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sábado, octubre 29, 2011

El Budismo y la Ciencia


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Tenzin Gyatso, es el decimocuarto Dalai Lama y jefe espiritual y político del Tibet, el centro del séptimo chakra planetario. Su último libro, El Universo en un Solo Átomo, establece un puente de unión entre la espiritualidad y la ciencia. “En cada átomo de los dominios del universo existen infinitos sistemas solares”. Exponemos parte del prólogo del libro así como el índice y el link para acceder al libro completo.  En la última parte del post hay unos conceptos aclaratorios de la filosofía budista y hay algunas frases geniales como la sencillez es extremadamente importante para ser feliz.
“Yo nunca estudié ciencias. Mis conocimientos provienen, sobre todo, de la lectura de los artículos de prensa dedicados a los importantes descubrimientos científicos que aparecían en publicaciones como el Newsweek, del seguimiento de los reportajes del BBC World Service y, más tarde, del estudio de libros de texto sobre astronomía. A lo largo de los últimos treinta años me he reunido muchas veces y he conversado a título personal con numerosos científicos. En esos encuentros siempre he intentado comprender los modelos y métodos fundamentales del pensamiento científico, así como las implicaciones de determinadas teorías o nuevos descubrimientos. No obstante, he reflexionado en profundidad en el tema de la ciencia, no solo en sus implicaciones para la comprensión de la realidad que nos rodea, sino en la cuestión aún más importante de cómo la ciencia puede influir en la ética y los valores humanos.
Las áreas científicas que he explorado más específicamente a lo largo de los años son la física subatómica, la cosmología y la biología, incluidas la neurociencia y la psicología. Dado que mi formación intelectual se centró en el pensamiento budista, muchas veces me he preguntado, como es natural, acerca de la interfaz entre los conceptos budistas y las principales ideas científicas. El presente libro es el resultado de aquel largo período de reflexión y del viaje intelectual de un monje budista del Tíbet al mundo de cámaras de burbujas, aceleradores de partículas y FMRI (imágenes de resonancia magnética funcional).
Muchos años después de marchar al exilio en la India, encontré una carta abierta escrita en los años cuarenta y dirigida a los pensadores budistas del Tíbet. La había escrito Gendün Ghóphel, un estudioso tibetano que no solo dominaba el sánscrito sino que además —caso único entre los pensadores tibetanos de su época— tenía un buen dominio del inglés. Durante la década de los treinta había viajado mucho por la India británica, Afganistán, Nepal y Sri Lanka. Aquella carta, redactada hacia el final de sus doce años de viajes, me resultó asombrosa. Articula muchos de los campos en los que podría haber un diálogo fructífero entre el budismo y la ciencia moderna.
Descubrí que las observaciones de Gendün Ghóphel a menudo coincidían de manera notable con las mías propias. Es una lástima que aquella carta no atrajera la atención que merecía, en parte porque nunca fue debidamente publicada en el Tíbet antes de mi exilio en 1959. Me alegra el corazón, sin embargo, que mis incursiones en el mundo de la ciencia tuvieran un precedente dentro de mi propia tradición tibetana. Y tanto más si tenemos en cuenta que Gendün Ghóphel provenía de Amdo, mi provincia natal. El hallazgo de aquella carta tantos años después de haber sido escrita constituyó un momento impresionante.
Recuerdo una conversación turbadora, que yo había mantenido tan solo unos años antes, con una dama estadounidense, que estaba casada con un hombre tibetano. Enterada de mi interés en la ciencia y de mi participación activa en diálogos con científicos, ella me previno de los peligros que supone la ciencia para la supervivencia del budismo. Me dijo que la historia atestigua que la ciencia «mata» la religión y me aconsejó que no sería sensato que el Dalai Lama trabara amistades con los representantes de dicha profesión.
Me imagino que en este viaje personal por la ciencia me juego el cuello. Mi confiada incursión por la ciencia se debe a mi convicción fundamental de que tanto la ciencia como el budismo se proponen comprender la realidad por medio de la investigación crítica: si el análisis científico pudiera demostrar sin lugar a dudas que determinados postulados del budismo son falsos, deberíamos aceptar los hallazgos de la ciencia y abandonar dichos postulados.
