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lunes, octubre 31, 2011

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Yosemite Nature Notes - Frazil Ice

Cavalieri Templari (Sigillo)


La matrice principale dei Cavalieri Templari era chiamata "bulle" o "boule" (palla). Era d’argento e tra i suoi due fianchi uniti da una cerniera, veniva colato il piombo per modellare il sigillo magistrale. Veniva custodita in una borsa di cuoio, detta "bourse", chiusa da tre serrature, le cui chiavi erano tenute dal maestro e da dignitari Templari.
Durante l’assenza del maestro, il siniscalco o il luogotenente ne potevano disporre e quando il magistero era vacante per la morte del titolare, essa era conservata dal precettore dell’elezione.
Come il "Baucéant", il vessillo del Tempio, anche la "bulle" e la "buorse" erano considerate sacre. Il Cavaliere Templare che avesse spezzato la matrice veniva condannato a una delle pene più severe: la perdita dell’abito per un anno.
 

Ciudades Subterraneas de Luz



En tiempos Atlantes, hace 25.000 años, cuando la tierra llegó a ser un planeta en cuarentena bajo la ocupación de las Fuerzas Oscuras, una parte de las Fuerzas de la Luz se retiraron debajo de la superficie y construyeron allí una civilización de muchas Ciudades de Luz interconectadas por un vasto sistema de túneles. En aquellas ciudades Atlantes los seres estaban buscando su sendero espiritual bajo la vigilante guía del Rey del Mundo, el Monitor y Maestro Sanat Kumara. Este Reino de Luz es conocido por el nombre de Agartha o Shamballa y no debe ser confundido con la Shamballa que existe en el plano etérico desde la Lemuria y que ha servido como un faro espiritual para la civilización subterránea.
En la Agartha subterránea la gente vivió en armonía entre el mundo espiritual y la avanzada tecnología Atlante que sirvió para su más alto bien. Cada uno de ellos conocía su más alto propósito y lo seguía, así ellos vivían unos con otros en armoniosas relaciones. Hasta el diluvio final de la Atlántida eran protegidos contra los ataques de las Fuerzas Oscuras que también construyeron sus fortalezas en ciertas áreas del mundo interior desde ese entonces. Después del diluvio todo cambió. Las Fuerzas Oscuras empezaron a atacar a Agartha y como dice en el santo libro Tibetano Dzyan, "hubo luchas entre los constructores y los destructores y luchas por espacio". Las Fuerzas de la Luz fueron forzadas a dejar muchos territorios que antes ellas habitaban. El sistema de túneles subterráneos estaba rodeando al planeta entero. La red de túneles del oeste tenía su comienzo bajo el desierto de Atacama en Chile e iba en la dirección de Tiahuanaco – Cuzco – el Monte Shasta – Los Grand Tetons, bajo la tierra firme Americana y bajo el Océano Atlántico hacia la cordillera Atlas en el África Occidental y luego bajo las cordilleras de Ahaggar / Tibesti hacia su estación final, las Pirámides de Giza. Un importante centro estaba bajo la región de Mato Grosso en el Brasil, en donde Agartha tenía una fuerte conexión con las ciudades Atlantes de la superficie.
La Red del Himalayas era de extraordinaria importancia. Aquí la civilización subterránea se desarrolló como un espejo de la colonia Atlante que existió sobre la superficie en el área del contemporáneo desierto Gobi. Por supuesto que entonces no era desierto, sino un paraíso subtropical. La Red del Himalayas tenía su fuente bajo el desierto Gobi y se expandió bajo el desierto Takla Makan y entonces hacia adelante bajo Pamirs, Altai, Karakorum, Baltistán, bajo Kunluns y bajo la meseta Chang Tang hacia los Himalayas.
Después del diluvio de la Atlántida ciertos grupos de la superficie han tropezado con importantes descubrimientos espirituales y científicos y se han por consiguiente refugiado de las Fuerzas Oscuras en la Agartha subterránea, estas fuerzas tenían casi toda la superficie en su dominio por este entonces.Estos refuerzos han acelerado el progreso científico y tecnológico en Agartha y con las fuerzas unidas ellos quitaron el sello de viejos túneles subterráneos, restaurado viejas máquinas Atlantes y expandiendo los espacios originales subterráneos en los cuales moraban.
Con esas expansiones a menudo siguieron el curso de ríos subterráneos y corrientes energéticas subterráneas. El desarrollo de la tecnología era sobresaliente. Más allá de la vieja tecnología Atlante de cristales fueron desarrollando cámaras de telé-trasportación y tecnología de energía libre. Ellos conectaron a sus ciudades subterráneas con trenes que usaban la propulsión magneto-hidro-dinámica (M.H.D), que entonces alcanzaba velocidades de hasta 3.000 millas por hora. Vinieron a estar en contacto con las flotas galácticas que habían tendido éxito en rescatar algunos de ellos de la Tierra en cuarentena. El Movimiento de Resistencia de las Fuerzas de la Luz el cual tenía sus bases estelares en la Luna, Marte, los asteroides, las lunas de los planetas exteriores y en el Planeta X estaban todo el tiempo envi ando refuerzos.
Durante el tiempo de la antigua Grecia ciertos colonizadores habían viajado a través del Atlántico a Brasil y a la costa oeste de los EE.UU. y allí hicieron contacto con Agartha. Muchas antiguas culturas que se desvanecieron sin una razón alguna (por ejemplo los Mayas) se habían en realidad trasladado al Imperio de Agartha. Algunos indígenas Hopi han tenido contacto con Agartha hace solo unas pocas décadas. En Agartha, la Orden de la Estrella era muy activa. Su propósito es la curación de la separación en el planeta Tierra y también el exitoso completar del Experimento de Dualidad. Los Reyes de Agartha eran líderes del Concilio de los Doce y eran un anclaje físico para las energías del Monitor Sanat Kumara. Ciertos presidentes Americanos y presidentes de otros estados tuvieron contacto con los Reyes de Agartha durante sus términos. Agartha a menudo ejerció su influencia espiritual sobre la superficie, especialmente la Red de los Himalayas en la región de la India y el Tibet.
Hace más de mil años, los representantes de Agartha cerca a Gilgit en el Pakistán contemporáneo dispersaron las enseñanzas Tántricas a la superficie. En el siglo diez y nueve ellos fuertemente influenciaron las enseñanzas de Helena Petrovna Blavatsky quien tuvo contactos físicos con ellos. En el comienzo del siglo veinte Agartha tenía más de veinte millones de miembros. Durante la Primera Guerra Mundial, la invasión de las Fuerzas Oscuras empezó. Querían romper el poder de Agartha. Hordas de guerreros de la Oscuridad rodaron de enormes bases bajo la China, Indonesia, el cercano Oriente y África a través de túneles a través del Atlántico hacia México y luego el Suroeste de los EE.UU. para limitar la influencia espiritual de Agartha sobre el surgir de la civilización de Occidente. Hubo severas batallas fís icas subterráneas que se reflejaron en la superficie como la Primera y Segunda Guerra Mundial.
Después de la victoria de las Fuerzas de la Luz al final de la Segunda Guerra Mundial, Agartha giró su atención hacia el despertar espiritual del Occidente. Las Fuerzas de la Oscuridad volvieron sus fuerzas hacia la aniquilación de la Red del Himalayas que se reflejó en la superficie como la ocupación China del Tibet. El golpe de las Fuerzas Oscuras en 1.996 debilitó dramáticamente a Agartha y en 1.999 Agartha estaba casi borrada de sus moradas subterráneas. Por tanto al final de 1.999 un fuerte refuerzo de las Fuerzas de la Luz vino en la forma de luchadores del Movimiento de Resistencia del cinturón de asteroides y del Planeta X. El Planeta X tiene un radio de 9.000 millas con una superficie de metano congelado que le da un color azuloso. El Planeta X está orbitando al Sol en una órbita elíptica muy inclinada de 6 a 7 billones de millas de distancia.
Las Fuerzas de la Oscuridad tuvieron su máximo poder entre 1.996 y el 2.003. La parte más externa de las Fuerzas Oscuras es Draconiana, seres humanoides del sistema estelar de Alfa Draconis. Desde la Atlántida ellos tienen un plan de control masivo de la población de la humanidad, llamado el Nuevo Orden Mundial. Usan la política mundial para crear conflictos artificiales entre las naciones y crear las guerras para sacar provecho. Sus centros principales de actividades son en Washington, Bruselas y Roma. Esclavizan a la humanidad con Bio-chips programables que son insertadas en el cuerpo humano con vacunas, y con aparatos de nanoelectrónica que controlan y dirigen los pensamientos humanos. A través de sus representantes en la iglesia, la francmasonería y los grupos ocultistas controlan la espiritualidad humana y crean conflictos espirituales. Su corazón son los llamados lluminati, un grupo elegido que tiene control sobre el Sistema de la Tierra. Solamente los Illuminati están directamente conectados con los verdaderos Maestros de la Tierra en cuarentena, una raza de criaturas que fue creada hace millones de años por los Señores de la Oscuridad de Orión mediante ingeniería genética. Estas criaturas previenen que avanzadas civilizaciones extraterrestres tengan acceso a la Tierra, manteniendo a la humanidad como rehén, amenazando con la guerra nuclear.
Ellos esclavizan a la humanidad y la mantienen en cuarentena desde la Atlántida. Esta raza principalmente encarna en cuerpos humanoides clonados, sin embargo su verdadera forma es un tipo de varias mutaciones de arañas, escarabajos, insectos, reptiles, gusanos y serpientes. Su sola motivación es el total control sobre toda la Creación, diseminando maldad, terror y pavor. Controlan principalmente a la humanidad con implantes que crean una anomalía de espacio / tiempo de agujero negro y así desfiguran a la conciencia humana a un punto irreconocible, confundiendo a la mente humana y a las emociones. Los implantes son cristales programables que fueron puestos con fuertes aparatos electrónicos en los cuerpos energético y físico de cada ser humano individual sobre la Tierra. La raza de criaturas está manteniendo una estructura de espacio-tiempo distorsionado con cámaras electromagnéticas de espacio-tiempo similares a aquellas usadas en el Experimento de Filadelfia.
Más eficientemente ellas retardan la evolución sobre la Tierra con amenazas y violencia, esparcidas por sus representantes Están infiltrados en todos los poros de la sociedad humana, pretendiendo ser personas ordinarias. Usando medios ilegales, amenazas y violencia previenen las reuniones entre las Almas Gemelas. En sus bases subterráneas secretas han creado traumas sexuales a muchas mujeres con horribles violaciones, por lo tanto bloqueando el flujo de energía sexual en el planeta Tierra. También crearon traumas para producir desórdenes de personalidad múltiple, usando las víctimas de este proceso como esclavas. La altura de su poder ya afortunadamente ha pasado y las Fuerzas de la Luz los están derrotando paso a paso.
Las Fuerzas de la Luz están llegando a asistir en la forma de setenta millones de miembros del Movimiento de Resistencia del Planeta X. Ellos causarán un cambio del Sistema en la Tierra en un futuro cercano. La vieja leyenda Asiática les cuenta que guerreros de Shamballa vendrán a la superficie y sacaran a las Fuerzas de la Oscuridad. El Movimiento de Resistencia ha desarrollado avanzada tecnología de cámaras de telé-trasportación, energía libre, clonación y biotecnología como un todo. Ellos tienen sus ciudades subterráneas principalmente bajo las ciudades más grandes de Europa y los EE.UU. Sus ciudades están interconectadas con sistemas de trenes en tubo con propulsión de magneto-hidro-dinámica (M.H.D) con velocidades de hasta 15.000 millas por hora. Su civilización subterránea es una sucesora del Reino de Agartha la cual casi fue destruida en ataques de las Fuerzas Oscuras entre 1.996 y 1.999.
El corazón de las Fuerzas de la Luz es representantes de la Red Atlante. Éste es un grupo de unos pocos miles de Seres de una vibración espiritual muy alta que está permanentemente manteniendo la pureza del legado Atlante desde los tiempos de la misma Atlántida. Los Atlantes tienen sus residencias subterráneas en algunas localidades escogidas bajo el Himalayas, bajo el sur de California, bajo algunos atolones cerca de Tahití y bajo el Lago Titicaca.
Ellos inspiraron a individuos hacia sus ideales de crear una sociedad armónica que será conocida con el nombre de la Nueva Atlántida en el Futuro de la Tierra.
Fuente: Caballeros de la Orden del Sol

