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miércoles, julio 18, 2012

EL PODER DE LA BONDAD



Piero Ferrucci:

La bondad hace a las personas más sanas y felices. Es la actitud más económica y pragmática que existe, puesto que nos permite ahorrar mucha energía en sospechas, preocupaciones, resentimientos, manipulación y reacciones a la defensiva. En este libro sencillo e inspirador, su autor nos demuestra que, en este momento crucial para la humanidad, la bondad no es un lujo sino una necesidad. Ser bondadoso con los demás es hacerse, además, el mejor regalo a uno mismo.

Piero Ferrucci nació en Turín (Italia). Licenciado en Filosofía, posteriormente estudió con el fundador de la psicosíntesis, Roberto Assagioli. Ha seguido muy de cerca y en profundidad la obra de Aldous Huxley, recopilando parte de sus conferencias inéditas y publicando, junto con Laura Huxley, una de sus obras más conocidas, "El niño de tus sueños".

Ejerce como psicoterapeuta en Florencia desde hace tres décadas. Actividad que alterna con las conferencias que imparte por todo el mundo. Actualmente vive con su esposa y sus tres hijos en la campiña toscana.
Entre sus libros, podemos destacar: "Nuestros maestros, los niños" (Edic. Salamandra); "Psicosíntesis" (Edit. Sirio) y "Gracia inevitable: creatividad, éxtasis, iluminación: las nuevas fronteras de la psicología" (Los libros del comienzo).

Beneficios de la bondad.

Si la larga evolución humana ha prosperado no ha sido sólo por la capacidad de adaptación, y desde luego no por los episodios de violencia y opresión, que son los que han puesto en peligro tantas veces la supervivencia del ser humano y del planeta mismo. Según el autor, el motivo de nuestra supervivencia a través de los milenios se debe, sobre todo, a nuestra capacidad para la bondad y para cuidarnos los unos de los otros en nuestras comunidades más próximas. En el siglo XXI, una persona bondadosa no es un mutante en un mundo violento. Es un ser humano que sabe y debe sacar el mejor partido de las facultades que nos han ayudado a lo largo de nuestra evolución. El autor nos explica cómo desarrollarla en su máximo potencial a través de la práctica de esas facultades que tantas veces nos han salvado la vida, como la alegría, la lealtad, la gratitud o el respeto, entre muchas otras.

Según el psiquiatra Alberto Alberti, el amor que no se expresa se convierte en odio, la alegría que no proporciona gozo se convierte en depresión. Sí -coincide y concluye Piero Ferrucci-: estamos hechos para la bondad.
La bondad es el estado natural del ser humano en el que la vida puede fluir felizmente y desarrollar su máximo potencial.


Según Sharon Salzberg, en su libro "Loving Kindness", Buda enumera los beneficios de la bondad de la siguiente manera:

La persona bondadosa:

1. Dormirá con facilidad.
2. Se despertará con facilidad.
3. Tendrá sueños agradables.
4. La gente la querrá.
5. Los "devas" (ángeles o seres celestiales) y los animales le amarán.
6. Los "devas" la protegerán.
7. Los peligros externos no la lastimarán (no en la misma medida que desde una actitud de odio o resentimiento).
8. Lucirá un rostro radiante.
9. Su mente será serena.
10. No morirá en un estado de confusión.
11. Renacerá en un ámbito feliz.

Siendo ya anciano, el gran autor inglés Aldous Huxley, pionero en la investigación de las técnicas destinadas a desarrollar los potenciales humanos, respondió así a una pregunta que escuchaba reiteradamente, sobre cuál es el sistema más eficaz para transformar nuestra vida:
"No deja de ser desconcertante que después de tantos años de investigación y experimentación deba decir que la respuesta más acertada es: simplemente, procura ser un poco más bondadoso".

Piero Ferrucci está convencido de que, como seres humanos, sólo tendremos futuro si pensamos con el corazón.
En "El poder de la bondad", nos hace una lista de una serie de cualidades (18) que nos inducen a ello y nos permiten vivir una vida más sana y feliz.

1. La honestidad.

Ser transparentes es un alivio, el no tener que fingir simplifica nuestra vida. Debes dejar que los otros te conozcan sin mentiras ni dobleces. Tan pronto como te vuelvas realmente transparente, empezarás a sentirte mejor. Pero la honestidad es una conquista. Debemos aprender paulatinamente, lo cual hace que seamos más fuertes y maduros.
Escribir sobre nosotros mismos es una buena forma de conectar con nuestras emociones, una autorrevelación.

2. El calor humano.

El efecto del calor y la bondad son duraderos. Piensa cómo un encuentro con una persona cálida y amable hace que te sientas mejor. Cuando acariciamos a un gato que ronronea de gozo, ¿quién da y quién recibe calor? O cuando disfrutamos de la compañía de alguien, ¿quién da y quién recibe ternura? Si damos calor, no terminamos sintiendo frío; el beneficio es simétrico.
El calor no sólo confirma lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser.