Puesto que soy internacionalista de corazón, una de las cualidades que más me ha conmovido en los científicos es su asombrosa disposición a compartir conocimientos sin reparar en las fronteras nacionales. Incluso durante la guerra fría, cuando el mundo de la política estaba polarizado hasta un extremo peligroso, veía que los científicos de los bloques oriental y occidental deseaban comunicarse de maneras que los políticos ni siquiera podría imaginar. Veía en ello el reconocimiento implícito del espíritu unitario de la humanidad y una liberadora ausencia del sentido de la propiedad en asuntos de conocimiento.
El motivo de mi interés en la ciencia trasciende lo puramente personal. Incluso antes de ir al exilio, tanto yo mismo como otras personas del país teníamos claro que una de las causas fundamentales de la tragedia política del Tíbet era su incapacidad de abrirse a la modernización. Tan pronto llegamos a la India, fundamos escuelas tibetanas para los niños refugiados que, por primera vez, incluían en sus programas de estudios la educación científica. Para entonces yo ya comprendía que la esencia de la modernización yace en la introducción de la educación moderna, y que en el núcleo de dicha educación moderna tiene que existir el dominio de la ciencia y la tecnología. Mi compromiso personal con aquel proyecto educativo me impulsó a animar incluso a los colegios monásticos, cuya función principal consiste en la enseñanza del pensamiento budista clásico, a incluir la ciencia en sus programas de estudios.
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En la medida en que mi comprensión de la ciencia aumentaba, se me fue haciendo gradualmente evidente que, en lo que al entendimiento del mundo físico se refiere, en muchas áreas del pensamiento budista tradicional nuestras teorías y explicaciones son rudimentarias, si las comparamos con aquellas de la ciencia moderna.
Al mismo tiempo, no obstante, está claro que, incluso en los países más desarrollados científicamente, los seres humanos siguen experimentando dolor, especialmente a nivel emocional y psicológico. La gran ventaja de la ciencia es su tremenda capacidad de contribuir al alivio del sufrimiento físico, pero es solo a través del cultivo de las cualidades del corazón humano y la transformación de nuestras actitudes que podremos empezar a afrontar y superar nuestro sufrimiento mental. En otras palabras, la potenciación de los valores humanos fundamentales es indispensable para nuestra búsqueda esencial de la felicidad. Por lo tanto, vistas desde el punto de vista del bienestar humano, la ciencia y la espiritualidad no son ajenas entre sí. Precisamos de ambas, ya que el alivio del sufrimiento debe producirse tanto a nivel físico como a nivel psicológico.
El presente libro no constituye un intento de unificación de la ciencia con la espiritualidad (siendo el budismo el ejemplo que conozco mejor) sino un esfuerzo por examinar dos importantes disciplinas humanas, con el propósito de desarrollar una manera más holística e integrada de comprender el mundo que nos rodea, una fórmula que explore en profundidad lo visible y lo no visible, por medio de la búsqueda de pruebas refrendadas por la razón. No pretendo escribir un tratado especializado sobre los potenciales puntos de convergencia —y divergencia— entre el budismo y la ciencia. Dejaré tal empresa a los académicos profesionales.
Más bien creo que la espiritualidad y la ciencia constituyen aproximaciones analíticas diferentes aunque complementarias entre sí, que comparten el mismo objetivo ulterior, la búsqueda de la verdad. En este terreno, es mucho lo que pueden aprender una de la otra, y juntas pueden contribuir a la expansión de los horizontes del conocimiento y el saber humanos. Es más, por medio del diálogo entre las dos disciplinas, espero que tanto la ciencia como la espiritualidad puedan llegar a ofrecer un servicio mejor a las necesidades y al bienestar de la humanidad. Debo añadir que con este relato de mi viaje personal desearía recalcar a los millones de budistas de todo el mundo la necesidad de tomarse la ciencia en serio y de incluir sus descubrimientos fundamentales en su visión del mundo.