Tiene corazón este camino?





Cualquier cosa es un camino entre un millón de caminos. 
Por tanto, un guerrero siempre debe tener presente que un camino es sólo un camino; 
si siente que no debería seguirlo, 
no debe perma­necer en él bajo ninguna circunstancia. 
Su decisión de mantenerse en ese camino o de abandonarlo 
debe estar libre de miedo o ambición. 
Debe obser­var cada camino de cerca y de manera deliberada. 
Y hay una pregunta que un guerrero tiene que hacerse, obligatoriamente: 
¿Tiene corazón este camino?

Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte. 
Sin embargo, un camino sin cora­zón nunca es agradable. 
En cambio, un camino con corazón resulta sencillo: 
a un guerrero no le cuesta tomarle gusto;
el viaje se hace gozoso; mientras un hombre lo sigue, es uno con él.

Carlos Castaneda - La Rueda del Tiempo

domingo, octubre 30, 2011

SABIDURIA ZEN EN IMAGENES

COMO DESDOBLARTE Y VIAJAR EN EL TIEMPO

L’Antico codice di Dragonheart



L’Antico codice di Dragonheart

dentro il cerchio della tavola,

sotto la sacra spada,
un cavaliere deve giurare di obbedire
al codice che è senza fine,
senza fine come la tavola,
un anello legato all'onore.

Un cavaliere giura di essere valoroso,

il suo cuore conosce solo la virtù,
la sua spada difende gli inermi,
la sua forza sostiene i deboli,
la sue parole dicono solo la verità,
la sua ira abbatte i malvagi.

Il giusto non può morire,

se un uomo ancora ricorda,
le parole non sono dimenticate,
se una voce le pronuncia chiare,
il codice per sempre riluce,
se un cuore lo conserva splendemente...

LA MANDI-Ó LEYENDA GUARANÍ

 enviada por Carmela Olivera
 
 
 
