la medicina tradicional china. Amparada en ese fundamento, la disciplina persigue que sus efectos terapéuticos sean integrales (físicos y mentales).
Las Asociaciones médicas respaldan la contribución del Taichi a la salud. La Sociedad Americana del Corazón, por ejemplo, recomienda la disciplina para mantener una buena salud cardiovascular, y la Sociedad Mundial de Osteoporosis subraya que su práctica regular reduce significativamente las enfermedades óseas.
“Cuando hay un desequilibrio de la energía Yin/Yang de los meridianos –canales energéticos que recorren el corazón, los pulmones, el hígado, el estómago, los riñones- aparecen las afecciones. Con el Taichi se movilizan esos puntos para activar y preservar la salud”, describe el Sifu José Kutos.
Entre sus bondades físicas se cuentan la relajación muscular, la mejora de la postura corporal (especialmente de la columna), la estimulación sanguínea, la protección de los huesos, la activación bilateral (izquierda/derecha) del cuerpo y el fortalecimiento del sistema inmunológico, metabólico y nervioso. Quien practica Taichi, en definitiva, obtiene ventajas en todo el organismo.
Las tensiones psíquicas también se liberan: “es una de las herramientas más poderosas que existe, además de la meditación, para dominar la mente”, precisa González. Durante las ejecuciones de Taichi, el espíritu está alerta, concentrado y callado, un estado que favorece el alivio de las preocupaciones cotidianas y los pensamientos perturbadores (“reposa el alma”, dicen sus maestros). La práctica propicia, igualmente, la alegría de vivir mediante la armonía con los compañeros y el entorno.
La mayoría de los movimientos del Taichi aluden a la naturaleza:
Ø El Ave Fénix despliega las alas
Ø Retroceder un paso y montar al Tigre
Ø Paso atrás y rechazar al Mono
Ø Agarrar la cola del Gorrión
Ø Empujar la montaña por detrás
Ø Eliminar la maleza del arroz
Ø Patada Flor de Loto
Ø Abrazar al Tigre y regresar a la Montaña
FUENTES CONSULTADAS
- José Kutos, Sifu y Presidente de la Asociación Venezolana de Taichi.
- Soledad Yriza, Sifu de la Asociación Pachi Taichi Chuan.
- Eduardo González, practicante de Taichi.
- Taichi, Movimientos relajantes y meditación, NGV Naumann & Gobel Verlagsgeselischaft, Colonia, Alemania.
- Asociación Latinoamericana de Taichi.