3. El perdón.

El perdón significa que no deseas seguir albergando ira debido a una vieja ofensa y, por ende, amargándote la vida. A veces el perdón es el único remedio para aliviar un intenso sufrimiento. Una persona incapaz de perdonar es comparable a una ciudad con el tráfico congestionado: calles bloqueadas, coches atascados con el motor en marcha, que no pueden circular, exhalando humos que contaminan el ambiente. Ese es el estado del resentimiento: la energía vital bloqueada, entorpeciendo el pensamiento, envenenando la vida.

4. El contacto.

El aislamiento social se considera un peligro tan grave para la salud como el fumar. Está ligado a una mayor incidencia de enfermedades cardiacas, trastornos del sueño, depresión, dolor de espalda, deterioro de la memoria, etc. Es la tragedia de una persona incapaz de abrirse a las demás, que se siente como si proviniera de otro mundo, que pide lo imposible, que se distancia de todos. Desarrollar el contacto humano (emocional o físico) nos ayuda a sentir en conexión y derrite las armaduras más difíciles.

5. Sentirse integrado.

Formar parte de un grupo o una comunidad te reporta numerosos beneficios. Hace que te sientas reconocido, te permite interactuar con las demás personas y elimina el terrible espectro de la soledad. Pero es importante evitar que la pertenencia a un grupo te separe más de "los otros". La clave reside en la bondad de la mirada.

6. La confianza.

Confiar es apostar. Cada vez que confiamos en alguien, nos la jugamos. Pero la alternativa es peor, porque si no nos arriesgamos no conseguimos nada. La confianza tiene la propiedad de relajar las inhibiciones y resolver viejos traumas. Las dudas, los temores y los recelos que arrastramos no sólo nos impiden progresar sino que erosionan nuestra energía. La confianza nos aproxima a los demás. Sin embargo, espera sólo lo que las personas quieran ofrecer libremente; vigila tus exigencia. Las personas que esperan demasiado (sin consultar a las demás) son las que luego van quejándose de que "el mundo no es de fiar" y "la gente les falla".

7. Prestar atención.

Lo único que realmente cuenta es el momento presente. Deshazte de miedos y preocupaciones y sumérgete en el momento que te toca vivir, disfrutarás mejor lo que te ocurre y evitarás desaprovechar oportunidades que pasan por tu lado continuamente. Lo único que diferencia a las personas "afortunadas", que sienten que su vida está llena de casualidades a su favor, de las demás, es que éstas están más relajadas y tienden a ver no sólo lo que buscan sino también lo que no buscan, abiertas a lo novedoso e inesperado, y capaces de reconocer sus oportunidades.

8. La empatía.

Se trata de la expansión de la conciencia. Si te muestras insensible a las emociones de los demás cada relación se convierte en una farsa imposible. La empatía es el mejor medio de construir y mejorar una relación. Pero ésta no es una cualidad fácil, alegre y desenfadada. Para que sea plena y auténtica, debes mantener una relación saludable también con tu sufrimiento y el de los demás.

9. La humildad.

Recuerda: no eres la única persona que cuenta. En ocasiones la humildad es dura, incluso dolorosa. Pero en todo caso, siempre es beneficiosa. Con frecuencia nos volvemos más humildes después de un fracaso; comprendemos que somos falibles y vulnerables. Y ese descubrimiento nos acerca a las demás personas. Porque en nuestras imperfecciones, nos reconocemos en las imperfecciones de los demás, y eso hace nuestros juicios más suaves y nuestra aceptación más plena.

10. La paciencia.

La virtud de la paciencia se demuestra en primer lugar al tratar con personas difíciles, las que se niegan a escuchar la voz de la razón, las que pierden los estribos a la primera de cambio, las que se niegan a ceder. Nuestra reacción al enfrentarnos a ellas suele ser de irritación, o bien expresamos nuestro enojo o sufrimos en silencio. Pero también cabe la posibilidad de practicar el arte de la paciencia y ayudar a esas personas a que se sientan mejor consigo mismas.
La paciencia no es tan enojosa y aburrida como creemos, es una percepción distinta del tiempo.

11. La generosidad.

Ser generoso es arriesgado. La generosidad significa derrotar viejos temores (a la pérdida), y significa también redefinir nuestros límites. Entonces se produce en nosotros una profunda transformación. Para la persona generosa los límites son permeables. Lo que es tuyo -tu sufrimiento, tus problemas- también es mío: esto es compasión. Lo que es mío -mis bienes, mi cuerpo, mis conocimientos y facultades, mi tiempo y mis recursos, mi energía- también es tuyo: esto es generosidad.