Ñasaindí debía tener quince años. Esbelta, graciosa y muy bonita, sus ojos negros y grandes miraban siempre con temor. Tenía los cabellos lacios adornados con flores de piquillín. Cubría su cuerpo con un tipoy tejido con fibras de caraguatá, ajustado en la cintura con una chumbé de algodón de vistosos colores.
Sus pies descalzos parecían no tocar la tierra al caminar: tan suave y liviana era.
Con el propósito de recoger tiernos cogollos de palmera, venía desde muy lejos, trayendo una cesta fabricada con tacuarembó.
Muy dispuesta llegó al lugar donde crecían con profusión los pindós, confiada en que sola podría alcanzar los ansiados cogollos; pero al verlos tan altos comprendió que le iba a ser imposible realizar la tarea.
Trató de llegar, subiendo por el tallo, pero se vio obligada a desistir. Un poco decepcionada, miró desde abajo el penacho verde de las palmeras tratando de hallar un medio que le permitiera conseguir los cogollos buscados.
Ya desistía de su intento, cuando vio a un muchacho medio oculto por una cascada de isipós y de helechos. Sus manos recias empuñaban earco y la flecha. Sus ojos miraban con atención hacia un lugar cercano.
Dirigió Ñasaindí su vista hacia el mismo sitio y pudo divisar a la víctima a la que estaba destinada la flecha del desconocido: era un hermoso maracaná que, tranquilamente posado en la rama de un ñandubay, estaba completamente ajeno a su próximo fin.
Sintió la niña una pena grande por el espléndido animal, cuyo intenso y brillante colorido era una nota de alegría y de luz entre los verdes debosque, y sin darse cuenta dio un grito que desvió la atención del cazador hacia el lugar de donde él había partido. El maracaná, puesto sobre aviso, con vuelo un tanto pesado, se internó en la espesura.
Salió el cazador de su escondite y ante la presencia de la niña quedó atónito, mirándola. Su belleza y su expresión lo hechizaron, haciéndole olvidar la pieza de caza que perdiera por su culpa.
-¡Ma-era! -sólo atinó a decirle.
Bajó la vista la muchacha, temerosa de merecer el reproche del cazador, cuando oyó que continuaba con su suave acento:
-¿Quién eres, cuñataí?
-Ñasaindí... -respondió apenas la niña.
-¿De dónde vienes?
-De la tribu deruvichá Sagua-á...
-¿A qué has venido a los dominios de mi padre, Ñasaindí?
Miró la niña los penachos de las palmeras que la brisa convertía en grandes abanicos y el muchacho, adivinando la intención de la mirada, preguntó:
-¿Querías alcanzar cogollos de palmera?
-Neí... -respondió a media voz la niña.
-Y... no alcanzas... -agregó intencionado el joven con expresión risueña.
-Aní... ¿Tú me ayudarás? -preguntó esperanzada, levantando hacia él los ojos.
-Nuné... -respondióle el muchacho divertido.
Al tiempo que así decía, dejando en el suelo el arco y la flecha que aún conservaba en la mano, trepó al tallo de una de las palmeras y con movimientos rápidos de sus piernas ágiles acostumbradas a esos ejercicios, pronto llegó al lugar donde los cogollos tiernos se ofrecían generosos y frescos. Desde arriba se los arrojaba a Ñasaindí que, plena de dicha, no dejaba de reír. En pocos minutos la cesta estuvo llena.
El rostro de la joven reflejaba un gran placer. Gracias al servicial desconocido, su viaje no había sido infructuoso.
Cuando el muchacho estuvo nuevamente a su lado, los ojos de Ñasaindí brillaban de alegría y de agradecimiento.
-¿Jhoriva, yerutí? -preguntó satisfecho.
-Neí... Pero yo no me llamo Yerutí... Mi nombre es Ñasaindí...
-Ñasaindí te llamas, pero pareces una dulce yerutí, por eso te llamé por su nombre...
Agradeció la niña con una sonrisa e intentó emprender el camino de regreso, pues la noche no tardaría en llegar. El sol comenzaba a hundirse en el ocaso.
El muchacho detuvo su intención, preguntándole:
-¿Tienes tanto apuro por irte? ¿Dónde queda tu roga, cuñataí?
-Debo cruzar el río...
-¿Sola?
-Sola vine y sola debo volver. Hace tiempo, ya varias lunas, que los hijos de la mujer que me crió partieron hacia el norte con otros cuimba-é y tardan en volver. Ella me envió... Yo no tengo padres... Murieron en manos de los cambá, cuando yo era pequeña...
-¿Y cómo cruzaste el río?
-En una pequeña canoa que dejé amarrada en la orilla.
-Pero tú eres muy joven para atreverte a andar sola por estos lugares...
-Me mandaron y tuve que obedecer.
-¿No eres miedosa, Ñasaindí?
-¡Claro que lo soy! Muchas veces siento un miedo muy grande; pero debo cumplir lo que me ordenan. A nadie tengo que me pueda defender -agregó la niña con su vocecita triste y los ojos brillantes de lágrimas.
-Desde este momento, y si tú quieres, seré yo quien te sirva de amparo y de guía. ¿Aceptas, yerutí? -le ofreció el muchacho firme y decidido.
-Ñasaindí lo miró. La alegría que le causó el ofrecimiento se transparentó en su dulce mirar y en su sonrisa agradecida, cuando respondió:
-¡Oh, ya lo creo! ¡Muchas gracias!
-¡Seremos amigos, Ñasaindí!
-Bueno... pero no me has dicho tu nombre, ni quién eres... ¿cómo podría encontrarte?
-¡Tienes razón! Soy Catupirí. Mi padre es el cacique Marangatú. ¿Sabes ahora a quién debes buscar? -terminó riendo.
-Neí, Catupirí.
Después Ñasaindí, con su cesta llena de cogollos de pindó, inició la marcha hacia la costa dispuesta a volver a su roga.
La detuvo aún Catupirí. Tenía muy buen corazón y la niña le inspiraba una gran ternura.
El bondadoso muchacho era el menor de los hijos del cacique Marangatú, poderoso y respetado en mucha distancia alrededor de sus posesiones. Desde pequeño, Catupirí había sido preparado en las artes de la guerra por un diestro guerrero de la tribu; pero su madre, que no lo descuidaba jamás, conservó su corazón tierno y su alma pura como cuando era pequeño y le pertenecía por entero. Su bondad era reflejo del tierno corazón de ella.
En ese momento, Catupirí recordó a su madre. Recordó su gran bondad y el cariño que por él sentía y pensó llevar a Ñasaindí consigo, pues se había enamorado de ella y deseaba hacerla su esposa.
Se detuvo un instante pensando en su padre. Él no vería con buenos ojos que su hijo llevara a la tribu a una extranjera, a una desconocida, y menos aún con la intención de casarse con ella.