Este diálogo entre la ciencia y la espiritualidad tiene una larga historia, sobre todo en lo que respecta al cristianismo. En el caso de mi propia tradición, el budismo tibetano, por varias razones históricas, sociales y políticas, el pleno encuentro con la cosmovisión científica sigue siendo un proceso novedoso. Aún no están del todo claras las implicaciones de lo que puede ofrecer la ciencia. Al margen de las distintas teorías personales acerca de la ciencia, ninguna aproximación válida al mundo natural y a nuestra existencia humana —lo que en este libro llamaré cosmovisión— puede dejar de lado los descubrimientos básicos de teorías tan fundamentales como la evolución, la relatividad y la mecánica cuántica. Bien puede que la ciencia aprenda de su encuentro con la espiritualidad, especialmente en su interfaz con los problemas humanos en un sentido amplio, desde la ética hasta la sociedad, pero, sin duda, determinados aspectos específicos del pensamiento budista —como sus teorías cosmológicas y su física rudimentaria— deberán ser modificados a la luz de los últimos descubrimientos científicos. Espero que este libro será una contribución al proyecto crítico de potenciar el diálogo entre la ciencia y la espiritualidad.
INDICE GENERAL DEL LIBRO
Prólogo
Reflexión
El encuentro con la ciencia
El vacío, la relatividad y la física cuántica
El Big Bang y el universo sin comienzo de los budistas
La evolución, el karma y el mundo de los seres sensible
La cuestión de la conciencia
Hacia una ciencia de la conciencia
El espectro que abarca la conciencia
La ética y la nueva genética
Conclusión. La ciencia, la espiritualidad y la humanidad
Puedes descargarte una versión gratuita del libro en el siguiente link
El budismo ofrece mas una filosofía de vida que una religión. Se ampara en todo momento en la compasión y el amor como base de la felicidad, ambas ideas claves en el proceso de sanación.
A continuación, el Dalai Lama aclara conceptos centrales dentro del budismo
• Compasión: definición básica.
• Buen corazón y satisfacción.
El punto esencial es la compasión, amor hacia los demás, interés por sus sufrimientos, menos egoísmo. Pienso que el pensamiento compasivo es el más precioso. Sólo nosotros, los seres humanos, podemos desarrollarlo en nuestros corazones. Si tenemos un buen corazón, un corazón cálido, nosotros mismos estaremos satisfechos y felices.
• Budismo y vida correcta.
• Desarrollar buena motivación.
Como podéis ver, de lo que se trata es de llevar estas buenas enseñanzas a la vida diaria. Que creáis en Dios o no, no tiene importancia. Que creáis en Buda o no, tampoco tiene importancia. Debéis llevar una vida correcta. No son suficientes la buena comida, los buenos vestidos o la vivienda confortable. Se necesita una buena motivación.
• Sufrimiento por objeto del pasado.
• Base de agregados.
Desde el punto de vista de la causa, el sufrimiento esta basado en las acciones desfavorables del pasado acumuladas por un mismo y no por los demás. Estos karmas no se pierden. Darán su fruto. Uno no se encontrará con el efecto de acciones que él mismo no ha cometido. Finalmente, desde el punto de vista de la naturaleza del sufrimiento en sí, los agregados de la mente y el cuerpo son de la naturaleza del sufrimiento.
• Felicidad y sencillez.
• Llevar una vida tranquila.
La sencillez es extremadamente importante para ser feliz. Es muy vital tener pocos deseos y estar satisfecho con lo que se tiene. Hay cuatro causas que ayudan a transformarse en un ser superior: estar satisfecho con cualquier comida que se obtenga; satisfacción de llevar harapos por vestidos o aceptar cualquier tela para cubrirse, no tener deseos por ropa de moda o de muchos colores; estar satisfecho con el refugio necesario para protegerse de los elementos; y, finalmente, un gran deleite en abandonar estados mentales erróneos y en cultivar los beneficios de la meditación.
• Karma es acción.
• Diferentes efectos.
Karma quiere decir acción. Por ejemplo, estoy hablando, y esto es un acto verbal. Muevo mis manos, y esto es un acto físico. Hay también acciones mentales que no se reflejan en acciones físicas o verbales. Debido a estas acciones, hay resultados inmediatos y a largo alcance. Debido a nuestra conversación se genera una atmósfera específica: esto es el efecto inmediato.
