"Un sabio se hallaba en su jardín recogiendo frutos. De pronto,
oyó un ruido y vio a un hombre corriendo: «Pero ¿adónde vas
tan deprisa? le preguntó – Mi vecino me persigue con un fusil:
cree que he sido yo quien ha quemado su granero. – Vete
rápidamente, yo solucionaré esto.» Llega el otro hombre:
«¿Dónde vas corriendo así? le dice el sabio. Tienes aspecto
de estar sin aliento. Siéntate un instante. – No, debo atrapar
a un individuo que ha quemado mi granero. Va a recibir una
lección de la que se acordará toda su vida. – Pero ya debe
estar lejos ahora. Mira estas frutas, son deliciosas. Siéntate y
pruébalas.» El hombre acabó sentándose y disfrutando con las
frutas. Y el sabio le invitó también a admirar las flores y los
árboles del jardín, el cielo azul, etc. Este breve descanso
cambió su humor, y renunció a la persecución de su vecino
proponiendo incluso al sabio ayudarlo a recoger sus frutas. "
oyó un ruido y vio a un hombre corriendo: «Pero ¿adónde vas
tan deprisa? le preguntó – Mi vecino me persigue con un fusil:
cree que he sido yo quien ha quemado su granero. – Vete
rápidamente, yo solucionaré esto.» Llega el otro hombre:
«¿Dónde vas corriendo así? le dice el sabio. Tienes aspecto
de estar sin aliento. Siéntate un instante. – No, debo atrapar
a un individuo que ha quemado mi granero. Va a recibir una
lección de la que se acordará toda su vida. – Pero ya debe
estar lejos ahora. Mira estas frutas, son deliciosas. Siéntate y
pruébalas.» El hombre acabó sentándose y disfrutando con las
frutas. Y el sabio le invitó también a admirar las flores y los
árboles del jardín, el cielo azul, etc. Este breve descanso
cambió su humor, y renunció a la persecución de su vecino
proponiendo incluso al sabio ayudarlo a recoger sus frutas. "