Pensó un instante, y decidió: la llevaría; pero al principio, por lo menos, la ocultaría a los ojos de su padre. Se la confiaría a su madre. Estaba seguro de que ella sabría comprender y sin duda llegaría a sentir gran cariño por la joven desamparada, al verla tan buena, tan inocente y tan hermosa... Sin pensarlo más se lo propuso:
-¿Quieres venir a nuestra tribu, Ñasaindí? Mi madre te recibirá como a una hija y te brindará el cariño que hasta ahora te ha faltado. ¿Aceptas, yerutí?
Llenos de agradecidas lágrimas los ojos, Ñasaindí preguntó con palabras entrecortadas por la emoción:
-¡Oh, Catupirí! ¿Es verdad lo que me propones? ¿Tu madre me querrá?
-Sin duda... ¡Puedo asegurártelo! Hay tanta bondad en tu mirar dulce y tanta ternura en tu voz suave, que mi madre se sentirá atraída por ti y serás para ella la hija que no tiene. ¡Ven, vamos!
Tomaron los dos jóvenes el camino que conducía a la toldería y riendo y conversando, llegaron al lugar donde se levantaban los toldos de los súbditos del gran Marangatú.
Atardecía. El cielo, con los más bellos rojos y dorados, parecía sumergirse en las tranquilas aguas del río. Los pájaros retornaban a sus nidos y la flor del irupé cerraba sus pétalos ocultando sus galas hasta que, al día siguiente, el sol, al alcanzarla con uno de sus rayos, volviera a despertarla. La paz y la tranquilidad reinaban sobre la tierra.
Catupirí, ocultando a su compañera, fue hasta su toldo donde la dejó para ir a dar la noticia a su madre.
Nadie los había visto llegar, de modo que le sería muy fácil ocultarla hasta que pudiera convencer a su padre.
Pero Catupirí se equivocaba. Unos ojos que brillaban con maldad lo observaban desde muy cerca. Era Cava-Pitá, la hechicera, que, oculta detrás de un corpulento zuiñandí, no había perdido detalle de la llegada de los jóvenes.
Sonrió con malicia la mujer, y guiada por su espíritu mezquino, se propuso dar cuenta de lo ocurrido al cacique. No podría hacerlo tan pronto como deseaba, pues el cacique había salido con sus guerreros y no volvería hasta la mañana siguiente; pero entonces, ella lo esperaría con una noticia muy especial. ¡Y ya vería la extranjera que su vocecita dulce y sus expresiones inocentes no serían suficientes para engañar al cacique como lo había hecho con el hijo!
¿Por qué pensaba tan mala hechicera de una persona a quien no conocía?
Es que Cava-Pitá era perversa y envidiosa y no toleraba que se diera preferencia a nadie más que a ella.
Al día siguiente, muy de mañana, llegaron el cacique y sus acompañantes; toda la tribu los recibió con júbilo. Habían logrado importantes piezas de caza y traían también un hermoso guasú vivo.
Con paciencia esperó Cava-Pitá que el cacique quedara solo, y en el momento oportuno se acercó a él, para referirle, a su manera, la llegada de Ñasaindí a la tribu. No conforme con esto, y gracias a la confianza que en ella tenía Marangatú, le fue muy fácil convencerlo de que la extranjera era una enviada de Añá, quién se valía de la joven para provocar la desgracia de la tribu.
La sorpresa del cacique pronto se transformó en profunda indignación. Él no podía tolerar la intromisión de una desconocida en sus dominios y mucho menos sabiendo, gracias a los buenos oficios de la hechicera, que se trataba de una enviada del demonio.
Poseído por una intensa cólera, Marangatú hizo llamar a su hijo a fin de recriminarle su indigno proceder y su desobediencia.
Cuando Catupirí estuvo frente a él, lo increpó duramente:
-¿Puede saberse por qué has traído a la tribu a una extranjera que nadie conoce y que tú encontraste por casualidad?
-Ya pensaba explicártelo, padre... -respondió sorprendido Catupirí. Y agregó desconcertado:
-¿Cómo has llegado a saberlo?
-Eso nada importa. Sólo puedo decirte que todavía hay quien respeta mis deseos y obedece mis órdenes.
-Yo soy el primero en hacerlo, padre mío, y pruebas te he dado en mil oportunidades; pero en este caso, deseaba hablar contigo primero, para explicarte lo sucedido. Sin embargo, hubo alguien, no sé con qué intención, que se me adelantó...
-¿Dónde está la intrusa? -preguntó el padre, violento.
-Está en mi toldo, padre, esperando que la traiga a tu presencia.
-Pues ya puedes ir a buscarla. Si con malas artes se introdujo en mi tribu, bien pronto haré que la abandone.
Catupirí quedó confundido. Su padre creía que, valiéndose de quién sabe qué poderes maléficos, Ñasaindí lo había obligado a traerla consigo; pero él sabía que no era así. Su padre, al verla, podría convencerse de que estaba equivocado.
Corrió en busca de la hermosa doncella y pronto estuvieron ambos frente al temible Marangatú.
Quedó el cacique maravillado al ver a la joven. Su hermoso rostro y la dulzura de su mirar lo conquistaron de inmediato. Debía haber una equivocación. Era imposible que una niña tan inocente, tan dulce y tan tímida, tuviera las malvadas intenciones que le atribuía Cava-Pitá.
Conversó el ruvichá con Ñasaindí. Le contó la muchacha su niñez triste y sin afectos y su alegría al encontrar en el buen Catupirí que deseaba hacerla su esposa, el cariño y el apoyo que le faltaron siempre.
Comprendió el gran Marangatú el noble sentimiento que acercaba a los jóvenes y dio su consentimiento para que unieran sus destinos como era el deseo y la voluntad de ambos.
Y Ñasaindí fue la esposa de Catupirí, el muchacho de corazón generoso y noble que la encontró un día en el bosque...
La maldad y la envidia de Cava-Pitá se acrecentaron al comprobar que su intervención había sido inútil y que, en cambio, los dos jóvenes habían llegado a realizar su deseo...
A pesar de todo, no se desanimó la hechicera, proponiéndose por cualquier medio, conseguir que la extranjera fuera arrojada de la tribu. ¡Ya llegaría el momento en que se cumpliera su venganza! ¡Ella sabría esperar!
Pasó el tiempo. La felicidad de Ñasaindí y de Catupirí era cada día mayor. Ningún mal había alcanzado a la tribu y todos habían olvidado por completo los vaticinios de la malvada Cava-Pitá.