• Mente de luz clara.
• Sentidos y conciencia.
La condición que le da el poder, lo que le permite ver su color y su forma, es el poder del sentido del ojo, pero su causa sustancial (también llamada condición precedente), que le genera hacia una entidad que es iluminación y conocimiento, debe ser un momento previo de iluminación y conocimiento, un momento previo de conciencia.
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• Investigar fenómenos.
• Hay cuatro maneras.
Hay cuatro formas para investigar los fenómenos. Una es por medio de una dependencia, como ver que el humo depende del fuego. Otra es observar las funciones de las cosas. La tercera es por medio del razonamiento, demostrando lo correcto o incorrecto. La última es el reconocimiento de que tal y tal cosa son la naturaleza del objeto. Por ejemplo, que queremos felicidad es simplemente nuestra naturaleza. No hay nada más para descubrir.
• Conciencia y su base.
• Mente y el cerebro.
Esto sería parecido al poder del sentido del ojo. Es materia, no es conciencia ; sin embargo, sirve como base a la conciencia y con esto se convierte en una causa de la conciencia. Por ejemplo, el cerebro. No es conciencia, pero sirve como base de la conciencia. Cuando algo es una conciencia, necesariamente no es ni forma ni color. No obstante, como mencioné antes, dependiendo en el poder de la estabilización meditativa, samadhi, se puede lograr o crear una vida superior dentro de un nivel físico.
• Cuatro certidumbres del budismo.
• Doctrinas / significado / comprender / sabiduría.
El Buda estableció las cuatro certidumbres. No confiar en la persona, sino en la doctrina. Con respecto a la doctrina, no confiar en las palabras, sino en el significado. En relación con el significado, no confíes en el significado interpretable, si no en el significado definitivo. En cuanto al significado definitivo, no hay que confiar en la comprensión de un estado de conciencia ordinario, sino en el entendimiento de una conciencia de sabiduría elevada. Por esta razón, la fiabilidad de las enseñanzas no puede establecerse considerando a la persona que las expuso, sino al investigar las mismas enseñanzas.
• Ignorancia: dos tipos.
• Son oscurecimientos.
Hay varias clases de oscurecimiento. Desde una perspectiva, hay dos: el primer es el oscurecimiento de no conocer; el segundo caso de equivocación. Si pregunta de que viene un oscurecimiento, proviene de la continuación de momentos de oscurecimientos previos. Si busca otra explicación, tendría que haber un primer momento de oscurecimiento. En tal caso, habría una contradicción con la razón. Como afirma Aryadeva en su <>: <>.
• Ignorancia: dos tipos.
• Son oscurecimientos.
Hay varias clases de oscurecimiento. Desde una perspectiva, hay dos: el primer es el oscurecimiento de no conocer; el segundo caso de equivocación. Si pregunta de que viene un oscurecimiento, proviene de la continuación de momentos de oscurecimientos previos. Si busca otra explicación, tendría que haber un primer momento de oscurecimiento. En tal caso, habría una contradicción con la razón. Como afirma Aryadeva en su [Cuatrocientos]: [Aunque no hay principio para las emociones aflictivas, hay un fin].
• Ignorancia: dos tipos.
• No observar y por error.
Como ya he dicho, existen dos clases de ignorancia: la primera es un simple oscurecimiento con respecto a la posición relativa del fenómeno; la otra es la ignorancia que se forma una idea equivocada de la naturaleza del fenómeno. Esta última concibe la existencia inherente de los fenómenos, que no la tienen. De nuevo, dentro de esta concepción de existencia inherente, encontramos dos tipos: concepción de las personas como existiendo inherentemente y concepción de los otros fenómenos de forma similar.
• Inicia al yo y lo mío.
• Cadena de apegos.
Como se dice Chandrakirti: [inicialmente hay apego al “yo” o a una entidad propia, y a continuación apego a lo “mio”.] Cuando se ha establecido la clase, uno mismo, existe entonces la clasificación de otros. Una vez se han diferenciado estas clases, se genera apego y deseo por la clase de <> y odio hacia la clase de [otros].
De esto se generan todos los demás.
• Verdad relativa y absoluta.
