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Aunque científicamente nos resulta muy difícil explicar el mecanismo que promueve la curación a distancia, empíricamente podemos verificarlo una y otra vez; diferentes metodologías utilizan la fe, las creencias, el prana, la visualización, el amor, etc., con el propósito de sanar, y en relación a ello abundan los testimonios positivos e incluso evidencias rigurosamente constatadas.
Curanderos, sacerdotes, sanadores o chamanes han utilizado desde siempre la intención como elemento determinante en el proceso de curación; para ellos no había gran diferencia entre ejercer su práctica en presencia del individuo o activar los procesos sanadores a distancia.
Potencialmente, todos somos sanadores; por el simple hecho de estar vivos, tenemos la capacidad de funcionar como canales de la energía cósmica que alimenta los procesos vitales en todo el Universo.
Todos, independientemente de ser o no proveedores de servicios de sanación, podemos canalizar energía sanadora para nuestro beneficio y el de los demás.
La energía cósmica es inteligente y sabe como desenvolverse; cada uno de nosotros simplemente se transforma en un canal de la misma, un mero instrumento de la divinidad utilizado para el propósito de sanar; nosotros no somos los que sanan, tan solo simples intermediarios; los buenos sanadores lo saben muy bien