Un niño, hijo de ambos jóvenes, llegó para hacer más grande y efectiva la dicha de que gozaban. El pequeño Chirirí era dulce y bueno como su madre y tenaz como su padre.
Cuando tuvo edad de tener amigos, todos los niños de la tribu lo fueron de él y diariamente se los veía jugando en el bosque o en la costa del río, donde sentían gran placer en reunirse.
El cacique, orgulloso de su nieto, le había regalado un arco y una flecha hechos expresamente para él, y entre los momentos más felices de su vida se contaban aquellos en que salía con el niño a ejercitarlo en el manejo de dichas armas.
Todos vivían contentos en la tribu. Ya nadie consideraba a Ñasaindí como una extranjera a la que se debía despreciar, sino que, por el contrario, la joven, gracias a su bondad, se había granjeado la simpatía y el afecto de todos.
La única que conservaba el odio que por ella había sentido desde un principio era Cava-Pitá, para quien la idea de venganza se afianzaba a medida que pasaba el tiempo, y que no abandonaría hasta ver a Ñasaindí arrojada de la aldea como se lo propusiera desde un principio.
Tenía que convencer a la tribu de que la esposa de Catupirí bajo ese aspecto dulce y tierno encubría a una malvada enviada de Añá para hacer mal a la tribu y que sólo esperaba el momento oportuno para cumplir los mandatos del demonio.
Para convencerlos, decidió ensayar una nueva acusación. Usando de sus sentimientos mezquinos y perversos divulgó la noticia de que el pequeño Chirirí se hallaba poseído por un mal espíritu, por el cual todos los niños que lo acompañaban en sus juegos estaban condenados a morir infaliblemente después de un corto tiempo.
La noticia corrió por la tribu con la velocidad del rayo y todas las madres, temerosas del trágico fin que podrían tener sus hijos, los retuvieron con ellas prohibiéndoles que se acercaran al pequeño Chirirí.
Sin embargo, esto no fue suficiente para la hechicera, ya que ella había querido levantar a toda la tribu contra la inocente Ñasaindí. En esa forma, considerándola culpable, la hubieran arrojado de la aldea indígena por temor al maleficio de que estaba poseída lo mismo que su hijo.
Como no consiguiera su propósito, decidió poner en práctica un plan diabólico con el que, estaba segura, se cumpliría con creces su venganza.
Preparó un brebaje dulce, exquisito, al que agregó una pequeña poción de activísimo veneno.
Con zalamerías llamaba a los pequeños amigos de Chirirí y les daba a tomar el jarabe mortífero que ellos bebían golosos.
Poco les duraba el placer, porque poco tiempo más tarde morían entre las más espantosas contorsiones, envenenados por la infame hechicera.
Ignorantes las madres de la existencia del famoso jarabe, aceptaron como explicación de la muerte de sus hijos el maleficio de que suponían estaban poseídos el pequeño Chirirí y su madre, tal como lo predijera en tantas oportunidades la famosa Cava-Pitá.
Ya no les cupo la menor duda: la extranjera era una enviada de Añá, llegada a la comarca para causar la desgracia de la tribu de Marangatú.
Esta vez nadie dudó. Todos estuvieron en contra de Ñasaindí y de Catupirí, de quienes decidieron vengarse dando muerte a su hijito.
La hechicera no cabía en sí de gozo. Había pasado un tiempo muy largo antes de lograr su propósito, pero por fin consiguió que la tribu entera odiara a la intrusa.
Alentada por el triunfo fue levantando los ánimos de toldo en toldo, incitando a unos y a otros a dar muerte al pequeño Chirirí, único medio para librarse de los designios de Añá.
En un grupo encabezado por la perversa Cava-Pitá, blandiendo palos y lanzas, hombres y mujeres se dirigieron al toldo de Catupirí.
Llegaron, y tomando por la fuerza a los padres de la criatura, los llevaron al bosque donde los amarraron con fibras de caraguatá al tronco de un ñandubay para que fueran testigos impotentes de la muerte de su hijo.
La dulce Ñasaindí dejaba oír desgarradores sollozos, gritando su inocencia y pidiendo piedad para su pequeño Chirirí, mientras el valiente Catupirí hacía desesperados esfuerzos por librarse de las ligaduras. Pero era en vano. Buen cuidado habían tenido sus verdugos.
Mientras tanto, Cava-Pitá, la cruel y desalmada hechicera, saboreando el triunfo logrado después de tanto esperar, decidió ser ella misma quien diera muerte al pequeño, que, atado de pies y manos, yacía en el suelo, llorando y esforzándose por dejar sus manecitas en libertad.
Preparó el arco y la flecha envenenada, y cuando se disponía a arrojarla aniño, que lloraba ante sus padres desesperados, un ruido espantoso atronó el bosque y una lengua de fuego bajó desde el cielo, que se había oscurecido de pronto, y dejó fulminada a la perversa hechicera, que rodó por el suelo dando un grito de espanto.
Los que presenciaban la escena vieron en esto un castigo de sus dioses justicieros a la maldad y a la envidia y, convencidos de su error, desataron a los padres de la criatura que aún se hallaba en el suelo, a poca distancia de ellos.
Ñasaindí corrió a levantar a su hijito, que medio desvanecido por el terror casi no podía moverse. Lo desató y lo abrazó estrechándolo contra su corazón, mientras las lágrimas corrían por sus pálidas mejillas.
Con las cabezas gachas, avergonzados, con el paso vacilante, los que creyeron las calumnias de la perversa hechicera decidieron retornar a sus toldos, no sin antes dirigir una mirada triste al sitio donde el pequeño Chirirí estuviera momentos antes echadito en el suelo esperando la muerte de manos de la falsa y alevosa Cava-Pitá.
La sorpresa de todos fue muy grande cuando observaron que crecía en ese mismo lugar una planta nueva, desconocida hasta entonces.
La llamaron mandi-ó y en ella vieron la justicia de sus dioses buenos que sabían recompensar el bien y castigaban hasta con la muerte a los que procedían mal.
La mandi-ó, regalo de Tupá a los hombres para que les sirva de alimento, posee el dulce corazón de Ñasaindí y de Chirirí, y da, al que la come, fortaleza y energía, como era fuerte y enérgico el valiente y esforzado Catupirí.
 