12. El respeto.

La forma en que miramos a los demás nunca es neutral, puesto que transformamos lo que vemos. El respeto consiste en molestarte en conocer a fondo a la persona que tratas, reconocerla como una persona real y única. No tratarla como algo invisible o un estereotipo, sino como merecedora de interés y apreciación. Tratar con ella no sólo porque responde a una demanda y la necesitas, sino por ser quien es. No dejarla atrapada en la falsa idea que tienes de ella, sino aceptarla por lo que es y, sobre todo, por lo que puede llegar a ser. El respeto consiste en ver realmente a la otra persona como alguien que existe.
Con frecuencia los juicios de valor van acompañados del deseo de controlar, algo muy alejado del respeto.

13. La flexibilidad.

La flexibilidad es una forma de sabiduría práctica, una inteligencia que vive en el presente, que intuye el cambio y posee la maleabilidad necesaria para adaptarse a las nuevas circunstancias. Un tipo de sabiduría que nos ayuda a comprender que no podemos controlar cada elemento de nuestra existencia. La flexibilidad no es sólo una estrategia útil sino una cualidad espiritual. Significa librarnos de las ataduras, prestar atención al presente, aceptar las cosas como son. Si somos capaces de renunciar incluso a las creencias a las que estamos más apegados, podremos abrirnos a otras nuevas, a la paradoja y el absurdo. Esto es creatividad. Una actitud que se convierte en una forma de vida e incluso en un camino espiritual.

14. La memoria.

En nuestra mente narcisista, las otras personas sólo existen cuando las vemos, las tocamos, las escuchamos o cuando pensamos en ellas. Recordar es vivir. Olvidar es morir. Las personas que pertenecen a nuestra historia forman parte de nosotros, y necesitamos su presencia y apoyo para sentirnos fuertes e íntegros. Incluidas aquellas que ya no nos son útiles.
No comprenderemos las relaciones que mantenemos con los demás si no entendemos profundamente hasta qué punto nuestras vidas están entretejidas con el pasado, el presente y el futuro, hasta qué punto forman parte unas de otras, y hasta qué punto cada uno de nosotros es todos los demás.

15. La lealtad.

La capacidad de durar a pesar de los momentos difíciles y problemáticos es un ingrediente esencial de la bondad, se llama lealtad. A las personas que no son leales les aterroriza analizar sus sentimientos, pues temen lo que puedan hallar. Temen sostener unas ideas propias, pues eso equivale a arriesgarse demasiado. Su autoestima es baja, por lo que tienen que sobrevivir como mendigos, pidiendo apoyo aquí y allá. Al carecer de seguridad y carácter, les cuesta más ser leales. Lealtad significa "estar con"; respetar lo que cuenta por encima de todo y seguir haciéndolo a pesar de los obstáculos.

16. La gratitud.

La gratitud es ante todo una actitud mental. Se basa en reconocer el valor de lo que la vida nos ofrece, y el hecho de comprenderlo libera nuestras emociones. Si reconoces el valor de lo que posees te sentirás rico y afortunado; si no, te sentirás pobre y desgraciado.
La auténtica gratitud nace cuando están presentes la solidaridad y la conciencia del mal; de lo contrario sólo se trata de un optimismo falso y superficial.
Con gratitud la vida resulta más fácil, dejamos de gemir y de quejarnos, no tenemos que emprender batallas sangrientas ni de alcanzar victorias imposibles. Comprobamos que la felicidad ya está aquí. Que ya existe, delante de nuestros ojos.

17. El servicio.

Cuando alguien tiene un gesto amable con nosotros solemos recordarlo durante mucho tiempo, quizás siempre. Puedes prestar pequeños servicios en detalles cotidianos como sostener la puerta para dejar que pase alguien, demostrar tu aprecio, ofrecer tu asiento en el autobús. Intenta hacer de tu trabajo, de tu rutina, un servicio amable siempre que puedas. El servicio no es sólo lo que uno hace sino lo que uno es. En ocasiones una persona, con su mera presencia, hace que nos sintamos mejor, más en contacto con nosotros mismos y más contentos. Un gran servicio.
Otra forma de servicio es cualquier forma de voluntariado o ayuda gratuita a otras personas.

18. La alegría.

Es nuestro estado natural, estamos programados para ser alegres. La alegría constituye la base de la bondad porque la auténtica bondad sólo puede ofrecerse con alegría. Y el sentido del humor es un gran ingrediente. El perfeccionismo o el sentido de culpa obstaculizan la alegría, pero el simple hecho de detectarlos nos acerca un poco más a esa puerta. También ayuda preguntarnos qué nos hace felices y regalarnos esas situaciones siempre que podamos. Con la práctica, cualquier cosa que lleguemos a hacer, incluso aquéllas que requieran esfuerzo y sacrificio, pueden llegar a ser realizadas con alegría.
Cualquier acto de bondad, con alegría, será más auténtica y mejor recibida por ambas partes.