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lunes, enero 23, 2012

La espalda


 



La espalda es la parte posterior del cuerpo humano que va de la base del cuello y hombros al trasero. 

Esta opuesta al pecho y su altura viene dada por la columna vertebral o espinal dorsal. La intrincada anatomía de la espalda está pensada para proveer de soporte tanto a la cabeza como al tronco del cuerpo, así como dar flexibilidad y movimiento.

Una mirada psicoanatómica de la espalda nos desvelaría que es allí precisamente, donde nuestros ojos no alcanzan a ver, es el lugar en el que se deposita todo a lo que no queremos enfrentarnos, es la sombra. En la espalda se van archivando conflictos no resueltos de nuestro pasado. Las dolencias en la misma, son una llamada positiva a que los traigamos al presente, archivemos adecuadamente de ellos la parte sanadora y eliminemos lo inútil que nos carga sin sentido.


La espalda y la columna vertebral también se relacionan con nuestras raíces, con nuestra escala de valores más íntimos.

Problemas de espalda:

-Dolor (el 90% de la población sufre de dolor de espalda en alguna ocasión en su vida). Podemos acabar con problemas de espalda cuando cargamos con responsabilidades que no nos corresponden, cuando nos sentimos creadores de la felicidad o de las desgracias de los que están a nuestro lado.

La parte baja (lumbar) de la espalda se relaciona con nuestras necesidades básicas de supervivencia, con el aspecto material, el trabajo y el dinero. Un dolor en esta zona nos señala que necesitamos “tener” para sentirnos apoyados, aunque no nos atrevamos a reconocerlo ni a expresarlo. La espalda es el sostén del cuerpo humano y el dolor nos señala que no nos sentimos sostenidos.

Tampoco podemos obviar que la parte más baja de la espalda (sacra), donde arranca la columna vertebral, es una zona que tiene profundas conexiones con nuestro ego creativo-sexual. Dice Alejandro Jodorowsky que si tuviéramos que buscar a “Dios” en algún lugar de nuestro cuerpo, ese sería el sexo. Cuando nos sentimos encerrados y paralizados a nivel creativo podemos sufrir las consecuencias en forma de dolores recurrentes. Se trata de personas para las que su libertad es “sagrada” y que temen perder su capacidad de movimiento

La zona media de la espalda (dorsal) se conecta con nuestras necesidades de apoyo emocional. Con preguntas referidas a nuestros afectos como: ¿Nos sentimos amados?, ¿estamos dispuestos a amar? El dolor aquí es un indicador de nuestra inseguridad afectiva. La persona que padece de problemas manifiesta su amor haciendo cosas por los demás, eso es lo que le da la seguridad ya que cuando alguien hace algo por ella se siente querida. Suele ser una persona que espera mucho de los demás, y cuando sus expectativas no se cumplen, tiene la impresión de soportar una gran carga. Como le cuesta trabajo hacer sus demandas, cuando lo logra se siente inmovilizada si el otro no responde a ellas. Entonces el dolor empeora.

La parte más alta de la espalda (cervicales) está conectada con las ideas intelectuales de lo que debería ser un apoyo correcto. Es posible que carguemos con ideas no resueltas que nos transmitieron nuestros ancestros sobre la forma en la que debe darse cualquier intercambio afectivo. El peso de esas ideas que no están adaptadas a nuestra realidad actual y que pueden aplastarnos. Es un tema que también fue tratado en el artículo sobre el cuello.

La forma antinatural de caminar y de sentarse puede crear una tensión en la espalda que se traduzca en sensaciones de dolor intensos. Andar mirando al suelo para no mirar cada a cara el presente, esconder el pecho para que no se transparenten las emociones o curvarse para estar a la altura de los más bajos, son hechos que también terminan por dar problemas de espalda.

A veces son tantas las cruces propias y ajenas con las que cargamos, entendiendo cruces como sacrificios producto de contratos del nudo sadomasoquista de nuestro árbol genealógico, que el problema de espalda se agrava. Terminamos humillados, bajando nuestra estatura y cargados de espalda, “jorobados”.

Sanar la espalda significa aceptarse a uno mismo, sanar el nudo sadomasoquista y mirar de frente a los problemas para resolverlos de una vez por todas.

Acto psicomágico: romper un plato cerámico situado a la altura del punto que nos duele. El plato es la coraza, la resistencia con la que vamos cargando. Un terapeuta debe presionar el plato sobre la zona afectada del consultante que estará tumbado boca abajo, mostrando su espalda desnuda. Previamente, colocará debajo del mismo una onza de chocolate, símbolo de la riqueza que esconde esa enfermedad. Después simulando gran dificultad empezará a golpear el plato hasta romperlo.

Finalmente el consultante se come el chocolate y buscará un lugar donde enterrar los restos del plato cerámico, plantando una bella flor en ese sitio.