VOCABULARIO
·        Ñasaindí: Luz de la luna.
·        Tipoy: Túnica de mujer, sin cuello y sin mangas.
·        Piquillín: Piquilín.
·        Caraguatá: Pita o agave.
·        Chumbé: Cinturón que usan las mujeres para ceñirse la cintura.
·        Tacuarembó: Mimbre.
·        Pindó: Palmera.
·        Isipó: Llana.
·        Maracaná: Guacamayo.
·        Ñandubay: Árbol que da una madera rojiza muy dura e incorruptible.
·        Cuñataí: Doncella.
·        Ruvichá: Cacique.
·        Sagua-á: Arisco.
·        Neí: Sí.
·        Aní: No.
·        Nuné: Puede ser.
·        Jhoriva, yerutí: Feliz, torcacita.
·        Roga: Casa, cabaña.
·        Cuimba-é: Muchachos.
·        Cambá: Personas negras.
·        Catupirí: Diestro, hábil.
·        Marangatú: Bueno, virtuoso.
·        Cava-Pitá: Avispa colorada.
·        Zuiñandí: Ceibo.
·        Irupé: Victoria regia.
·        Guasú: Venado.
·        Añá: Diablo, demonio.
·        Chirirí: Boyero.
·        Mandió: Mandioca.
·        Tupá: Dios bueno.
·        ¡Ma-era!: ¡Hola!
 
