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jueves, julio 12, 2012

CUENTO SUFI



 
 
 
 
 
Ésta es la historia de los estudios de Hiravi, Haidar Ali Jan, el Sabio de Herat.

En tiempos del rey Mahmud el Conquistador de Ghazna, vivía un joven llamado Haidar Ali Jan. Su padre, Iskandar Khan, decidió obtener para él el mecenazgo del emperador, y lo envió a estudiar cuestiones espirituales con uno de los más grandes sabios de la época.

Cuando dominó las recitaciones y los ejercicios, cuando aprendió los relatos y las posturas corporales de las escuelas sufíes, Haidar Ali fue conducido por su padre a presencia del emperador.

-Poderoso Emperador- dijo Iskandar- he traído conmigo a este joven, mi hijo mayor y más inteligente, que ha recibido una formación especial en las diferentes vías sufíes, para que pueda obtener una posición digna en la corte de Vuestra Majestad, que sois el modelo de enseñanza de nuestra época.

Mahmud no levantó la mirada y se limitó a decir: `Tráelo dentro de un año.'

Ligeramente decepcionado, pero abrigando firmes esperanzas, Iskandar envió a Ali a estudiar las obras de los grandes sufíes del pasado, y a que visitara los santuarios de los ancianos maestros de Bagdad, para que no desaprovechara el año de espera. Cuando volvió a llevar al joven a la corte, dijo:

-Pavo Real de nuestra época! Mi hijo ha realizado largos y difíciles viajes y, al mismo tiempo, ha añadido a su conocimiento de los ejercicios una completa familiaridad con los clásicos de la Gente del Sendero. Os ruego que lo tengáis a prueba para comprobar que puede ser un adorno de la corte de Vuestra Majestad.

-Que vuelva' -dijo Mahmud inmediatamente- dentro de otro año'.

Durante los siguientes doce meses, Haidar Ali cruzó el Oxus* y visitó Bujara y Samarcanda, Qasr-i-Arifin y Tashqband, Dushanbe y los turbats de los santos sufíes del Turquestán.

Cuando volvió a la corte, Mahmud de Ghazna le echó un vistazo y le dijo: `Que pruebe a volver el año que viene.'

Haidar Ali hizo la peregrinación a La Meca. Viajó a la India; y en Persia consultó valiosos libros de gran rareza, y nunca desperdició una oportunidad de buscar y presentar sus respetos a los grandes derviches de aquel tiempo.

Cuando volvió a Ghazna, Mahmud le dijo: `Ahora escoge un maestro, si te acepta, y vuelve dentro de un año.'

Cuando ese año hubo pasado e Iskandar Khan se disponía a llevar a su hijo a la corte, Haidar Ali no mostró ningún interés en ir. Se sentó a los pies de su maestro en Herat, y nada de lo que dijo su padre fue capaz de moverlo de allí.

`He malgastado mi tiempo y mi dinero, y este joven no ha superado las pruebas de Mahmud el Rey', se lamentaba Iskandar, que acabó abandonando su empeño.

Llego el día en que Mahmud dijo a sus cortesanos: `Preparaos para una visita a Herat, hay una persona allí que quiero ver.'

Mientras la comitiva del emperador entraba en Herat al toque de trompetas, el maestro de Haidar Ali lo cogió por la mano y lo condujo a la puerta de la tekkia, y allí se pusieron a esperar.

Poco después, Mahmud y su cortesano Ayaz, descalzos, se presentaron en el santuario.

-Aquí, Mahmud -dijo el sheik sufí- está el hombre que no era nada cuando era un visitante de reyes, pero que ahora es alguien a quien visitan los reyes. Llévatelo como consejero sufí, porque ya está preparado.


FUENTE: SHAH, IDRIES: `La Sabiduría de los Idiotas'. Recopilador. Cuentos de la tradición sufí.