• Mesa dos modos de ser.
Así pues, la mesa tiene dos maneras de ser. Una forma es la afirmación de la mesa por una mente que no analiza y que sólo se involucra en la convencionalidad. Este tipo de mesa se encuentra por este tipo de mente. No obstante, si se toma la mesa como un objeto, si no se está satisfecho con sólo esto en donde ponemos nuestras [manos], sino que buscamos para descubrir lo que realmente está entre sus partes, ver si esto o aquello, entonces no hay nada que pueda descubrirse siendo la mesa. ¿por qué existe este [no encontrar] de la mesa? Eso es porque la mesa es algo tal que si se busca analíticamente no puede encontrarse.
• Fondo y apariencia.
• Ejemplo del cine.
Una manera muy simple de verlo es en el cine: se pueden diferenciar dos formas al ver una película. En ambos casos los fotogramas aparecen en la conciencia ocular; sin embargo, en la primera alternativa simplemente se observan, mientras en la segunda estaría pensando con intensidad que eso no existe como un hecho. Si el pensamiento de que no existe se desarrolla con fuerza y se mantiene, si se concentra en esta inexistencia, entonces, con el tiempo, la misma apariencia empezará a desvanecer o deshacerse.
• Fondo y apariencia.
• Ejemplo del cine.
Una manera muy simple de verlo es en el cine: se pueden diferenciar dos formas al ver una película. En ambos casos los fotogramas aparecen en la conciencia ocular; sin embargo, en la primera alternativa simplemente se observan, mientras en la segunda estaría pensando con intensidad que eso no existe como un hecho. Si el pensamiento de que no existe se desarrolla con fuerza y se mantiene, si se concentra en esta inexistencia, entonces, con el tiempo, la misma apariencia empezará a desvanecer o deshacerse.
• Tres cuerpos del Buda.
• Verdad / felicidad / Emanación.
Los tres cuerpos de un Buda son el Dharmakaya o Cuerpo de Verdad o Verdadero; el Samboghakaya o cuerpo de felicidad completa y el Nirmanakaya o cuerpo de emanación. El Dharmakaya carece de forma y representa la unión indiferenciable de un ser iluminado con la esfera de la vacuidad que todo impregna (no un lugar o dimensión particular como tal, si no la realidad última de todo fenómeno que reside en todas partes). Por otro lado, los dos cuerpos restantes son conocidos como cuerpos de la forma.
• Conciencia : ocho niveles.
• Descripción de cada uno.
Los momentos principales en que se presentan, cuando se manifiestan y de nuevo se reabsorben desde los niveles más burdos a los más sutiles, son el irse a dormir, al despertar al comenzar y terminar los sueños individuales, al desmayarse y estornudar, durante el orgasmo sexual y al morir. El más sutil de los ocho, la naturaleza básica de la misma mente es la luz clara.. tomando esta como primera y progresando hacia el interior, es decir, hasta la luz clara, que es la octava, las otras son; 2) aparición semejante al humo, 3) como luciérnagas, 4) como la luz estable de una lamparilla de aceite, 5) la mente de la aparición blanca radiante; 6) la mente del rojo o naranja radiante en aumento; 7) la mente del negro radiante cerca de 8) la luz clara.
• Práctica Mahayana.
• Sabiduría y compasión.
Los medios compasivos (sáns. Upaya; tib. tab.) y la sabiduría (sáns. Prajna; tib. Sherab) son los dos apoyos principales de las práctica Mahayana. Por medio de los hechos altruistas se acumulan méritos y así se purifica karma negativo, con lo cual se eliminan directamente los obstáculos para el logro de la sabiduría. Por otro lado, la sabiduría o la comprensión de las dos verdades refuerza la comprensión al destruir la estimulación de un “yo” que no existe.
• Seis perfecciones.
• En sánscrito y en tibetano.
Las seis perfecciones son las características particulares del Mahayana, a saber: 1) dar; 2) moralidad; 3) Paciencia; 4) perseverancia; 5) meditación; 6) sabiduría. Un bodisatva, al perfeccionar esas seis cualidades y logros, recorre los cinco caminos y diez niveles que conducen a la Deidad.
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