Referencias
La mandi-ó (mandioca) es un arbusto originario de América, que abunda en la zona tropical.
Mide de dos a tres metros de altura, tiene hojas palmeadas y de sus flores en racimos. La raíz, un tubérculo blanco, grande y carnoso, contiene almidón, harina y tapioca. Es la parte comestible de la planta.
Existen dos clases de mandioca, una dulce y otra amarga. La primera, inofensiva, se puede comer asada o cocida sin ningún peligro.
La segunda, en cambio, es venenosa. Por eso, para comerla, es necesario, primero, tostarla, para que pierda sus propiedades nocivas. Luego se pulveriza. Así se obtiene la harina que se conoce con el nombre de fariña y que constituye un alimento muy apreciado y de mucho consumo en el noreste argentino, en Brasil y en Paraguay.
Antes se conocía a la fariña con el nombre de harina de palo.
Los naturales fabricaban su vino, especie de chicha, de la mandioca. La masticaban y luego la hacían fermentar en agua.
El cultivo de la mandioca es antiquísimo.
Según algunos autores, los nativos ya la consumían antes de la llegada de los españoles.
Otros, en cambio, aseguran que fue Santo Tomé quien les enseñó su cultivo y la forma de hacerla comestible e inofensiva.

TAO



Invocación

La invocación se vuelve declaración;
La adoración se vuelve reconocimiento.
Cuando las bendiciones maduran,
Uno atisba la fuente.

Cuando uno es novato en el Tao, todas las prácticas comienzan como procedimientos externos. Algunas veces, es difícil entender su significado -no sabemos qué esperar. Esto es apropiado: No atreviéndose a interferir con el crecimiento y el descubrimiento, quienes siguen el Tao vacilan en ir más allá de la instrucción técnica.

Tradición

La tradición fue una vez funcional.
Pero hoy en día no hay tradición.
¿Dónde hay un verdadero sendero?

En el pasado, la gente no cuestionaba las enseñanzas del Tao. Había una tradición viva, y si uno la seguía, uno podía razonablemente esperar caminar por un buen sendero. Pero hoy las enseñanzas tradicionales del Tao han sido debilitadas por guerras civiles, persecuciones políticas, y la muerte de los maestros. La riqueza y la tecnología concentran la atención de la mayoría de la gente, y pocos tienen tiempo para el Tao. El adoptar métodos arcanos no llevará al éxito.

Debemos descubrir el Tao por nosotros mismos. Buscarlo en el aquí y ahora significa cumplir con el espíritu de la tradición en lugar de meramente copiarla. ¿Cómo podemos imitar el pasado? Los viejos modos se han ido.

Sin Expectativas

Esfuérzate
Sin pensar en el beneficio.

Uno no debería rezar o meditar pensando en los beneficios. No tengas expectativas. Entonces vendrán las recompensas. Si uno se esfuerza por el poder y por los dones, no llegará a ningún resultado verdadero, y uno se perderá en el deseo. Rezar por resultados no trae resultados -el verdadero espíritu aparece sólo cuando no hay expectativas que lo obstaculice.

Los libros y las enseñanzas hablan de los resultados de la meditación porque preparan al aspirante para las experiencias que ocurrirán. Es importante no ver esos escritos como anuncios publicitarios. Son meramente descripciones de con qué te encontrarás.

Aceptación

La sequía quema las cuencos haciéndolos polvo,
La lluvia ligera es un rocío de burla.
Recibe sin quejarte,
Trabaja con el destino.

Cuando el campo es asolado por la sequía, es inútil quejarse. Incluso cuando la ligera lluvia falla en humedecer el reseco paisaje, deberíamos aceptar lo que sucede. Esa es la forma del Tao, y quien sigue el Tao acepta lo que venga.

Podemos tener la ambición de movernos en una dirección, pero el Tao decidir otra cosa. Podemos tener planes para el futuro, pero el Tao torcer el tiempo de otra forma. Habrá algunos que griten con rabia y frustración, el seguidor del Tao permanecerá silencioso y se ocupará en prepararse.

Fe 

A pesar de saber,
Aún seguir creyendo.
Aunque sin dios arriba,
Aún con dios adentro.
 
No hay dios en el sentido de un padre o madre cósmicos que proveerá todas las cosas a sus hijos. Tampoco hay alguna burocracia celestial para la petición. Esos modelos no son descripciones de un orden divino, sino que son proyecciones de modelos arquetípicos. Si creemos en lo divino como en una familia cósmica, nos relegamos a nosotros mismos a una perpetua adolescencia. Si consideramos lo divino como un gobierno supremo, somos víctimas para siempre de la inconmensurable oficialidad.

Sin embargo no nos funciona el abandonar totalmente la fe. No implica que podamos preceder a toda creencia en seres superiores. Necesitamos de la fe, no porque hayan seres que nos castigarán o recompensarán, sino porque los dioses son formas maravillosas de describir las cosas que nos pasan. Personifican los aspectos más elevados de las aspiraciones humanas. Los dioses en los altares son metáforas esenciales para la experiencia espiritual humana.

Predominio

El sol brilla en el centro del cielo.
Todas las cosas vuelven sus rostros hacia la luz.


Todas las cosas en la vida dependen de la dirección. En nuestro mundo, todo está orientado hacia el sol: Los planetas giran alrededor de él, las estaciones dependen de él, y nuestro concepto mismo del día y la noche están ligados a la salida y la puesta del sol. El sol es el elemento dominante en nuestras vidas.

En todas nuestras otras áreas de acción, no podemos evitar hacer arreglos que tengan un centro o una orientación. Nuestras vidas requieren de composición, tal como el sistema solar tiene una relación y una estructura. Sin embargo, toda estructura y orientación son esencialmente arbitrarias. Tomamos el sol como centro de nuestro mundo debido a nuestro punto de observación. Para alguien que esté en otra galaxia, nuestro sol no es más que un punto más en un espacio sin límites. No hay un estándar absoluto por el cual llamar verdaderamente el centro a algo. Por lo tanto, todos los arreglos y todas las composiciones, todas las determinaciones de un elemento predominante son relativas, subjetivas y provisionales.

Realización
 
Lleva a cabo tus visiones.
Persevera en tus ambiciones.
Solo entonces puedes negar
Visiones y ambiciones.
 
Algunos dicen que uno no debería tener ambiciones; las equiparan con la codicia y la lujuria. Sin embargo, algunas ambiciones son producto de la curiosidad y de íntimos deseos. Son intereses individuales, como querer saber sobre cierto tema o querer lograr metas. Mientras no dañen a otros, deberían ser ejercidas más que suprimidas.

Muchos jóvenes son reprimidos por sus pares y sus mayores. A veces hay razones válidas, pero usualmente los motivos de los demás están coloreados por el miedo, la ignorancia, los celos o la insuficiencia. Nadie debería refrenarte del logro de las metas de tu vida.
   

Atracción

El pavo real iridiscente en verídicas sombras.
Violetas en flor se despliegan al sol del mediodía.
La belleza del mundo es un remolino de colores,
Pero en el centro de la flor hay una brillante quietud.

Este mundo es movimiento. Su naturaleza es el cambio constante, la variación infinita. Sin la variación infinita habría estancamiento, porque alcanzaríamos los límites. Pero todos los límites son en realidad arbitrarios. La vida es una ecuación sin fin de oscuridad, de brillantez, de color, de sonido, de fragancia y de sensación.

Guía

Rinde culto con tu consciencia,
Recibe la gracia con humildad,
Guía con conciencia,
Lidera con modestia.

El altar es una herramienta. Si nos arrodillamos ante él y decimos que hemos hecho mal, en realidad estamos diciéndonos eso a nosotros mismos. Si damos gracias por nuestra buena fortuna, estamos expresando nuestro modesto agradecimiento por la buena suerte. No hay una fuerza exterior escuchándonos. No hay castigo divino por nuestra maldad. El altar es meramente simbólico. Aquellos que siguen el Tao lo usan para centrarse en su propia consciencia.

Recursos

En momentos difíciles usa un espejo:
Veras tanto la causa como la solución.

Cuando te veas enfrentado a la adversidad, debes preguntarte si acaso has hecho algo para atraer la desgracia sobre ti. Si las dificultades presentes son el resultado imprevisto de eventos que tú mismo pusiste en movimiento, entonces es necesario tanto aprender de tus errores como buscar alguna posible manera de corregirlos. Si la dificultades son debidas a defectos de carácter, entonces la situación debería ser resuelta, y el defecto básico debe ser después erradicado.

Santuario 

La luz dorada apenas roza la bahía azul,
El aire denso de laurel.
El crepúsculo sin viento culmina en noche,
Musical charca en un protegido bosquecillo.


Aunque este mundo es turbulento, todavía hay días y lugares donde podemos darnos el lujo de algo de tranquilidad. Cuando eso sucede, está bien descansar de las tribulaciones y del esfuerzo de estar en el mundo y aprovechar lo que se nos ofrece. A veces será la apacible sensación de un atardecer, cuando el centelleante sol se reconcilia con el horizonte y un sentido de aceptación permanece en el aire. Otras veces, será la oportunidad de encontrar un lugar secreto -tal vez un pequeño bosque de árboles que promete un misterioso consuelo.